Me sobresalto cuando escucho los débiles toques contra la puerta de la habitación. ¿Cuánto tiempo ha pasado desde que cerré los ojos? ¿Dos horas? Oculto a tiempo el pergamino debajo de la cama antes de que la puerta se abriera.
-¿Ane estás…? Mierda, ¿Qué te ha pasado?- La miro con confusión. Ella suspira al tiempo que se acerca a la cama ordenada para dejar las prendas de vestir junto a un bolso negro. -¿Has dormido algo?
-Claro, claro que si…- Me lanza una mirada incrédula.- Vale, no pude dormir.
Suspira al momento que me empuja hacia el baño.- La próxima vez que te pase búscame, sé de unos tés que te harán dormir como una ostra.
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-¿Estás segura de que puedo ponérmelos?- Digo sin apartar la vista de mi reflejo en el espejo. Está ves no llevo puesto un vestido, o un ajustado e incómodo corset; todo lo contrario. Alegando que no sería nada cómodo ir a las montañas con un vestido, y que según ella no vale la pena estropearlo, me trajo unos vaqueros largos de color marrón claro junto a una camisa blanca, acompañando a ello unas botas negras bajas, y la mediana bolsa de cuero negro de lado.
Me había trenzado el largo cabello negro en dos trenzas de raíz y había ocultado las bolsas que estaban bajos mis ojos con una leve capa de maquillaje casi invisible, aunque yo le aseguré que no hacía falta.
Qué vamos a las montañas no a un certamen de belleza.
-Claro que sí.- Asegura observándome con sus grandes ojos azules detrás de mí.- Allí no habrá nadie que pueda juzgarte por llevar pantalones.- Como si eso me importara Jess.-Y tengo otra noticia.
Me giro.- ¿Cuál?
-Tu habitación estará lista para cuando vuelvas. Te encantará.
Asiento acompañado su sonrisa sin mostrar los dientes, y siendo incapaz de confesarle que cuando vuelva de las montañas lo más seguro es que regrese a casa.
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-¿Crees que nos hayan seguido?-Pregunto cuando paramos para tomar agua un momento, después de unos largos minutos de silencio. Sujeto las riendas del caballo blanco que esta mañana Roger había sugerido a Henry que me diera. No pudo negarse y devolver el caballo ni mucho menos decir que tenemos otros planes diferentes con Roger al lado nuestro.
Así que no tuve de otra más que aceptar. Blanca le he llamado. Aún recuerdo las burlas de Henry ante el nombre tan original.
-No.-Afirma sin mirar hacia atrás. -Dejamos suficientes pistas falsas que indicaban que seguimos por el norte como para confundirlos si se les ocurre seguirnos. Además, estoy seguro que Roger confía ciegamente en que no sé nada de sus planes.
Llevamos como seis horas subiendo cuesta arriba ¿O eran siete? He perdido la cuenta. Paramos dos o tres veces para comer y dejar que Blanca y Tormenta descansasen.
-¿No te parece raro que todo haya sido tan sencillo?-Inquiero dejando la vacía cantimplora dentro de una de las canastas de comida antes de ponernos en movimiento.
-Te dije, hacemos un buen equipo.- Se me escapa una pequeña sonrisa de lado.- Puedo saber... ¿Qué tienes planeado hacer si todo sale bien?
Su pregunte me toma por sorpresa. Mi mente parece querer jugar conmigo cuando llega a mi mente una imagen de mi “medio” beso con Henry, pero la reprimo con rapidez obligándome a no pensar en ello.- Tal vez vuelva a América.- Confieso el país, pero no la ciudad a donde tengo pensado ir si todo sale bien. - Tal vez un pequeño negocio para leer la mano y adivinar el futuro de las personas…- Bromeo.
-¿De verdad?-En su voz hay un tono de burla.
-Solo bromeo.- Suspiro.- No tengo seguro lo que haré, solo tengo claro que volveré a América. ¿Y tú?
Lo veo encogerse de hombros.- Supongo que preocuparme por el bienestar del reino.- Piensa un momento antes de seguir.-A mí edad, el consejo querrá que asegure el linaje. Sino escojo a una… una mujer loba, la elegirán ellos por mí.
No puedo evitar sentir un nudo en la garganta.-Espero que puedas encontrarla.-Murmuro, y cuando creo que él no escuchó mis palabras, murmura también lo suficientemente alto como para que lo escuchase.
-Espero.
Se hace un incómodo silencio entre los dos. Así durante casi media hora más, hasta que llegamos a un llano de salvaje pasto verde.
A unos pocos kilómetros de distancias hay un puente de manera y gruesa cuerda que conecta este lado con el otro, que creo, nos conducirá a lo alto de la montaña, en donde se encuentran las fosas.
Trago saliva cuando comento el error de mirar debajo del puente, al salvaje río, cubierto más por afiladas rocas que de agua.
Paso despacio mi mano por el rostro de Blanca cuando esta resopla y da un paso hacia atrás al mirar hacia abajo.
-Tranquila.- Murmuro en su oído, siguiendo a Henry por el puente, intentando no volver a mirar hacia abajo.
Entonces en el último momento, cuando Henry termina de cruzar el puente y yo estoy a punto de hacerlo, un repentino y fuerte viento hace que el puente se mueva. Entonces Blanca alza sus patas delanteras, tirándome al suelo al tomarme por sorpresa, dejándome allí tirada mientras ella sale corriendo de encima del puente.
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Editado: 12.10.2018