Hijas de la Luna

Capítulo 22

Capítulo 22. El Doloroso Juramento.

JANE

Nos despedimos de Owen después de una hora de intentar inutilmente avanzar en el primer paso; después de la fallida primera vez ya ni siquiera tuvimos la misma energía y por ende ya no pudimos seguir reforzando el lazo.

Caminamos a paso lento hacia la mansión Castleland, Julie y yo caminamos arrastrando los pies con nuestros brazos entrelazados, ambas despeinadas y adoloridas. Los chicos caminan detrás de nosotras hablando entre ellos y Chloë va delante de todos intentando alcanzar señal en su teléfono, aunque en medio del bosque eso me parece casi imposible.

—¿Crees que lo de romper el lazo funcione? Es decir, que esa tal Samara sepa cómo hacerlo —le susurro a Julie apretando más mi agarre alrededor de su brazo.

Jules asiente pensativa.

—Estoy segura de que lo sabrá. Si ella lo rompió antes me imagino que tan imposible de romper no es. Mañana hablaremos con Ellie y con suerte sabrá dónde buscarla, iremos y si es necesario la obligaremos a que nos diga cómo romperlo. No te preocupes, vamos a solucionarlo.

—Eso espero —murmuro angustiada—. Debe haber una forma de romper ese tipo de lazo.

—¿Por qué tanto empeño en buscar una forma de romper un lazo de hada?

Julie y yo nos detenemos para girarnos a ver a Charlie. Mi corazón se acelera al descubrir que pese a estar hablando con Daniel unos pasos atrás aún nos ha escuchado. Muerdo mi labio inferior buscando alguna excusa, pero él no me da tiempo de formar una con sentido y da un paso cerca de mi con el rostro serio, algo muy raro en él.

—Aguarda un momento, tú tienes el gen de hada, eso quiere decir que... ya has creado un lazo eterno de corazón. Pero yo no he sentido nada extraño...

Respiro agitada y me aferro con más fuerza a Julie, con mi temor cumpliéndose frente a mis ojos. El entendimiento invade su expresión y el dolor en sus ojos se dispara como una bala de plata. Mis labios tiemblan a la vez que una punzada se instala en mi corazón.

Su susurro lastimado me termina de destruir.

—No soy yo.

—Creo que lo mejor es que hablen esto en la casa, ya es muy tarde y...

Charlie interrumpe a Julie.

—No soy yo, ¿no es así? No me elegiste a mi —formula con la voz ahogada dando un paso hacia mi, Daniel coloca una mano sobre su hombro para contenerlo—. Dímelo. Dímelo a la cara Jane, deja de mentirme y solo dime que... dime que no soy yo a quien elegiste, no fue mi corazón al que entrelazaste eternamente con el tuyo.

Mis ojos se llenan de lágrimas. Niego con la cabeza, entristecida.

—Lo siento mucho, Charlie.

—Esto no puede ser cierto —susurra con los ojos enrojecidos mientras se lleva las manos a la cabeza.

Suelto a Julie para poder acercarme a él. Poso mis manos sobre sus antebrazos e intento mirarlo a los ojos pero él no lo soporta y mira hacia todos lados menos a mi.

—Fue hace mucho tiempo, Charlie. Yo ni siquiera fui consciente de haberlo hecho, no sabía lo que hacía, estaba asustada y terminé confiando en alguien que no debía. Es un error y es por eso que busco romper el lazo, yo ni siquiera lo conocía, solo me aferré a él —le explico luchando contra el llanto.

Él luce tan lastimado, tan herido. Y todo es mi culpa.

—Por favor. Voy a arreglar este error y te prometo que te elegiré...

—No, no hagas eso —me interrumpe soltándose de mi agarre, esta vez sus ojos me observan—. Si tú elegiste a esa persona fue porque lo amabas, incluso sin saber quien era, tú ya lo amabas... amar no es un error, no debe serlo.

—Pero amar a la persona incorrecta si lo es. Solo era una chica tonta que se dejó engañar...

—Quien se engaña eres tú. Sea quien sea, tu corazón siempre le ha pertenecido y tú... solo me usaste para ignorarlo. No puedo creerlo.

—Chicos, por favor, aquí no...

—¡No es así, lo juro! —chillo ignorando a Daniel quien se atraviesa entre nosotros, lo hago a un lado y me acerco más a Charlie—. Me gustaste, me gustas y te quiero muchísimo. Yo sé que tú eres el indicado, solo déjame romper ese maldito lazo y te prometo que seremos felices.

Charlie toma una profunda respiración e intenta calmarse, entonces asiente duramente y me mira con intensidad.

—Si es un error como dices, entonces dímelo...

Lo miro sin entender.

—Dime que lo que sientes por mi es mucho más fuerte que lo que sientes por él, dime que me amas a mi, Jane. Dímelo... ¿me amas?

Me quedo en mi lugar, congelada, mirando sus ojos con terror y pánico. Mi cerebro intenta con desesperación enviarle señales a mi boca para formular las palabras que él me ruega que le diga, pero mi corazón agitado me impide hacerlo porque... porque no puedo mentirle a Charlie.

Las lágrimas salen de mis ojos y esa es la respuesta que necesita Charlie para entender que no puedo decirle lo que desea escuchar. Él niega con la cabeza mirándome con decepción, limpia con brusquedad una gota de agua que escapa de su ojo.

—No puedo creer que hayas jugado así con mi corazón, Jane.

—Nunca quise herirte, perdóname —susurro hecha pedazos.

Antes de que él pueda decir algo más Daniel se adelanta.

—Chicos, algo anda mal.

Lo miramos confundidos, él mira a nuestro alrededor con el rostro contraído en sospecha y el cuerpo completamente a la defensiva.

Julie se acerca a él.

—¿Qué pasa?

—Creo que alguien los siguió hasta el lago —murmura mirando detenidamente el suelo bajo nuestros pies y señala un punto donde se miran algunas huellas en la tierra húmeda apenas cubierta por pasto—. Hay un rastro más además de los suyos, aún siento su olor, creo que puede ser alguien de la manada; lo he sentido antes.

—¿Qué es eso? —murmura Julie agachándose para recoger algo del suelo.

Sus manos apartan algunas hojas secas y de entre ellas saca una pulsera de oro blanco. El leve temblor que sacude las manos de Julie me pone en alerta al instante, definitivamente algo va mal, muy mal.




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