Hijo de la luna

Quinto error

Noah aun cubierto con sus trapos, ocultaban sus hermosas características, me miraba fijamente, y al escuchar mencionar su nombre, sus ojos se abrieron hasta su máxima capacidad.

Yo no sabía qué hacer, Noah seguía mirándome pero sus ojos recorrieron cada parte de mi rostro, haciendo que de alguna manera me avergonzara e incendiará mis mejillas. Me moví para levantarme y rápidamente comprendí que me encontraba sobre él, con mis brazos aun aferrando su cintura.

Jadié del asombro y me levanté rápidamente para sentarme a su lado. Noah todavía se encontraba asombrado aun acostado en el suelo y yo traté de no mirarle a los ojos ya que me sentía muy avergonzada y preocupada.

El silencio embargo el pequeño espacio despejado cerca del acantilado, miré a mí alrededor, el bosque se encontraba muy cerca de nosotros. Podía escapar fácilmente de Noah, adentrándome a ese lugar. Luego de un momento, Noah se apoyó en sus codos y siguió mirándome con esos ojos rojos que tanto tiempo había admirado.

Miré el suelo, evitando su mirada a toda costa mientras mis dedos jugaban con mi blanco vestido.

—¿Cómo, sabes, mi nombre? —Por primera vez pude escuchar la suave voz masculina de Noah, algo tímida pero suave.

—Yo… —Traté de explicar, pero sabía que no debía hacerlo.

Me levanté y caminé apresuradamente hacía el bosque ya que no quería asustarlo al momento de levitar, así Noah pensaría que era otra habitante al igual que él.

—¡Espera! —Escuché a Noah gritar. Me detuve y comencé a buscar la manera de librarme de él.

—Por favor, espera —rogó estando cerca de mí.

«Por favor, déjame ir. Por favor…». Rogué para mis adentros.

—¿Quién eres? —preguntó. Me di la vuelta lentamente para encararlo—. ¿Cómo sabes mi nombre? ­­­­―Continuó preguntado.

Abrí la boca y traté de responderle, pero todavía me debatía entre cumplir mi función o no cumplirla, ya que había cometido el grave error de interferir en sus decisiones y en su vida.

—Yo… —No pude continuar. La desesperación de protegerlo, ocultándome en el bosque, me ahogó. Y en un intento desesperado me di la vuelta rápidamente para dirigirme al bosque hasta que la mano de Noah me detuvo tomando mi brazo con fuerza, provocando una serie de sensaciones recorrieran mi cuerpo gracias a su tacto hasta que estremecerme por completo.

—Por favor, no te vayas. —Volvió a rogar.

Le miré a los ojos, podía ver la mirada de súplica que fácilmente me debilitaba y derretía en mi interior. No entendía que me ocurría, eran sensaciones que nunca antes había experimentado y cada vez más me estremecía y me confundía.

—Yo, no puedo —dije finalmente.

—¿Por qué? —Quiso saber.

—Porque no debería estar aquí, ni mucho menos hablar contigo. —dije empuñando mis manos mientras miraba el suelo.

—¿Qué te lo impide? —Le miré a los ojos cuando hizo aquella pregunta.

—Por tu bien, suéltame por favor —imploré.

Él soltó mi brazo y me miró de pies a cabeza. Mi brillo se apagó un poco ya que no quería dejar de sentir su tacto.

Su mirada intensa me hizo sentir nerviosa y desprotegida, casi desnuda frente a sus ojos. Me abracé a mí misma mientras miraba el suelo esperando acabar pronto el encuentro que nunca debió haber sucedido entre nosotros dos.

—Tú eres igual a mí —dijo Noah en un tono de voz muy contento. Luego comenzó a quitarse los trapos que le cubrían por completo y al hacerlo pude ver su enorme sonrisa, radiante e impecable—. ¿Ves? —Me dijo sonriente.

Se le veía muy feliz de que yo me pareciera a él y me alegraba que Noah no me rechazase, mas no sabía que él había absorbido parte de mí y por ello había concebido ese aspecto del cual todos huían de él.

«Todo por mi culpa». Entristecí y mi luz se apagó un poco más.

—¿Qué te ocurre? —preguntó mientras en su rostro se reflejaba la preocupación.

—Por mi culpa, has sufrido y por mi culpa, casi mueres… —dije entre susurros, mis lágrimas rodaban una a una por mi rostro.

—¿A qué te refieres? —Frunció el ceño.

—Soy Luna… ¿me recuerdas? —Noah me miró confundido―. Pero todos me llaman Diosa Luna ―dije tímidamente.

Noah ya no estaba confundido es más se había sorprendido e incluso pasó su mano sobre su cabello.

—No puede ser… ¿tú eres la del cuento, la Diosa Luna? —Negué con la cabeza.

—Los habitantes me llaman así. Pero yo, solo me llamo Luna —Bajé la cabeza—. Perdóname… —susurré.

―Con razón no me explicaba tu luz… pero… ¿por qué te disculpas? ―Dijo Noah algo confundido.

—Por culpa de mis errores tuviste que sufrir mucho al nacer. Yo me he sentido culpable desde entonces, sé que no me entenderás y no importa, siempre supe que no lo harías ―dije mientras me abrazaba a mí misma, abrazando el temor que me envenenaba, abrazando el miedo de que él se enfadara y nunca me perdonara.

Comencé a llorar no quería que eso pasara. Hasta que sentí la mano de Noah tomando mi mentón para levantar la vista y mirarle a los ojos. Su mano acaricio mis mejillas logrando quitar las lágrimas y al mismo tiempo acariciándome muy suavemente mientras admiraba mi rostro.

—No llores. Aunque te vez bonita así, no es bueno llorar tanto —dijo Noah absorto mirando mis mejillas mientras las limpiaba con la mano.

—Yo… ―Quise hablar.

—No pidas perdón… —Me interrumpió—. Te agradezco por cuidar de mí y por darme una buena vida. —Esta vez me miró a los ojos―. Gracias. ―Me sonrió.

Me perdí en sus ojos rojos y en aquella sonrisa. No podía creer que sus palabras me traerán paz en un instante, lo cual me dejaba atónita y sin explicación.

Lo que él hacía era… inexplicable.

Noah me sonreía ampliamente pero luego su rostro poco a poco se fue relajando para mirarme a los ojos y mantenerse en ese estado por un largo tiempo que sentí que realmente todo se había detenido por una eternidad.



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En el texto hay: amor, fantasia magia, relato

Editado: 25.04.2019

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