Hijo de la luna

Ultimo error *Final*

Me mantuve derecha con las manos empuñadas a los costados, esperaba su reacción, pero mi padre Nébula, no dijo nada ni hizo nada por un breve momento.

Ese momento alimentaba la tensión en mi cuerpo, que me entumecía y volvía a mi respiración pesada y difícil de realizar, sintiéndome ahogada ya que mi vida se iba que cada respiró dejándome en un estado de completo terror y preocupación.

Lo que estaba haciendo era una locura pero no me importaba, con tal de que Noah no sufriera a causa mía.

—¿A qué te refieres hija mía? —Finalmente preguntó en un tono calmado. Respiré profundo para responder.

—Padre, he cometido errores, muchas de las cuales no tienen perdón. —Bajé la mirada muy avergonzada—. Por lo tanto vengo a recibir mi castigo, pero no sin antes pedirte algo… el perdón, el perdón pero para una vida en especial. —El nudo en mi garganta y las lágrimas comenzaron a dificultar la tarea—. Por favor, perdona esa vida padre. —rogué aun con la voz quebrantada.

Era horrible estar en ese estado ya que sentía que la amargura que nacía en mi pecho, se extendía por todo mi cuerpo, abarcando en especial mi garganta volviéndome pesada y débil ante la presencia de mi padre.

Tan horrible era ese sentimiento que me afectaba incluso en mi voz y eso me asustaba porque los sentimientos que tanto sufrían los habitantes, eran muy poderosos y caóticos.

Respiré profundo y suspiré ante mi tención. Levanté la vista, mi padre, a pesar de que era demasiado radiante, pude sentir sus ojos posados en mí sintiendo como examinaba cada una de mis reacciones inquietándome al instante.

—Dime —dijo en tono potente y sin el mínimo rastro de furia—, ¿qué has hecho como para castigarte? —Respiré nuevamente y comencé a explicarle.

Me apresuré a decir toda la verdad sin ocultar nada, explicando todo detalladamente. Mi padre se mantuvo callado y atento ante mi voz.

***

Una vez terminado, respiré profundamente, recuperando el aliento después de esa apresurada explicación. La tranquilidad de mi padre no me agradaba y me alarmaba muchísimo ya que no tenía ni la más mínima idea de lo que podía decidir.

Podía ver la silueta de sus manos luminosas sosteniendo su cabeza, mirándome detenidamente asegurándome de que en realidad ni pestañaba para observarme muy minuciosamente.

Traté de mantener mi postura pero cada vez se me hacía más difícil y complicado.

—Por favor padre, no extingas su vida —rogué.

—Lo siento hija… pero no lo puedo perdonar. —Mis ojos se abrieron de la impresión.

Me desplomé en mi sitio y me aferré a mi vestido blanco largo que siempre usaba. «No puede ser… ». Pensé aterrada.

—¡Por favor! —Rogué elevando la voz—. ¡Por favor padre! —Volví a implorar.

—¡Basta! —Nébula calló mi suplica con su potente voz—. Lo que has cometido no tiene perdón, ni tu ni él serán salvados. —Rompí a llorar.

—Por favor padre… déjalo vivir… —dije entre el llanto—. ¿Qué no lo entiendes? Si él muere, yo estaré más que destruida y la culpa me atormentara eternamente —dije aun postrada en el suelo.

Los recuerdos de la difunta madre de Noah vinieron a mí, me asemejaba mucha a ella y rápidamente comprendí el dolor que ella tenía al no tener un hijo, pero mi dolor no era exactamente ese, si no, el dolor de no salvar a una vida en especial; a Noah.

—Por favor padre… —Luego una idea desesperada cruzó en mi mente— ¡Dame su castigo! —grité con esperanza.

—¡¿Luna?! —Mi padre se impresionó.

—¡Si! —Afirmé con desesperación— ¡Dame su castigo! —Volví a decir.

—¡No! —La respuesta de mi padre fue seca. Y en otro intento desesperado…

—Entonces, si Noah muere yo también moriré —amenacé.

Aquello causó efecto en mi padre. El me miró con sorpresa y luego con ira.

—No te atreverías —Nébula pensaba que no era capaz, pero se equivocada ya que no era la misma Luna de antes.

—Lo siento padre, pero lo haré —dije en voz baja y con la mirada vacía.

Mi padre se mantuvo pensativo por un momento mientras yo me encontraba temblando con violencia. Lo que había hecho fue impulsivo pero lo hacía para que al menos Noah se salvara y yo encontrara la paz.

—Bien, ese habitante se salvará y tú recibirás su castigo incluyendo el que ya estaba por imponerte. —Asentí antes las palabras de Nébula y me incorporé para mantenerme firme y preparada para el castigo.

—Luna —comenzó mi padre con voz autoritaria—, se te castigara por el incumplimiento de tus funciones, quitándote tu puesto como vigilante y alumbrador de la noche, en la esfera que te asigné. No volverás a tu sitio, tu casa, la esfera nocturna. Nunca volverás a ser una vigilante. —Me estremecí ante esas últimas palabras de mi padre—. Y tu vida, será extinguida para siempre.



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En el texto hay: amor, fantasia magia, relato

Editado: 25.04.2019

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