La idea inicial, ante las tareas, fue la propuesta de separarse, pero Raff y en especial Ady, quien no por nada era una amante de las películas de terror, se negó a dicha propuesta. Pues, era de sabido, que en situaciones donde el bienestar de un grupo peligra, la peor idea era separarse. Y si bien, aquella no era una película de terror, prefería no arriesgarse de ese modo.
Nil tradujo con facilidad la primera misión, y esa era la de obtener el fuego escarchado. Aquel nombre, hacía mención a algo que ni siquiera parecía posible existir.
—¿Qué es el fuego escarchado? — Preguntó Bald
Para sorpresa de Raff y Ady, al parecer el termino era incluso ajeno a las quimeras del otro mundo.
—Es una extraña amalgama de los habitantes del hielo — respondió Skaev quien parecía ya estar pensando en como llegar hasta los territorios helados.
— ¿Habitantes de hielo? — insto esta vez Ady
—Los habitantes del hielo que hay en los extremos de este mundo, son seres extraños y puede aparecerse en cualquier lugar donde exista hielo- explico el viejo lobo con paciencia
—Nil, ¿Por qué quieren el fuego escarchado? – Skaev se dirigió a la pequeña ninfa quien se sobresaltó de oír su nombre
—Ah, bueno, creo saberlo
—Habla de una vez — insistió el mayor
—Huy que mal genio — murmuró la pequeña ninfa antes de responder — Los Fugulvand según sé, tienen un tratado de paz con los del pueblo de hielo, para que en invierno no congele sus aguas, ellos les proveen de peces durante el año y ellos no congelan sus aguas en invierno.
—Donde encaja el fuego ese en toda esa historia — Interrumpió Raff, ganándose una furibunda mirada de la ninfa
—Déjame terminar – gruñó esta — para cerrar ese pacto, el pueblo de hielo les envió de regalo el fuego escarchado y ellos les dieron una perla de luz, ese es el símbolo de la realeza de los Fugulvand
Si bien la historia fue perfecta para saber del objeto, no tenia sentido en el porqué buscaban el fuego escarchado, se supone que dicho obsequio debería estar en poder de las Fugulvand
—Quizá es una petición tramposa — sugirió Bald analizando la situación
—No lo es — dijo segura la ninfa — hace ya muchos años, cuando yo era pequeña, se extendió el rumor de que unos duendes habían robado dicho artefacto, cuando salía de las aguas como cada invierno
— ¿Unos duendes superaron a un grupo de soldados Fugulvand? — Skaev se esforzó por no reir ante tal propuesta.
Incluso, Rafff y Ady que recién conocían todo eso, se les hizo graciosa la premisa, puesto que debían admitir que los soldados Fugulvand se veían mucho mas amenazadores que unos duendes, ¿Cómo se logró dicha hazaña?
—Al igual que tú, nadie creyó ese rumor — prosiguió la ninfa — pero si ahora ellos lo piden, supongo que es verdad
Después del paso de la incredulidad, Nil relato todo lo que sabia de dichos rumores, al parecer, era un grupo rebelde de duendes que habitaban en esos bosques. Su tribu era conocida por saquear objetos brillantes sin distinción de especies.
— ¿Les roban incluso a humanos? — preguntó Ady, Nil solo asintió
—Bien, entonces necesitamos una carnada que se vea brillante o al menos bonito, creo que eso suelen buscar — dijo Nil mientras organizaban el plan.
El plan era simple, uno de ellos tendría que caminar solo por el bosque como si fuera alguien que solo esta dando un paseo. Luego sentarse bajo un árbol y fingir quedarse dormido.
Cuando el duende apareciera y se llevara el artefacto, dos de ellos lo seguirían hasta su tribu, vería donde guardan los objetos y entraría a buscar el fuego escarchado. El plan sonaba relativamente simple, claro que el principal reto era encontrar el objeto que usarían para llamar la atención de los duendes.
—Y si usamos mi gema — propuso Raff sacándola de su bolsillo
—Ni lo pienses, las gemas son muy valiosas como para hacer eso, necesitamos algo que pueda hacer ruido para al menos asegurarnos que se acerquen
Ady creía tener el objeto perfecto para esa opción, era algo que hasta el momento no reveló, pero ya que estaban ahí, de nada valía aferrarse a ello. Ady sacó de la bolsa que cargaba, un pequeño celular con la pantalla destruida.
—Estoy segura que al menos tiene un poco de batería para hacer algo de ruido
Ady había encontrado su celular, el día que abandonaron su cabaña. Lo encontró bajo los escombros de su habitación y por alguna razón, decidió llevárselo. En todo ese tiempo no probo encenderlo, además, con lo maltrecho que estaba, seguro que ni encendía.
Aun así, en aquel momento decidió probar. Presiono el botón de encendido un buen rato hasta que la pantallita brillo. Con la pantalla prendida y contra todo pronóstico, aquel objeto funcionaba.
—Es perfecto, eso nos sirve — afirmó Skaev.
Así lo hicieron, Ady ocultó sus cuernos lo mejor que pudo, usando su cabello, y con el celular en mano caminó por uno de los senderos cerca del lago. A pesar de todo, logró hacer que el celular reprodujera algo de música.
Con la mirada al frente y tratando de sacar sus nulas habilidades de actuación, Ady caminó un tramo del sendero, luego, fingiendo estar agotada, se sentó apoyada en el tronco de un árbol y cerró los ojos dejando el celular sonando a su lado.
Uno…dos…cinco…diez…treinta. Ady contaba el paso del tiempo, los demás la observaban a cierta distancia. Pero nada parecía suceder. La castaña comenzaba a impacientarse, cuando el repentino olor ha guardado llego a su nariz. Al olor, le siguieron los ruidos del pasto crujiendo bajo un peso. Ady entreabrió un poco los ojos, solo para ver una manita callosa con uñas negras como garras, extenderse y tomar el celular para luego salir corriendo.
Funcionó, el plan estaba en marcha. Skaev y Raff fueron los designados en seguir al pequeño duende hasta la guarida de su tribu. Era fácil seguirlo gracias a que el celular seguía emitiendo el sonido de la música.
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Editado: 07.09.2024