—Ellos se han quedado atrapados en una eterna repetición de su muerte por cuarenta y siete años ¿Mi espada será suficiente para darle un fin a esta agonía? — se cuestionaba al ir por el misterioso hombre —¡No! ¡No es momento de dudar! ¡Tengo que hacerlo por Dimos, Sablon, Lermin y para volver a ver a mi padre!
El agitado corazón de Erina pedía su compensación ante el sufrimiento con la sangre del poseído Mirán, sin embargo su arma no podía avanzar más, a un metro de este individuo no podía darle el golpe mortal, era como si tuviera alguna clase de escudo invisible, Erina continuaba intentando lograr pasar por aquella fuerza anormal.
—¡No me puede pasar! ¡No me puede estar pasando! ¡¡NO!! — gritaba sabiendo que sus esfuerzos eran en vano, nada podía hacer en su contra.
La guerrera cayó arrodillada resignada a un fatídico final, miraba su arma contemplando el suicidio para evitarse el sufrimiento que parecía inevitable.
—¿Era acaso está la aventura que ansiaba? Parece que mi estúpido deseo fue el causante de mi desgracia — observó al heraldo de Hill's Mortem, él dejaba caer lágrimas, esto la impresionó.
Los labios del individuo parecían pronuncia una palabra, Erina logro comprenderlo, pero no sé explicaba el por qué lo dijo, la palabra era Alastor.
La guerrera notó que su alrededor era tragado por la negrura, solo algunas partes se salvaban de perderse en la nada, eran las zonas cercanas al fuego, el cuerpo de Sablon logro evitarlo, pero seguía avanzando a la torre, Erina tuvo que levantarse para evitar ser absorbida por la anomalía, pero era llevada al cristal, ahora este no parecía tan grato como hace poco, sus innumerables ojos parecían ansiosos por tenerla.
—¡No quiero! ¡No puedo! ¡Quiero venganza! ¡¡QUIERO HACERLO PAGAR!! — bramaba aún con su la esperanza de lograr cumplir su meta — ¡Si tan solo tuviera la fuerza! ¡¡LO HARÍA SUFRIR!!
Erina se preparaba para arrojarse contra el poseído Mirán, aún si eso significará tocar el piso que había sido envuelto por la oscuridad antinatural, pero antes de que lo hiciera un peculiar sonido vino detrás de ella, al verlo no tuvo palabras era el cristal comenzaba a liberar llamas de su interior, su boca se abrió liberando un espectro llameante, el fuego que había en la sala comenzó a iluminar de forma inusual, era una luz de calma y seguridad, el espíritu fue atraído por los sentimientos iracundos de Erina, al irse acercándose se iba consumiendo, la guerrera no pensó en sus acciones, solo levantó tu espada a la figura de fuego, el cual se volvió una llama, bajando por el arma tomando la forma de una serpiente, era realmente veloz llegó a su boca antes de poder reaccionar, introduciéndose en ella, su temperatura se elevaba, ella tosía intentando expulsar a la entidad, al ver qué su esfuerzo era en vano se revolcó ante el dolor infundido a su cuerpo, podía sentir que algo en su interior la quemaba, su visión borrosa vagaba sin aparentemente fin, hasta dar con Mirán al solo verlo su mente hervía de rabia, su dolor fue desapareciendo ahora sintiendo el cuerpo mas ligero se incorpora para arremeter contra el recipiente de Hill's Mortem.
Dando un grito cargado de enojo atacó, pero las cosas habían cambiado drásticamente, el hombre ahora eludía la espada temiendo de su mortal acero, Erina parecía disfrutar su nueva posición ahora llena de goce perseguía al escurridizo Mirán, sin darse cuenta de que sus manos ardían en llamas. Una puerta se levanto del suelo de la torre, la guerrera la recordaba era el portal que la llevo a la infernal mazmorra, la puerta se abrió por voluntad propia, solo mostrando una infinita oscuridad, ella pensó que sería una trampa, pero entonces escucho.
¡¡Erina!! ¡¡Sal!! ¡¡Soy yo tu padre, Marlon!!
Su furia se desvaneció, ignorando a Mirán que estaba al borde de la torre sin escape, ella camino con calma, la cual desapareció en un instante sabiendo que su única familia debió ingresar al temible castillo.
—¡Sal! ¡HUYE! ¡¡SÁLVATE!! — bramo a la nada, no hubo respuesta a su desesperado grito.
—No puede pasarle lo que a Sablon.. o Dimos.. — daba por muerto a su compañero al no ver señales de este, su mente se perturbaba ante los horrores que podrían estar pasándole, pero recordó las palabras de su padre.
—En la aventura solo puedes seguir a tu corazón, muchas cosas pueden ocurrirte tu mente podría nublarse, por ello no pienses solo haz lo que te dicte tu corazón — hacia tantos años de esas palabras, pero pesaban lo suficientemente para dictaminar sus acciones, ella cruzo el portón a la oscuridad.
Los troncos se habían terminado, los hombres de Eastwood tiraban las escaleras cada que podían, pero eran demasiados el ejército de Solomon comenzaba a invadir los muros, las flechas de los defensores lograban hacer caer a varios guerreros, pero era un esfuerzo en vano sus números no parecían tener fin, Ernes combatía con todo lo que tenía, despachando a tres hombres a la vez con solo dos dagas, a su lado el Barón Eastwood empujó a uno de los enemigos con su hombro llevándolo al suelo junto a la escalera a sus espaldas y los hombres en ella.
—Crei poder resistir el asedio, pero claramente subestime a mi oponente — contaba dolido a Ernes, este último se sorprendió — solo ganaba tiempo hasta la llegada de mis hombres, no creo poder confiar en los seguidores del Conde.
—Suena a qué ese Conde es alguien temible. ¿Por qué molestarse en defender un castillo por él? — pregunto cortándole la muñeca a uno de los enemigos y tomando su espada en el acto.
—Por mi estúpido ego de caballero — respondió cortando con saña a otro intruso — me comprometí con su hermana, pero descubrí que el bastardo la torturaba de cientos de formas y pretendo salvarla entregándole este lugar.
—¡Vaya que eres un estúpido hombre de honor! — lanzó sus dagas a un intruso que subía por las escaleras — Si yo fuera tu me habría marchado dejando a esa mujer a su suerte — pensó con más detenimiento y continuo — o al menos le habría dado una daga para matar a su propio hermano.