—¿Una espada envuelta en llamas? — Solomon estaba perdido en la imagen de Erina quien salía del castillo — ¿Eres tú? ¿Mi viaje a llegado a su fin?
Solomon estaba ansioso, sin notar que el mago que trajo se encontraba aterrado.
—¡Es el castillo! ¡La verdadera amenaza es el castillo! ¡La mujer solo fue vomitada por está monstruosidad — su piel se adquirió un tono pálido ante el miedo, su cuerpo temblaba, había sido testigo de como está presencia abría sus fauces, sus pensamientos se volvían más desesperados — ¡Nunca debí aceptar el soborno de Solomon! ¡Debí informar a la Orden de Magos! ¡No solo la guerra contra los dragones es el único peligro!
¡Mira eso Cilan! ¡Solomon nos facilito todo! ¡Su cabeza, la de su pirómano mago y el castillo! — la confianza del Barón Emil estaba por las nubes.
Cilan disparaba contra el pequeño grupo que apoyaba a Solomon facilitando el avance de su amigo quien portaba su arma predilecta, su estela del alba.
—Hacia mucho tiempo que el no la usaba, el arma mágica de su familia, hecha por mi padre hace más de quinientos años — pensaba admirando el arma plateada, el cual poseía un brillo propio — supongo que no le dará oportunidad alguna al mago, es bastante peligroso y el arma es capaz de una gran devastación. Mi padre forjo "La caída del imperio" con la intención de proteger a su amigo en su ausencia, este objeto bélico es capaz de tomar los remanentes de magia esparcidos por la zona y usarlos para incrementar el daño; solo a sido usada por su familia cuatro veces al ser un arma tan imponente y es la causante de la existencia de la ciudad amurallada, la cual solía ser una villa, hasta llegar un Lord con su inmensa riqueza, el huía del portador de "La caída del imperio" así que tomo el control y mando a levantar los inmensos muros, en un intento defensivo.
Alexis al ver qué sus camaradas eran derrotados sin oponer resistencia decidió hacerle frente a Emil, separándose de Solomon.
—¿Qué estás haciendo? ¡Estamos por tomar el castillo! — intentaba hacerle entender que esos dos no eran importantes.
—Mi señor, mírelos atentamente — dándoles mayor importancia pudo notar su razón — es el Barón Emil y trae consigo a "La caída del imperio", si llega al castillo será peligroso.
—Te dejaré a Emil, yo iré por Eastwood y el castillo — le confío la tarea, retirándose del lugar, esto hizo sentir feliz al guerrero.
—Confié en mi, no lo defraudaré, haré valer mis sentimientos por usted — se fue contra el Barón estando en desventaja.
Diez años atrás Alexis vagaba por las calles de Ardemis con un aspecto demacrado, tenía varios hematomas, su cabello castaño lograba ocultar la mayoría de su rostro, pero no sus notorias ojeras, su ropa estaba sucia y con un potente hedor, el joven de dieciséis años le había tocado vivir la vida de un mendigo al perder a sus padres por una enfermedad que azoto su tierra natal; su estómago rugía por comida, lo que lo obligó a ir a la calle del mercado, allí estaban varios vendedores, ofreciendo sus carnes, frutos y toda clase de alimentos.
Los ávidos ojos de Alexis buscaba no un puesto, sino un comprador descuidado del cual aprovecharse, fue cuando vio a Solomon quien se encontraba charlando con otra persona muy animadamente, descuidado su saco repleto de carne, el joven corrió tomando la comida, el fornido guerrero aún pese casi perder por completo la bolsa alcanzo a levantarla con todas sus fuerzas, Alexis al no darse por vencido es arrojado con todo y la carne, pero logra caer de pie, para volver a echarse a correr, resultando en un enfrentamiento de fuerza.
—¡Debes estar bromeando! ¡¿Cómo puedes resistir con lo poco que tienes en la mano?! — pero la desesperación llegó cuando notó que Solomon solo usaba una mano.
—Tienes mucho vigor, para ser alguien tan escuálido — sus despreocupadas palabras marcaron el final de la contienda.
Solomon en aquel tiempo se dejaba el cabello hasta los hombros, pero sobretodo no poseía su pesada aura, de hecho era todo lo contrario, toda persona a su alrededor era envuelto por un sentimiento de calma y calidez, brindando un ambiente de confianza, esté fue el caso con Alexis, quien no podía evitar sentirse apenado, al haber sido invitado a comer al comedor exclusivo de los aventureros.
—¡Vamos aliméntate! ¡Soy Solomon! — hablaba con la boca repleta — ¿Cuál es tu nombre?
—Soy Alexis. ¿Esta bien que coma? Yo.. yo trate de robarte — el joven evitaba mirar la comida.
—Si y fuiste asombroso — dejo en el plato vacío el hueso de la pierna que comía — quiero decirte que posees una fuerza sin igual, aún en tu estado arremetiste en mi contra, incluso mandándote por los aires.
—Yo..
—Quisiera te unieras a mi en mis misiones — la propuesta dejo sin habla a Alexis — claro sería cuando ganarás peso y te diera el entrenamiento indicado ¿Qué me dices?
—¿Piensas que yo soy especial? ¿Yo? — no podía aceptar tales halagos o sentirse orgulloso y aún menos al ser acreedor a tanta confianza — yo no soy nada especial, solo un pordiosero, uno entre miles.
—Te equivocas, tu eres único, eres capaz de lograr cosas que ningún otro podría; solo déjame ayudarte — estiró su mano al andrajoso.
—Tu eres el único que me trata como un igual, aún con este estado tan lamentablemente — pensaba mientras lloraba — Solomon tu qué apenas tienes unos años más que yo, me demuestras tener más consideración que todo con los que me he encontrado. Te juro nunca defraudarte.
Ahora el Barón Emil descargaba su lucero del alba, Alexis notó al último momento el inusual brillo, un abrumador absorbió veinte metros del lugar donde atacó con el arma mágica, algunos vestigios de hombres quedaban en la zona, solo sus botas y parte de los huesos de sus piernas, eran alrededor de veinte pares y un guerrero perdió una pierna al estar al límite del alcance del inesperado ataque, el sitio más afectado tenía un pequeño cráter del cual despedía aún vapor de la intensa descarga mágica, Eastwood, Solomon, Emil y todos en el campo de batalla quedaron horrorizados al ver el temible poder de "La caída del imperio".