The Trap

Esta historia empezó mucho tiempo antes del arribo de Alastor y su grupo, mucho antes de los poemas épicos de Cordeth y las hazañas de Monfer el enano. 
Todo comenzó cuando el señor de esas tierras Walter tuvo su primera cana, el tenía su gran castillo sobre una montaña, a sus pies se encontraba una próspera villa, pero aquel hombre miro su pálido pelo afligido, dolido de la cruel realidad, todo lo que logró por tanto tiempo sus tierras y sus riquezas, todo resultaban ser que su gran reino fue levantado sobre pilares de sal, pilares de arena de los cuales estaban destinados a derrumbarse. El señor de esas tierras se encerró solo en su castillo por tres días enteros.

—He probado los mayores sabores que esta vida humana es capaz de dar, disfruté cada segundo de mi poder y posición privilegiada — decía con regocijó en la sala real que estaba totalmente vacía, su rostro cambio repentinamente, la amargura lo tomo — ¡Pero la vida me ha escupido en el rostro, se ríe la muy desgraciada pues mi final será como el de cualquier campesino inmundo!

El silencio se apoderó del castillo de Walter ya no hablo más, pero en una noche vino a él, su abominable idea llegó, al día siguiente llamo a un archimago para cumplir su deseo.

—Deseo tener vida eterna, ser la cima máxima de la perfección, más allá de cualquier ser humano y aún más que los agraciados elfos — los ojos de Walter relucían al hablar de su egoísta meta — Un Dios... Eso es lo que quiero, nadie es más apto para tal lugar — miro con agudeza al archimago de quién no esperaba alguna negativa — ¿Puede hacerlo? Volverme dios.

El archimago era un señor ya entrado en años, de larga barba gris pero de ojos resplandecientes de sabiduría, él acarició su barba y asintió.

—Muchos hombres no son capaces de escuchar la verdad, se vuelven iracundos, imprudentes y la gente habituada al poder es peor — eso hizo que el archimago tomará acciones prudentes a su vista, engañando al señor de las tierras.

Esa noche Walter y el archimago hicieron un hechizo, volviendo la noche en una tempestad antinatural, azoto sobre la villa temibles vientos de santana, truenos retumbaban en la noche clara, el suelo retumbaba de dolor advirtiendo del peligro, desde entonces nadie supo más de Lord Walter señor del castillo de Hill's Mortem, ni del archimago, pero la tierra jamás pudo olvidar y menos perdonar, ya que desde ese día nunca nada se dio allí, no brotaba maíz, los arboles se pudrieron, el verde se perdió para nunca más volver a Hill’s Mortem, en cambio llegó la peste y la enfermedad, el comercio tampoco próspero con la desaparición de Walter, los pobladores huyeron, otros pocos se quedaron sufriendo por la hambruna, la muerte era el único eterno residente de esas tierras.

—¡¿Pero que dices Fedell?! — Alastor estaba nervioso por las palabras de su compañero, sin notar que Leilla estaba bastante atrás intranquila del sitio.

Escurridizos látigos sujetaron la pierna de la aventurera, para pronto también detener sus demás extremidades, sus gritos llamaron la atención de sus compañeros, los cuales notaron como unas estalagmitas mostraban hileras de sus mortíferos dientes eran monstruos y estaban hambrientos, para la mala fortuna del grupo habían llegado en medio de la manada de arkeds, criaturas que aparentaban ser piedras sin ojos, pero con un sentidos desarrollados que le permitían sentir las vibraciones de la tierra, estos estiraban sus múltiples extremidades delgadas en búsqueda de su próxima comida, ellos.

—¡Joder! Los debí ignorar, debemos.. — Fedell intento crear un plan de ataque, pero Alastor quien llevaba a Mirán en su espalda se arrojó contra los innumerables tentáculos.

Su espada era apropiada para el combate en lugares pequeños, pero en este caso los arkeds tenían la ventaja por sus largos miembros, aprisionaron las piernas de Alastor, antes de que su espada liberará a Leilla.

—Si esto sigue así todos acabaremos devorados por ellos — el guerrero vio como su compañero apuntaba al otro extremo de dónde estaba él — ¿Qué es lo que intenta?

Libero dos halos de luz que golpearon el suelo, los arkeds liberaron al aventurero intentando atrapar la fuente del sonido.

—Ya veo, el sonido si me muevo volveré a ser atrapado — frente a él estaba una de las criaturas — son más de diez, si matamos sin pensar los otros mataran a Leilla creyendo que fue obra suya, la clave debe ser la confusión para salvarla.

“Alastor debes ser capaz de matarlos, yo los distraere, libera a Leilla”

La voz que escuchaba en su mente era de Fedell, el aventurero se sorprendió pero sabía que no tenía tiempo para perder.

Más ases de luz arremetieron contra el suelo confundiendo a los arkeds, sin dudar corto al que tenía frente, siguiendo adelante continuó partiendo a la mitad a cada monstruo en su camino, una de las bestias sujetaron la pierna del aventurero, en su desesperación había extendió sus miembros ya entonces jalo hacia sus fauces.

—Si así lo quieres — exclamó para sus adentros, se impulso con su otra pierna, enterrando su espada en el interior de la boca del monstruo, siendo liberado — debo tener más cuidado, si hubieran sido dos no estaría vivo.

Ahora cortaba con mayor importancia los largos tentáculos, hasta llegar al cuerpo de los arkeds, entre el caos de magia resplandeciente y muy sonora maniobraba Alastor dando cortes a diestra y siniestra, Leilla no estaba tan lejos ahora, solo debía arremeter contra tres criaturas más.

—¡Lo lograre! — soltó una estocada matando a otro monstruo, una gran cantidad de tentáculos libero a Leilla.

El ataque que confundía a los arkeds se prolongó más de lo debido, uno de estos comenzó a entender lo que ocurría a su alrededor, los sonoros ataques al azar ocultaban a alguien que se encargaba de matar uno a uno a los suyos y ahora que los sonoros ataques sonaban las cercas le tocaba a él, presto suma atención a todo lo que se moviera, descubriendo la posición de Alastor a medio metro de la criatura, la espada fue por su cabeza pero el arked se escondió bajo tierra, evitando la muerte.