Caleb
El jardín en el que George y Susan decidieron hacer la ceremonia no está mal, incluso con todos los arreglos y adornos que le hicieron, aun puede verse su belleza natural.
Sé que este lugar le pertenece a la familia de Susan y quizá eso es lo que no me deja admitir por completo lo genial que es este sitio, pero sé que de estar Kathleen aquí, le encantaría.
George y Susan están en el altar, se sonríen cada que sus ojos se encuentran igual que una pareja de adolescentes. Están tomados de las manos uno frente al otro mientras el oficiador habla.
Trevor está a un lado de George y mira a su madre con una gran sonrisa, parece bastante feliz, satisfecho incluso. Aún no me agrada, encuentro bastante molesta la forma en la que intenta ver todo de forma tan positiva, pero creo que puedo llegar a soportarlo si no tengo que convivir con él a diario por el resto de mi vida.
Susan se acerca a George y lo besa antes de que todos se levanten y comiencen a aplaudir con mucha euforia, supongo que me he perdido los "si, acepto" y todas esas palabrerías que se dicen en las bodas.
Me uno al ánimo general porque, a decir verdad, si estoy feliz por mi padre, me parece que he podido dejar a un lado mi aversión por George. Creo que una vez más Kathleen estaba en lo cierto, fue buena idea venir aquí.
Todos caminan hacia un techo enorme que ayuda a cubrir del sol las mesas que están adornadas con rosas color lila. No he preguntado al respecto, pero estoy muy seguro de que todos los adornos han sido idea de Susan porque no hay forma en la que un Meadows tenga tan buen gusto.
—Fue una ceremonia bastante hermosa—digo cuando George se acerca a mí con cautela.
Él me analiza durante un momento, antes de sonreír abiertamente como cuando era pequeño y lo acompañaba la cochera a construir algunos muebles que mamá quería.
—No prestaste atención a nada, ¿no?
—Ni una palabra—admito devolviéndole la sonrisa y sintiéndome más relajado—, pero noté los adornos.
—Todos fueron idea de Susan.
—Tiene buen gusto, supongo—me encojo—, la verdad es que no sabría decirlo, no soy decorador de fiestas.
—Supongo que la experta en esto es Kathleen—me mira con intención—, creí que te acompañaría.
—Si, sobre eso, ella y yo...
—George, aquí estás.
Susan me interrumpe, aunque no es que me moleste demasiado porque me ha salvado de un tema incómodo, más para discutirlo con George.. Ella toma la mano de George y luego sus ojos hacen contacto conmigo llenándose de culpa al instante, creo que ni siquiera había notado que estaba aquí con él.
—Por favor, díganme que no los interrumpí a mitad de una conversación.
—Definitivamente no nos interrumpiste a mitad de una conversación—bromeo tratando de parecer totalmente dispuesto a tratarla bien. No es que no quiera hacerlo de todas maneras, es solo que tengo un dolor en el estómago que me hace la tarea difícil—. Soy Caleb, George es...
—Tu padre, si, lo sé, él habla mucho de ti.
Sus palabras suenan sinceras y puede que le crea un poco mientras estrecho su mano.
—Espero que diga cosas buenas, aunque no siempre las sienta de verdad.
—Caleb...
—Está bien, George—les sonrío con sinceridad—, solo bromeo—alguien lo llama y él se disculpa con nosotros antes de plantarle un beso en la frente a su ahora esposa y dejarnos solos. Miro a Susan—. Supongo que ahora somos familia... o algo parecido, espero que podamos tratar de llevarnos bien y todo eso.
—Si, totalmente—Susan desvía la mirada un segundo, toma un poco de aire y luego comienza a hablar—. Significa mucho para tu padre y para mí que hayas decidido venir. Sé que lo que le hicimos a tu madre estuvo mal y no sé si ella te lo dijo, pero antes de que comenzáramos a planear la boda, hablé con ella.
Mi cuerpo se ha puesto tenso a una velocidad que no creía posible, trato de calmarme respirando profundamente.
—¿Ah, si?
—Si, y no puedo regresar el tiempo y actuar distinto a como lo hice, pero si puedo disculparme con ustedes, así que lo siento.
Asiento levemente.
—No lo entiendo, me refiero a lo que nos hicieron, mi familia se desintegró de un segundo a otro y fue su culpa—Susan baja la mirada de inmediato, igual a una niña pequeña—, pero estoy harto de estar enojado con ustedes—ella me mira sorprendida—. Si mi madre pudo superarlo y seguir adelante con su vida, yo puedo hacer lo mismo así que supongo que esto, el estar aquí, es mi forma de decir que ya no me interesa.
George regresa con una mezcla extraña de sentimientos que va del nerviosismo al enojo, aunque no puedo descifrar cuál está ganando.
—No hay suficiente vino para todos.
—¿Qué?—Susan mira hacia los meseros que están sirviendo algunas copas a los invitados—, no, debe ser un error, me aseguré de ordenar suficiente para emborrachar a un ejercito.
—Pues dicen que hay solo unas cinco cajas con botellas.
—Probablemente estén aún en la bodega cerca de la entrada—Susan toma su vestido y lo levanta un poco, decidida a comenzar a caminar, pero la detengo.
—Está bien, yo iré a revisar.
George me agradece por lo bajo, al menos eso creo que dice mientras camino a la bodega con las manos en los bolsillos de mi pantalón.
El área está demasiado vacía, no es que me moleste, solo me parece curioso, aunque no demasiado, después de todo la fiesta está a unos cuantos metros.
La bodega está perfectamente limpia, aunque muy poco iluminada, hay bastantes estantes en las paredes, todos llenos de revistas y herramientas que están cubiertas de polvo.
Al fondo hay una puerta en cuya cerradura están las llaves pegadas, tienen una especie de llavero que no logro distinguir en donde me encuentro parado.
—Ahí estás—Trevor llega a mí apurado con una sonrisa extraña en los labios—, George dijo que necesitarías ayuda, un par de manos extras para cargar.