2 años después.
Busque a Andree por mar, cielo y tierra pero por mucho que la busqué no la encontré.
— ¿Aún nada?— preguntó Yi Yi después de encontrarnos en el bar.
— No.— respondí y bebí un poco del licor que estaba en mi pequeño vaso.
— ¿Hasta ahora no descubres lo que quiere decir esos pañuelos?— preguntó.
Después de que Andree se echó la culpa y desapareció, Yi Yi me entregó los pañuelos que Andree había dejado para mí.Y aunque los vi una y otra vez no entendí el mensaje. ¿Qué me quería decir ella? No lo entiendo, ni nunca lo entenderé. Todos los días veo los pañuelos que bordo pero no encuentro el significado detrás de eso. Regrese a casa y una vez más, como todas las noches revise la caja donde Andree guardo todos y cada uno de los pañuelos.
¿Qué significan estos pañuelos?
¿Los dejaste para que te añorara día y noche?
Otra vez dormí en la sala. A la mañana siguiente desperté con la cara hinchada.
Dónde está Andree para que oculte este feo rostro detrás del maquillaje.
Salí de casa y fui a buscar a la abuela.
Andree les había dejado cartas a ellos, pero a mí no.
Cuando leí sus cartas me di cuenta que ella no dejo de amarme y por eso se iba, porque me amaba.
¡¿Quien entiende esa lógica?!
Me deja porque me ama.
Llegué y una vez más la abuela me recibió, y aunque tenía cara de alcohólico ella me recio fingiendo que todo estaba bien.
— Abuela, quieres que contarte a alguien que se llevé estos hilos de bordar. — pregunté mirando todas y cada una de las cajas que tenía la abuela llenas de hilos.
— ¡No! Déjalas ahí, Andree volverá y necesitará esos hilos. — una vez más clavo una aguja en mi corazón.
— Andree, Andree…— murmuré.
— Estar sentada aquí me hace recordar cuando Andree me contó la historia del soldado y su esposa.— mencionó la abuela mientras buscaba entre sus hilos algo que en absoluto no encontraría.
—¿El soldado y su esposa? — pregunté.
— Sí, trataba… Trataba…— pensó por un momento. — ¡Ah! Si.
La abuela me contó la historia.
“Hubo una vez un soldado que regreso de la guerra, lo nombraron un gran general así que le otorgaron a una esposa. Él amaba a esa esposa, pero más amaba a su espada e ir a la guerra. En casa, su esposa siempre lo esperaba con un lindo bordado y se lo daba cada vez que iba a la guerra. Después de tanto tiempo la esposa murió y el soldado se quedó con todos los pañuelos bordados por la esposa. Él lloro su muerte y noto que en los pañuelos estaba su historia, él lloro aún más al ver la historia de cuando aún eran jóvenes.”
— ¿Ahí termina la historia?— pregunté
— Si, pero a Andree no le gustaba esa versión final de la historia. — respondió mientras intentaba meter el hilo por la aguja.
— ¿Qué versión quería ella? — pregunté.
— La historia sigue el mismo rumbo solo que en el final la esposa le deja una carta para que la busqué en el inframundo. Y es ahí donde se encuentran, ruegan al cielo por una segunda oportunidad y el cielo se los concede. Entonces renacen y se vuelven a enamorar, está vez viven felices juntos en intentar hacer lo posible para que su amor prevalezca.
Pensé un momento en el sentido de esa historia y mi actual situación.
Hasta que note que algo coincidía.
Los pañuelos son la clave.
«EN TIEMPOS DE CRISIS UNOS LLORAN Y OTROS VENDEN PAÑUELOS.»
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Editado: 03.09.2022