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Llegué a la plaza centrar gracias a un conductor de taxi.
Me preguntaba en qué lugar de esta gran plaza se podría encontrar Andree. Caminé un poco hasta que un pequeño niño chocó con mis piernas, él se cayó junto a su paleta.
— ¡Lo siento! — me disculpé y lo ayudé a levantarse. —¿Te encuentras bien?
— Gracias señor. — el pequeño me miró dulcemente aunque parecía perdido.
— ¿Dónde está tu mamá? — pregunté.
El pequeño pensó un momento, miró a todos lados y cuando no halló respuesta dijo.— No lo sé.
—¿Cómo te llamas? — pregunté
— Lewis. — respondió.
— Bien Lewis, iremos con un oficial para que te regrese a tu mamá. ¿Ok?— con mis dedos hice la señal de “ok” y el pequeño Lewis sonrió.
— Está bien. — él tomó mi mano y me siguió. Eso se sentido raro, pero me gustó. Las mujeres que estaban con sus pequeños o solo pasaban me miraban asombradas.
¿Pensarán que soy el padre?
Caminamos un poco más y no veía ningún oficial, el pequeño vio más paletas y parecía que quería una. Decidí comprarle una después de haber hecho caer la anterior.
— Deme una paleta.— hablé al hombre que las vendía.
Él me dio una y se la di a Lewis. Busque un asiento pues sus piececitos no podían con tanta nieve, encontré uno rápidamente y lo ayudé a sentarse.
— ¿Te escapaste de mamá? — pregunté intentando entablar un conversación con un pequeño de aproximadamente cuatro años.
— No. Solo no encontré el camino de regreso. Usted... ¿No venderá mis órganos, verdad? — lamió su paleta y me miró intentado decirme que le responda rápidamente.
En ese momento recordé cuando Andree pensó que vendería sus órganos...
— Alguien me dijo eso, antes... — pensé en voz alta.
— ¿Su novia?— respondió rápidamente.
Di una pequeña sonrisa y respondí.—Sí, mi novia.
—¿Ella lo dejó? — preguntó como todo un experto.
— No... Es solo que... — no halle como explicar la situación.
— ¿Por qué no la busca? — me miró confundido mientras lamía su paleta.
— ¿Buscarla?— sentí que el niño leía mis pensamientos.
— Quizá ella también lo esté buscando. Mamá dice que busquemos a las personas que amemos y nos las dejemos ir.
Ese niño era un experto en el tema o yo estaba muy oxidado. Me levanté y cargué a Lewis para llevarlo a una estación de policía. Caminamos un poco hasta que se empezó a moverse con desesperación.
— ¡Mamá! — él se soltó de mi agarré y corrió hasta una mujer.
Ella volteó y lo recibió con los brazos abiertos y abrazándolo.
Levantó la mirada y la reconocí.
Andree...
«LA FELICIDAD NO OCURRE POR CASUALIDAD, SINO POR ELECCIÓN.»
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Editado: 03.09.2022