5 años antes.
Ingreso a mi habitación apresurado, agarro una mochila y pongo un poco de ropa, solo lo necesario. Reviso mi billetera, hay dinero suficiente. No debería tener prisa, pero la emoción toma el control en mí, es una mezcla extraña de miedo y alegría, imposible de poder explicárselo a alguien.
Tomo la mochila y salgo de mi habitación, bajo las escaleras y me encuentro con mi madre.
-Hijo, ¿estás seguro de esto? –Parece preocupada.
-Es la única manera de saber las respuestas, solo él me lo podrá decir. –Espeto.
-Bien... Solo cuídate mucho. –Se acerca y me da un beso en la mejilla.
-Ya no soy un niño, madre. Sé cuidarme perfectamente, no te preocupes. –La tranquilizo.
Saco mi celular del bolsillo y llamo a un taxi. Salgo de la casa y lo espero fuera. Unos minutos después llega e ingreso al auto.
-Al aeropuerto por favor. –Digo amablemente.
El auto avanza, me siento más nervioso mientras más cerca estoy. Lo único que pasa por mi cabeza es que al fin sabré las respuestas que tanto he anhelado. Y de algún modo, me tranquiliza.
Llegamos al aeropuerto, pago el taxi y me bajo. Paso por registro y luego a la sala de espera. Mientras espero deambulo por las tiendas. Ingreso a una especie de librería y compro un libro que me llamó mucho la atención. Unos minutos después estoy en el avión, saco el libro de mi mochila y lo leo, trato de relajarme, despejo mi mente y me centro en el libro. Pero es imposible, no puedo dejar de pensar en mi padre y en las respuestas que necesito saber. Incapaz de despejar mi mente, me duermo.
Abro los ojos por el movimiento, estamos aterrizando. Agarro mi mochila y bajo del avión rápidamente entre empujando a algunas personas, a este paso ya no me importa ser descortés. Salgo del aeropuerto a paso rápido, más nervioso a cada paso.
Camino por la ciudad, me encuentro con unos señores y les muestro la dirección en mi celular. Ellos la reconocen y me indican el camino. Estoy feliz, pero muy nervioso a la vez; no sé lo que va a pasar. Miles de pensamientos rondan en mi cabeza, pienso en lo que le voy a decir, y en lo que haré. Atravieso un par de calles, doblo una esquina y luego otra. En frente hay una enorme casa, me detengo un momento. Mi respiración empieza a agitarse y las manos me tiemblan. Cruzo la calle y por cada paso que doy me siento aún más nervioso, los latidos de mi corazón son más rápidos de lo normal. La puerta se abre, me detengo a media calle. De la puerta sale un hombre, es él, es mi padre.
Lo reconozco por una foto que tengo de él. Aunque la foto que tengo es de hace muchos años, no ha cambiado casi nada, solo se le nota la edad. Está hablando por teléfono, parece enojado, doy media vuelta y regreso hacia la esquina que está detrás de mí, me quedo detrás de un poste de luz tratando de ocultarme y desde ahí lo observo. Mi respiración se agita aún más. Jugueteo con mis manos nerviosamente, inhalo y exhalo tratando de controlarme. Inhalo un poco de aire calmando mi respiración. Cuando logro controlarme, vuelvo a observarlo; Empieza a caminar, está solo. Me decido seguirlo desde una distancia que no pueda verme, aún está hablando por teléfono, estoy a escasos metros de distancia, no se escucha lo que dice. Lo sigo un par de cuadras, no hay mucha gente en las calles, parece un lugar desolado. Una calle a delante, dos hombres se atraviesan en su camino y lo interceptan. Ambos lo meten a un callejón, actúo rápidamente y corro para ayudarlo. Al llegar al callejón, uno de ellos está amenazándolo, lo noto por la forma en que le habla. Mi padre da el primer golpe, el otro hombre intenta ayudar a su colega, pero le tomo del hombro impidiendo que lo haga y le lanzo un puñetazo en la cara, mientras mi padre golpea al otro. Recibo un par de golpes y le devuelvo algunos, pero al final el hombre logra escaparse. Volteo rápidamente para ver a mi padre, el otro hombre está ahorcando a mi padre, está furioso, como si estuviera desquitándose, como si tratara de descargar su dolor. Mi padre mueve las manos, busca algo desesperadamente. Me desespero, busco en el suelo algo con qué golpearlo. Hay un arma, se le habrá caído al otro hombre, la tomo sin pensarlo dos veces y le apunto al hombre.
-¡Suéltalo! –Le grito
Él se voltea y se queda paralizado por el miedo. Me mantengo firme apuntando al hombre... en silencio. No sé qué más hacer, veo a mi padre golpeado, tocándose el cuello intentando levantarse.
El hombre levanta las manos.
-Por favor, no lo hagas. Este hombre es una mala persona. –Dice nervioso.
-¡Dispara! –Grita mi padre furioso, aun tocándose el cuello.
Me quedo inmóvil y bajo el arma.
El hombre se lanza hacia mí, trata de huir. Choca conmigo y la pistola se dispara. Un silencio invade el lugar, el hombre cae al suelo delante de mí, la bala le dio en la cabeza. Mi asombro es fatal, me miro las manos, están manchadas con sangre. Muevo el arma, hay algo escrito a un lado... "Industrias Reátegui" ... El arma no era del hombre que se fue, el arma era de mi padre. Me quedo paralizo ante el asombro de lo que acabo de hacer, maté al hombre.
-Rápido, dame el arma. –Dice mi padre.
No hago caso lo que dice, me mantengo de pie mirando el vacío, deambulando en mis pensamientos. El hombre dijo que mi padre era una mala persona... ¿Será verdad?
Siento el arma alejarse de mis manos, mi padre me lo quita y lo guarda envolviéndola con un pañuelo.
-¿Qué carajos haces aquí? –Dice enojado.
Me mantengo en silencio, no logro salir de mi asombro.
-Mateo, te hice una pregunta. –Dice con voz dura.
-¿Por qué te atacaron esos hombres? –Espeto nerviosamente.
-Eso no es importante, ¿Qué carajos hacías aquí? –Dice más serio.
-Necesitaba hablar contigo. –Digo mirando al hombre en el suelo, mientras una lágrima cae por mi mejilla.
Sin decir ninguna palabra, saca su celular del bolsillo y hace una llamada.
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Editado: 04.10.2020