Es un paso muy grande, lo sé. Pero estoy muy decidido.
-Quiero casarme con Karol.
- ¿Hablas en serio? –André parece sorprendido.
-Nunca había hablado tan en serio como hoy. –Sonrío nerviosamente, pero es por la emoción.
-Carajo Mateo. Felicidades, hermano. –Se levanta y se acerca para abrazarme.
Me levanto de mi asiento, rodeo el escritorio y me acerco a recibir el abrazo. La emoción es demasiada, sonreímos como nunca.
- ¿Cuándo planeas pedírselo?
-Hoy mismo. Pero primero debo comprar el anillo.
-Me alegra verte feliz, Mateo. –Dice suavemente.
-Gracias, hermano. –Vuelvo a darle un abrazo.
Mi interior es invadido por la tristeza, tristeza por Ismael. Deberían estar aquí mis dos mejores amigos, mis dos hermanos. Mierda, vuelvo a sentirme como antes. Resulta desconcertante.
- ¿Me acompañas a comprar el anillo?
-Claro que sí. –Sonríe–. Solo con una condición. Yo seré tu padrino de bodas.
-Trato hecho. –De todas formas, iba a pedírselo.
Salimos de mi despacho. Marco se adelante para preparar el auto.
- ¿Tienes planeado, algo?
-Claro que sí. –Sonrío.
A mi mente viene el recuerdo de Karol y yo en el pozo secreto. Un hermoso lugar escondido. Me invade la nostalgia al recordad que ese lugar fue descubierto por Ismael y yo. Es el mejor lugar para hacerlo. Él estaría orgulloso y completamente de acuerdo.
Subimos al auto. Marco es el que conduce. El día es perfecto. No hay ni una sola nube en el cielo. Perfecto para una pedida de mano.
Estoy completamente seguro de que dirá que sí. Pese a todo lo que pasamos, me quedó completamente claro que me ama más que a nada.
Llegamos a la joyería. Una mujer no muy joven se acerca y nos atiende. Le digo lo que busco y empieza a mostrarme posibles candidatos.
El teléfono de André empieza a sonar, se aleja un poco para contestar.
Ninguno llama mi atención. Busco algo singular, algo que se distinga del resto. Algo especial. Ojeo cada uno, busco por todo el local. La mujer me muestra algunos, pero ninguno es lo que busco.
André se acerca y me toca en el hombro.
-Nat me dijo que regresarán dentro de veinte minutos. –Guarda su teléfono en el bolsillo.
-Perfecto. –Respondo mientras veo los anillos que están en el mostrador.
Me resulta difícil escoger uno. Más cuando soy tan exigente en lo que quiero. Pero al final logro ver uno, con un diamante en forma de corazón. En absoluto es algo exagerado. El diamante no es muy grande y el diseño es elegante. No es muy llamativo, pero es muy hermoso ante la vista de alguien que lo aprecie tanto como yo.
-Este es el que busco. –Sonrío.
André asiente con la cabeza. Está de acuerdo conmigo. La mujer sonríe al notar mi decisión, también está de acuerdo conmigo. Lo saca y me lo entrega para verlo más de cerca.
Lo tomo con las manos. Es perfecto. Me encanta.
La decisión fue tomada y no hay nada ni nadie que pueda hacerme cambiar de opinión. Estoy completamente seguro que quiero pasar el resto de mi vida junto a Karol. Pasar cada momento de felicidad y tristeza con ella. Quiero amarla día a día. Despertar con ella, comer con ella. Todos los días por el resto de mi vida.
Unos momentos después salimos de la joyería, satisfechos por la compra. Aún es temprano, hay mucho tiempo. Caminamos hacia el auto. Marco espera dentro del auto. Ingresamos. Enciende el auto y lo pone en marcha.
En cuestión de minutos, estamos de vuelta en casa, antes de que Karol y Natalia regresen.
-Hay algo que tengo que decirte. –Dice André mientras ingresamos a la casa–. Natalia y yo regresaremos a nuestra casa. –Y se arma el silencio.
-Entiendo. –Rompo el silencio–. Solo espero que nos visiten seguido.
-Por supuesto que sí. –Sonríe.
- ¿Cuándo se irán? Espero que no sea hoy.
-No, no quiero arruinarte la felicidad. Nos iremos en un par de días. –Su voz es suave.
-Gracias, amigo. –Le doy un abrazo.
Comprendo completamente a André. Tienen que seguir con su vida, ya no corren peligro. Aunque sé que nos seguiremos viendo como antes, es un poco triste.
Ingresamos a la casa. Marco va detrás de nosotros. Spike nos recibe contento. Saco el anillo y lo muevo entre mis dedos. Es hermoso. Ante la luz del sol, es radiante.
-Marco. Prepara el auto, por favor. –Mi voz es intensa. Estoy más feliz conmigo.
-Claro, señor. –Se retira.
Un momento después, ingresan Karol y Natalia. Ambas ríen a carcajadas leves. Karol se acerca y me saluda.
-Hola, amor. –Me besa.
-Hola, amor. –Le devuelvo el beso–. Cámbiate. Saldremos. –Le digo suavemente.
- ¿A dónde iremos? –Pregunta intrigada.
-Al pozo que te mostré la otra vez. –Respondo sonriente.
Ella sube las escaleras rumbo a la habitación, a los pocos minutos, con la ropa cambiada. Lleva puesto algo más deportivo, pero sin dejar su elegancia.
Me imagino verla bajando con su vestido de novia, toda una princesa. Mostrándole a todo el mundo su felicidad. Con su radiante sonrisa de oreja a oreja, sus mejillas ruborizadas, algo típico de ella.
-Estoy lista. –Sonríe.
-Bien. La tomo de la mano, me mantengo mirando su rostro tan dulce y cautivador. La admiro.
Resulta inquietante recordar que antes pensaba en no casarme antes de los treinta. Por Dios, amo a esta mujer. No puedo esperar más.
La amo con todo mi corazón.
La amo con toda mi alma.
La amo con todo mi ser.
- ¿Qué pasa? –Pregunta suavemente.
-Pasa que te amo. –Mi voz es suave.
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secretos de un pasado y presente oscuro, amor lejos, secretos familares
Editado: 04.11.2020