El director nos llevó a cada uno con nuestros respectivos asesores, me aburrí un poco, miraba todo el hospital y a las enfermeras, algunas muy guapas. Dejamos a mis compañeros con sus respectivos asesores, pasamos por la sala de espera de nuevo y recordé al “ratón de biblioteca”, sonreí, la chica era graciosa, quizá con un buen vestido y el cabello suelto algo cambiaría. La enfermera pelirroja se nos acercó
-Jefe la Dra. Altamirano la está buscando, ha llamado ya dos veces
-¿Dos? Entonces debe de ser una urgencia
El médico aceleró el paso y yo lo seguí, la enfermera hizo lo mismo, llegamos al área de consultas internas y pasamos de largo, fuimos directamente a la oficina de la Dra., ella no estaba
-Anel, que la voceen o que me digan dónde esta
-Sí jefe –la enfermera corrió y esa imagen me agrado, crucé los brazos y me recargue en el marco de la puerta de la oficina de mi nueva jefa. Paso una enfermera de una edad considerable, quizá cuarenta años.
-Disculpe enfermera, estamos buscando a la Dra. Altamirano
La enfermera me miró, le sonreí, ella hizo lo mismo
-¿Quién es usted?
-Iván Montero, residente de medicina general y trabajaré en esta área del hospital
-La Dra. Ésta ocupada con un paciente
-¿Qué paciente? –dijo el Médico al que yo acompañaba
-Dr. Altamirano, su hermana esta con el paciente de la habitación 203.
-¿Qué paso con Alexis? –dijo caminando por el pasillo, yo le seguí junto con la enfermera
-Otra crisis, agredió a la chica que lo acompaña así como a dos paramédicos, tuvimos que sedarlo
El médico suspiro. Parece que conocía bien al paciente ¿sería su familiar? Quizá su abuelo o el de su esposa, porque lo más seguro es que estuviera casado. Llegamos a la habitación. El doctor entro y yo lo seguí, la enfermera se quedó afuera
-¿Qué paso?
-Otra crisis, ahora aventó a la chica, estaban conversando tranquilamente en la jardinera, por alguna razón ella lo abrazó y él reaccionó aventándola
Dentro estaba una joven que miraba la revisión que la Dra. Altamirano hacia al anciano
-Iván –dijo el doctor –ven aquí
Entré, la Dra. Me miró de pies a cabeza, sonrío. Es bellísima, mi imaginación había quedado corta. Mide aproximadamente 1.80 m y su figura es espectacular, su pantalón ajustado dejaba ver unas exquisitas piernas y unas nalgas que de solo imaginarlo me aceleraban la respiración. Trate de concentrarme en lo que estaba haciendo con el paciente.
-Mireya él es Iván, el estudiante de medicina general que te estará ayudando
-Perfecto –sonrío –pues que empiece desde ahorita ¿no?
-Sí, claro –dije algo sorprendido
-Paciente varón de 74 años, no diabético, no hipertensión, pero padece un cuadro de Alzheimer avanzado; en la última semana ha tenido tres crisis y la que se dio hoy fue agresiva, golpeo a dos enfermeros y a su acompañante; necesito que este al pendiente del momento en que despierte y tome signos vitales así como las preguntas de rutina, por nada del mundo se despegue de esta habitación, si necesita algo sólo oprima el botón –señalo el botón de emergencia –el paciente esta sedado, no olvide los efectos que ésta causa al despertar ¿entendido?
-¡Entendido!
-Mireya Altamirano, tu superior y amiga –me guiño el ojo y me entregó el historial clínico del paciente
Ambos médicos salieron de la habitación, mire a todos lados; una habitación grande, tenía al lado izquierdo un closet, frente a la cama un mueble con el televisor, un ventanal del lado derecho así como dos pequeños buro a cada lado de la cama. Él era de los que vivía aquí, genial, ya me miraba cuidándolo todos los días.
Ya había olvidado a la chica que estaba ahí, muy quieta, sin decir nada, estaba parada mirando por el ventanal hacia el jardín.
-¿Es tu abuelo? –dije acomodando mi portafolio en uno de los buro
-No –dijo ella tímidamente
-¿No? –la curiosidad me embargo, si no era su abuelo que hacia ahí
-¡No! –la chica volteo, genial era la chica con la que había chocado por la mañana