Desde ese día Noé se convirtió en mi compañero de vida, estábamos juntos, ya habían pasado seis meses desde aquel día inesperado en que llego a mi casa después de la decepción de Rafael. A los tres meses decidimos vivir juntos, las cosas se habían desarrollado de una manera fabulosa; el sexo con él era maravilloso, y junto a ello las exquisitas conversaciones que sosteníamos, hablábamos de todo y de nada a la vez; no nos parecemos en nada y eso es lo más maravilloso.
En el hospital nada había mejorado, muy por el contrario Alexis había entrado en coma y los padres de Omar nunca se habían presentado; aunque me llevaba muy bien con él ya nada era igual, a diario o veía leyendo el Diario de su abuela, hablaba con Alexis, le leía las noticias, lo bañaba y aseaba, él se encargaba de todo lo de su abuelo muy en el fondo le envidiaba, si ellos no hubieran aparecido sería yo quien hiciera todo eso.
Javier decidió poner cámaras en la habitación así que prácticamente me pasaba transcribiendo el Diario de Sofía, el día en que Alexis despertó todo fue muy extraño. Yo no sé cómo fue que Omar convenció a su padre para que fuera a visitarlo, Iván miró a Alexis e indescriptiblemente se sentó a su lado; acaricio su mano y sonrío. Se quedó varias horas ahí, Alexis despertó poco después de que Iván se fue, Omar reviso signos vitales y todo estaba estable.
Pasamos otros seis meses maravillosos, Alexis estaba mucho más animado, Iván lo visitaba a diario y yo pude escribir la biografía tal cual él la quería; mañana es su cumpleaños y su familia le está organizando un festejo, Javier me invito y obvio no podía faltar.
Llegue a casa exhausta; pues ahora no solo trabajaba para Alexis; sino también para una de las editorial más importante en la ciudad. Noé me ha ayudado a salir adelante como escritora y eso me encanta; él metido en sus cosas, yo en las mías y ambos en las nuestras; eso era lo que más me maravillaba.
Hoy por ejemplo, al llegar a casa él había preparado una cena; rememore la fecha y no había nada especial, preparó una cena y me espero en la puerta con una copa de Champagne.
-¿Qué celebramos, amor?
-Estamos celebrando un peldaño más en nuestras profesiones
-¿He? –dije sorprendida
-¿No has revisado tu correo?
-No, ¿Qué hay? –tire mi bolsa en la mesa y busque mi celular
Tenía un mensaje de una Universidad Española que estaba dispuesta a pagar mi proyecto de la maestría, tenía otorgada y un trabajo fijo, eso era fabuloso
-¡España! ¡Amor, España! –Brinque a sus brazos y lo bese -¡¿Sabes lo que eso significa?! Claro que lo sabes, tu y yo en España, porque vienes conmigo ¿verdad?
Me soltó y sonrío
-Obvio que sí –saco de un pequeño sobre blanco dos boletos de avión –salimos dentro de dos días, sé que seguramente no terminaras tu trabajo con Alexis, pero puede enviarlo ¿no?
-Bueno, eso a lo hablare con Javier, parece que falta poco para acabar la biografía, ahora sólo quiero que me beses –extendí los brazos y sonreí
Él se acercó a mí, me tomo de la cintura y con un abrazo me cargo, suerte de ser pequeña, enrede mis piernas en su cintura, él me beso con más avidez, yo pegue mi cuerpo al suyo, sentí como sus manos acariciaban mis glúteos, esta demás mencionar que terminamos en la cama.
Nos despertamos al oír el timbre del apartamento, Noé fue quien se levantó a abrir, eran casi las dos de la mañana, ¿quién podría ser a esa hora?, salí de la cama detrás de mi novio e iba acomodándome el cabello
-¿Quién es? –dijo Noé casi al llegar a la puerta
-Buenas noches, disculpe ¿esta Nurit?
Noé abrió la puerta y en el umbral estaba Omar; la escena era de lo más incómoda, yo estaba semidesnuda y Noé estaba sólo en bóxer, con el cabello alborotado, Omar me miró y luego a él.
-¿Qué haces aquí a esta hora, Omar? Son casi las dos de la mañana –dije con la respiración entre cortada
-Yo… bueno, lo lamento necesita hablar contigo pero será mañana, discúlpame.
-Dame unos minutos, me cambio y platicamos –le dije fingiendo una sonrisa
-No, no, tu estas ocupada –dijo buscando a Noé quien ya se había ido a cambiar
-Ya estás aquí, que el viaje no sea en vano –le sonreí
-Andando Omar –dijo Noé saliendo de la recamara ya cambiado
Omar suspiró, agacho la mirada y accedió. Corrí a cambiarme, me puse lo primero que encontré; no me arrepentía que Omar conociera a Noé, sólo que creo que no era el momento ni el lugar. Escuche como Noé le hacía la plática.