Arrepentirse en estos momentos ya está de más, siempre me he preguntado cómo es que se puede vivir alejado de tu familia. Creo que nunca lo sabré. Las palabras de aliento no ayudan para nada, las flores ya no significan nada. El humo del cigarrillo a inundado la sala del velatorio. Mis padres están en la puerta recibiendo a los amigos. Papá llora ¿De qué sirve? Nunca estuvo cuando lo necesitaron.
Estoy parado junto al féretro, así terminaremos todos algún día; encerrados en una caja y varios metros al fondo de la tierra. Miro a través del vidrio; su rostro lleva una sonrisa, por fin cumplió con lo que vino a hacer a la tierra; ya no podré mirar de nuevo esos ojos que me producían tanta tranquilidad; ya no habrá más abrazos, ni sonrisas, ya no más platicas, todo ha terminado.
Quién lo diría, tanto que detestaba a los ancianos y en pocos meses mi opinión al respecto cambio, que ironías de la vida… sus consejos “Nunca olvides Iván que todos los caminos conducen a Roma, no hay ninguno que no tenga sorpresas para ti”. No sabes cuánto te voy a extrañar, sí pudiera dar mi vida para verte por última vez créeme que no dudaría en hacerlo.
Mi abuelo murió en la tranquilidad de un sueño, tuve la des fortuna de no poder estar con él en su descenso; estaba perdiendo el tiempo entregando una invitación para un festejo de cumpleaños que nunca llegó, a primero que llame fue a Iván quien llego casi de inmediato al hospital y luego a Nurit, eran las 4 a.m. y esperábamos que Javier terminara de arreglar todo para el funeral.
Quiso morir solo; pensando en ella, quizá soñándola, ahí estaba, abrazando como siempre el tan preciado diario de mi abuela; fueron los doce meses más hermosos que mi viejo pudo regalarme y a pesar de que siempre estábamos en esas cuatro paredes nos divertíamos como niños; jugábamos Xbox; leíamos porno, a veces me contaba sobre la abuela, sobre su juventud, y luego me pedía que le hablará de papá, de nuestra pequeña familia; aunque Iván lo visitaba diario no era suficiente una hora.
Comenzaron a llegar las coronas con dedicatorias para mi abuelo, cada una de ellas resaltaba sus virtudes, Nurit también envío la suya, además de adjuntar una nota para mí.
“Perdóname por no estar ahí contigo, pero mi carrera es mi carrera y esta oportunidad no la puedo dejar pasar. Tu perdiste a tu abuelo y yo también: prometo regresar y visitar su última morada; espero y perdones también el o quedarme contigo y no es justificante, pero a las mujeres tipo B, no nos gustan los hombres tipo A”
Besos Aglae
Cuando llego la hora del entierro desee con todas mis fuerzas irme con él, yo no solo había perdido a mi abuelo, perdí también a mi mejor paciente, a mi mejor amigo, a mi confidente, a mi consejero, a mi juez, mi psicólogo, a mi maestro; y al mismo tiempo había perdido también al amor de mi vida, creí que Nurit se quedaría a lado mío y no fue así. Nurit se marchaba con Noé; las piernas me temblaban, las lágrimas salían sin cesar, le grite que no me dejara, que se quedara y luego le reclame por veinticinco años sin él.
Sebastián me abrazo y yo ya no pude sostenerme más, mis rodillas se doblaron y quede completamente en la tierra, me aferre a Sebastián y lloré, lloré como un niño chiquito, este dolor era más grande que cualquier hueso roto, inclusive más horrible que cualquier corazón roto.