- Te vuelvo a repetir que no fue nada, sólo un rollo de una noche. Sabes lo mal que lo estoy pasando con todo lo de la herencia y salí a desconectar un rato. Lo siento. No me dejes ahora, te necesito más que nunca.- dice Sergio con voz temblorosa.
Mario lo mira. No puede evitar derretirse al contemplar sus ojos vidriosos. No sabe cómo lo consigue, pero lo perdona una y otra vez.
- Ven aquí tonto- contesta Mario.
Y con un suspiro se funden en un abrazo que termina bajo un revuelo de sábanas.
Una vez en la ducha Sergio se sumerge en sus pensamientos. El agua caliente resbalando por su piel le ayuda a aclarar sus ideas.
"No sé cómo lo voy a hacer para reunir tanto dinero. Todas las deudas que me ha dejado mi padre y encima la furcia de su novia lo dejó sin blanca. Le metería el pincel por el culo si pudiera"
Mientras tanto Mario sale de la habitación. Coge prestada una de las camisas de Sergio, observa una mancha de carmín en el cuello, deja una nota encima del escritorio y sale apresurado del apartamento.
El día está nublado. El sol posa sus rayos tímidamente bajo un cielo gris oscuro. Las personas andan apresuradas hacia sus quehaceres cotidianos. Nadie se da cuenta que todo está planeado. Sólo falta un pequeño detalle, un detalle que mandará todo a la mierda.
Editado: 02.11.2019