¡Oh por Dios, estoy entrando en pánico! ¡¿Por qué demonios le he dicho que sí?! ¡Ahora estoy entrando en una crisis nerviosa de la que difícilmente saldré! Me la paso dando vueltas de aquí para allá en toda mi habitación, mientras mordía como nunca antes mis uñas confirmando mi nerviosismo. Mis piernas no planeaban parar y de alguna manera aquello parecía poder ayudar con mi inútil crisis por mi primera cita con mi interés amoroso.
¿Qué se supone que haría si no encontraba nada bueno que ponerme? Quiero decir, normalmente no presto demasiada atención a mi vestimenta, con excepción de que sea algo que me haga sentir cómoda; no obstante, esta vez parecía ser completamente distinto. No es como si tuviera poca ropa en mi armario, tenía la suficiente, pero por primera vez, no existía una sola prenda que me convenciera.
Debería pedir ayuda…
Tome a toda prisa mi celular y comencé a marcar a mi número de emergencia para todo tipo de situaciones o problemas. Cada pitido que da el celular, antes de que mi llamada sea atendida, parecía sincronizarse con los latidos de mi corazón que podía oír claramente. Murmuraba un “Por favor, responde” cada tanto tiempo, y para cuando estaba convencida de que no atendería mi llamada de auxilio, la voz adormilada al otro lado de la línea fue música para mis oídos.
[En la llamada]
-¿Bueno?—. Su voz entre cansada y molesta se escuchó al otro lado de la llamada.
-¡Tengo un problema y necesito tu ayuda!—. Fue lo primero que logró salir de forma apresurada de mis labios—. Por favor…
-¿Geraldine?—. Parecía que ni siquiera se había fijado a qué persona le había respondido—. ¿Qué es tan importante que importuna mi restrictiva siesta?
-¿Recuerdas mi cita con Isaac?—. Cuestione y él me respondió con una especie de “Mjhum”—. Aún no sé qué ponerme… apiádate de mi alma, Frank—. Fingí un quejido y angustia a través de la línea—. No quiero ser un fracaso en mi primera cita.
-¿Necesitas a un experto en vestimenta?
-Algo así.
-¿Por qué yo sería la persona indicada?
-Porque Kenia no responde a mis llamados en estas últimas semanas, y tú eres el mejor aliado que tengo después de ella—. Se formó un silencio incomodo—. Al menos en vestimenta, en otras cosas, tú destacas más que ella.
-¿Qué gano con eso?
-Y además ella no me cobra—. Murmure molesta.
-Adiós…
-¡No, espera!—. Lo detengo antes de que me cuelgue—. Te invitaré a comer lo que desees la próxima vez.
-Y a eso le llamo yo hacer un buen trato—. Parecía que su mal humor se había esfumado por completo—. Pero no iré hasta allá, me enviaras fotos o algo…
-Pero…
-Mi madre no me dejara salir…—. Hace una pequeña pausa—. Ya ha visto mis calificaciones en algebra e historia…—. Se acerca más a la bocina y comienza a susurrar—. Me ha castigado y eso que aún no descubre que me iré a extra en Literatura, además de que rompí su jarrón favorito y cree que lo hizo mi primito la última vez que vino.
-¿Has roto el jarrón favorito de tu madre?—. Cada palabra me salía con pequeñas risillas por lo cómica que me parecía la situación.
-¿Quieres que te ayude o no?—. Murmuro con molestia—. Mejor dime qué es lo mejor que tienes para usar.
-¿Puedo hacer una video-llamada?—. Escuche como gruño por disconformidad en la bocina—. Por favor~.
-Supongo—. Hablo entre gruñidos—. No esperes verme presentable—. Solté una risilla, mientras cambiaba el tipo de llamada, seguramente había llegado exhausto a dormir lo que quedaba del día y yo le había irrumpido—. ¿Conforme?
-Sí~—. Le sonreí a la cámara una vez que vi solo la parte superior de su cara ojerosa y su techo. Prendió una lámpara de noche, ya que su cuarto se veía oscuro. Cambie de cámara completamente emocionada—. Tengo estas opciones—. Señale cada conjunto sobre la cama—. Pero no sé cuál sea el mejor.
-Ni siquiera yo lo sé…—. Hace una pausa en la que pareció meditarlo—. Tienes pésimos gustos para combinar… todos son terribles—. Observe como frunció el ceño—. Cambia la blusa del primer conjunto por la del segundo, los accesorios del tercero por el quinto y quita esa horrenda bufanda del número cuatro que me provoca nauseas.
-¿Así?—. Cuestione una vez que seguí sus indicaciones.
-Se ve más decente—. Da una sonrisa de superioridad-. Soy mejor de lo que creí en esto… intenta probarte el segundo y quinto—. Me salí del plano de la cámara y comencé a cambiarme—. ¿Qué tal?—. Pregunte ante la primera opción que me dio.
-No, pareces una profesora de primaria… siguiente—. Hablaba como un verdadero crítico, o al menos eso parecía al estar tan serio—. ¿Has pensado en declararte?—. Su pregunta me estremece al ser tan repentina.
-¿D-declararme?—. Balbuceo y asomo solo mi cabeza por la cámara—. ¡¿Acaso enloqueciste?!
-¿Por qué no?—. Su sonrisa se torna burlona—. Te gusta, ¿no es así?
-Sí, pero…
-Deberías ser honesta con tus sentimientos y con él, aunque claro, yo no puedo obligarte—. Suelta una mueca de “inocencia”—. No debes temer de su posible respuesta… si logras salir con él, seria increíble, y si no, ¿qué más da? Ya sabrás lo que opina, ¿o no?