-Sí— me afirmó Luzbel con la mirada baja—, ¿acaso, no te parece bien?
-Ah… no, no es eso… es solo que…— eso definitivamente me había tomado por completa sorpresa— eso fue… inesperado, quiero decir, siempre eres indiferente conmigo, no creí que quisieras ser mi amigo.
-Me cuesta hablar con extraños— Respondió como si nada y se encogió de hombros.
¿Cómo entonces comenzó su relación con mi hermano? Qué más da Atteneri, será mejor que no preguntes y le sigas la corriente, si de verdad quiere ser mi amigo no le veo realmente mayor problema.
-Bueno, si así lo prefieres, me parece bien— No exclamé mayor respuesta.
[3 años después]
Mierda, mierda, mierda…
Horrible… se ve asqueroso… lo odio, ¿por qué diantres no tengo nada que ponerme? Absolutamente todo lo que tengo se me ve horrible, me hace ver muy gorda, amorfa y sin una sola buena curva; si tan solo pudiera ser bonita como…ah, no tiene caso; mejor opto por la opción de siempre, los viejos par de pantalones, una enorme sudadera y mis tenis más cómodos. Me miro frente al espejo por una par de segundos, mis cabellos están desalineados, pero no me importa, realmente nadie lo notará… ni con la mejor cirugía arreglaría esta desgracia.
-¡Atteneri!— Oh mierda, mamá me llama— ¡Baja a desayunar!
-¡Voy!— Le grito desde mi habitación y doy un último suspiro antes de bajar al comedor— Otro maldito día con responsabilidades.
-¿Cómo amaneció mi niña hermosa?— Como la mierda, ni siquiera me alagan las mentiras de mi mamá.
-Supongo que bien— ose mentir como de costumbre—, ¿qué hay de ti, mamá?— Así comenzaba a hablar de forma automática, la conversación era rutinaria.
-Muy bien, mi amor—Dios… ¿cómo podía sonreír tan bonito?, ¿por qué mi mamá no pudo heredarme tal belleza? Es como un sol indiscutiblemente— Se te va enfriar el desayuno, debes apurarte, mientras iré por tu hermano para que se levante. Papá no tardará en bajar, será mejor que para entonces estés lista— solo asentí con la cabeza—, adiós, mi niña— me da un beso en la mejilla y se lo devuelvo—, que tengas buen día.
-Gracias, mamá, igualmente— Comencé a juguetear con mi desayuno, esperando que papá bajará para que me llevará a clases.
Bastaron un par de minutos para que papá de forma apresurada; el café ya estaba listo, justo a tiempo para irnos. Tomó su termo y lonchera para irse, se detuvo en seco cuando me vio en la mesa con mi plato a medio comer, me ofreció una mirada confusa, pero lo cambio a una sonrisa.
-Buenos días, linda— saludó de forma sonriente y volvió su vista a mi plato—, ¿no vas a terminarte eso?
-En realidad, no tengo tanta hambre— me encogí de hombros, pero no parecía muy convencido al respecto—, es tarde… debemos irnos— me levante rápidamente.
Realmente no quería discutir respecto a mi poco apetito, así que creí mejor cambiar el rumbo de la conversación. Definitivamente la adolescencia trajo mucho caos a mi vida… Dios, a veces deseaba tener 10 años de nuevo para no tener que experimentar esta desestabilidad hormonal.
[En la escuela]
Carajo, ya sáquenme de aquí…
Este pupitre me estaba matando, aniquilaba mi ausente culo. Mire a mi alrededor para distraerme y me topé con la mirada de Luzbel, me ofrece una sonrisa amigable y se voltea a escribir algo; me pasa una hoja doblada de forma discreta, o al menos eso intenta, todos a nuestro alrededor lo notaron y el solo les sonríe desvaneciendo el extraño ambiente.
{¿Estás bien? Te noto rara}
{¡Claro! Es que estoy en mis días}
Bueno, él básicamente sabía hasta cuando menstruaba, qué más daba. Es graciosos pensar en lo bien que ha tornado nuestra relación, ahora éramos mejores amigos. Nos hemos contado varias cosas el uno al otro, definitivamente somos inseparables.
-Oye, Atteneri— Julia llama mi atención, a lo que solo emito un “¿Eh?” como respuesta—, de casualidad, ¿a ti… te gusta Luzbel?— su pregunta me toma desprevenida y me quedo estupefacta. Ella lo nota—. No me lo tomes a mal, Atteneri; es solo que tú y él son muy cercanos y creí que… además hay algunos rumores de que él y tú…
-¡No!, por supuesto que no— me defendí rápidamente e impactada por sus conclusiones— Solo somos amigos.
-Es un alivio— le hago un gesto de que me especifiqué a lo que se refiere—, lo que pasa es que…— me hace una seña para que me acerque— a mí me gusta— Me susurra con una estúpida sonrisa—. ¿Me puedes ayudar a gustarle?
-¿Qué se supone que yo haga?
-No lo sé, háblale de mí.
-No sé, si esto realmente funcionaría, Julia…
-Por favor— Me suplica y honestamente no podía negarle algo a Julia, igual es mi amiga.
-Está bien.
[En la tarde]
-¿Vendrás hoy a mi casa?— Pregunta Luzbel como de costumbre, mientras caminamos de regreso a casa.