Historias Cortas

Devenir Fatal

devenir fatal edit_____________________________________________


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✐Relato corto✎

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┋ • < :•: ≫───•Cómo surgió la historia•───≪ :•: > •

┋••La escribí en nov. De 2020, cuando aún estaban

┋••las clases en línea; en un tiempo libre que tuve

┋••me puse a ver videos de casos paranormales,

┋••hasta encontrar uno sobre hospitales, cuando

┋••lo terminé quise imaginar una situación que no

┋••hubiera pasado en dicho video.

┋••Así terminé escribiendo Devenir Fatal. 🐢👌🏻 

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 ⚠️ Advertencia: la lectura dura aprox 5 min. uwu

Leer bajo su propio riesgo⚠️ 

 

 

 

Hace casi cinco años me encontraba en el hospital haciéndole compañía a mi madre en la sala de espera, estaba sentada a un lado de ella y balanceando mis piernas mientras hacía bailar mi conejito de peluche, sabía que parecía una niña, lo supuse al ver de reojo la expresión de sarcasmo en la cara y ademanes de mi madre. El conejito iba a regalarlo a mi mejor amigo, quien había entrado al hospital un par de días antes.

Aunque no era solo por él que las dos estábamos aquí, también por mi hermano, ya que era nuestro turno de cuidarlo y estar con él; Mi padre vendría apenas le llamáramos para que nos regresara a casa y así quedarse él en su turno.

A mi hermano lo habían operado de urgencia, y a mi mejor amigo lo tenían ahí porque tuvo un accidente en carretera, que por suerte no los mató, él terminó con bastantes heridas y perdió mucha sangre, su padre con una fractura en la pierna y brazo derechos, y también muchas heridas…

Bueno, todo era normal y aburrido mientras esperábamos a pasar con mi hermano.

Hasta un par de horas después.

Noté que todas las luces de la sala parpadeaban casi con intervalos de 15 segundos, casi exactamente 15 segundos, ¿cómo lo supe?, pues estaba tan aburrida que me dediqué a averiguar el tiempo que tardaban en hacerlo; Tanto así que perdí la noción del tiempo, y reaccioné hasta que mi madre me golpeó ligeramente el hombro con su celular diciéndome en voz baja ‘deja de ver al techo de esa forma, Elizabeth, pareces loca’, y como me llamó por mi nombre y no por algún apodo entendí que estaba molesta, así que la miré sonriendo mientras mis mejillas empezaban a calentarse e igualmente con mucha vergüenza repasé a toda la gente que estaba ahí con nosotras, algunos no dejaban de verme raro, quizá ya pensaban que padecía de mis facultades mentales.

Suspiré e intenté tragarme la pena.

— ¿Tú ves cómo parpadean? —le pregunté a mi madre en un susurro.

Pero eso sólo empeoró la llamada de atención pues me dijo que dejara de bromear o me castigaría una semana entera, además que ya estaba sintiendo vergüenza ajena conmigo.

Eso dolió, pero no la culpo, sentía la misma vergüenza hacia mí.

Un par de minutos después del momento bochornoso escuché un portazo… fue un sonido tan fuerte, que brinqué ahí sentada haciendo rechinar mi silla en una forma graciosa. Pero sucedió lo mismo que con las luces, sí, me di cuenta de que solo yo había escuchado tal estruendo, de nuevo pasé pena.

No pude hacer más que reír nerviosa y ponerme mis audífonos. ‘Quizá lo estoy imaginando por lo aburrida que estoy’, pensé.

Pasaron dos canciones junto con dos portazos más, pero intenté ignorarlos, intentando convencerme de que era una puerta grande que ya no podía cerrar.

Justo cuando estaba en la mejor parte de mi canción favorita, “Sweet Candy, de ACDC”, el ruido regresó, pero más potente con el cambio de que había sonado como cuando tiran algo grande y pesado de metal.

Me asusté tanto que solté un grito casi igual de intenso.

Mi madre fue la segunda en gritar, pero gritó mi nombre completo y me dio un golpe en la cabeza con el libro que había estado leyendo todo este rato, seguido de una regañada intensa.

— ¡¿Cómo que NO ESCUCHASTE ESO?! —me quejé, pero sólo recibí otro golpe literario.

Dejé mi conejito en el bolso de mi madre para poder usar con ambas manos mi celular. De verdad, no pasó ni un minuto y las luces parpadearon de nuevo, esta vez muy seguido y tardaban un poco en volver a prenderse. Pasé saliva y subí el volumen de la música al límite por si escuchaba otra cosa caer, o un portazo, o lo que sea.

Cerrando los ojos por el miedo intenté concentrarme sólo en el sonido del rock.

Cuando creí que ya nada iba a pasar bajé el volumen y abrí los ojos, según la música pasaron tres canciones. Todo normal excepto que la gente ya no podía dejar de mirarme de manera extraña cada que podían.

Como si algo no quisiera dejarme en paz, la tranquilidad se fue otra vez… y ahora por el grito desgarrador de una mujer resonando por un pasillo.

Observé los tres disponibles que teníamos ahí, pero de ninguno la vi salir. Sin embargo, el grito se repitió un par de veces más, y, yo no entendía el por qué nadie reaccionaba ante ello, de verdad era como si solo yo pudiera escuchar y ver estos sucesos.

Solo parpadeé un par de veces mientras inspeccionaba los pasillos, solo dos parpadeos para tener a esa mujer gritando literalmente en mi cara. Me quedé atónita, mi cerebro intentaba mandar la orden de gritar, llorar, y pedirle ayuda a mi madre… pero mi cuerpo simplemente quedó inmóvil.

— ¡MI PADRE, AYUDEN A MI PADRE, ¡EL AÚN PUEDE SALVARSE! —gritaba desesperadamente frente a mí.

Ella se veía de unos 30 años, vestía muy normal, aunque su ropa estaba llena de algo como lodo; llevaba un pantalón de mezclilla y camisa blanca de manga larga abotonada, así como alguien que trabaja en oficinas, además su cabello estaba todo desordenado y sucio.



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En el texto hay: historia corta, suspenso, paranormal

Editado: 16.10.2022

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