La red de metro más antigua de Argentina, la Línea A, alberga tenebrosos seres fantasmagóricos. Abierta en diciembre de 1913, fue el primer Subte de todo Iberoamérica hasta que una noche de julio de 2011 un estudiante intentó volver a casa y se quedó solo en el metro entre las estaciones Pasco y Alberti. Fue entonces cuando pudo observar, dice, a "aquellos seres fantasmales que no pudieron descansar en paz". Cuenta la leyenda que durante su construcción, dos italianos perdieron la vida al ser aplastados por una viga. La constructora tapó el accidente y abandonó un pequeño tramo "por cuestiones operativas" sin dar más explicaciones. Ahora, el ramal que se encuentra abandonado y tapiado, se encuentra en su estado original por dentro. Ocasionalmente las luces se quedan encendidas y desde unas rejas de ventilación se pueden observar los azulejos de los antiguos vagones, todavía intactos y unas imperiales escaleras en la penumbra.