Historias de Bolsillo

El Reloj (único)

La imaginación es el arma más poderosa de la creación.

Anónimo.

 

Neblina, luces de múltiples colores revolotean golpeando de vez en cuando aquellas retinas, una que otras veces, las personas colisionan sus cuerpos al moverse en un ritmo descoordinado y acelerado, el lugar se encuentra entusiasta, y la energía del sitio está más allá del límite.

 

El sonido ambiental impide escuchar correctamente la algarabía del sitio, algunos gritan de lo extasiado que se encuentra el ambiente, otros sencillamente realizan otras cosas, en esa discoteca de cuyo nombre nadie recuerda, allí se encuentra él, bailoteando tan excitado de la rítmica musical, de pronto, Chester se acerca a él y le indica.

—. Es hora de irnos, ya es tarde. —Él no puede auscultar bien del todo, la resonancia ambiental se lo impide, así que señala con voz alzada—.

—. ¿¡QUÉ!? —Chester lo toma del brazo y lo retira hasta la barra, le echa un vistazo y le indica medio preocupado—.

—. Hay que irnos. —Le devuelve la mirada y le pregunta—.

—. ¿Qué hora es? —Chester le señala a modo de no saber nada—.

—. No lo sé, solo sé, que es hora de irnos. —Este ladea la cabeza, abrió los ojos como platos haciendo un cabeceo hacia atrás e intenta recordar que debe regresar a su morada, así que, simplemente, no hizo caso a lo que Chester le ha comentado, así que solo prosigue con su éxtasis nocturno—.

 

La noche avanza, la fiesta alarga su apogeo. Él se siente mareado, ha de ser por los diversos olores, entre el humo del cigarrillo, el de marihuana y entre otros que se cuelan y mezclan en el ambiente y se zarandean por los hoyuelos de su nariz, sin pensar mucho, se dirige hasta el baño, cruza en dirección al váter y desde allí brota un olor nauseabundo, la nariz se le contrae, en el lugar se encuentran dos chicos fumando, el chico de la izquierda le echa una mirada y le ofrece un porro, él ladea un poco negando la invitación, y muy amablemente levanta la mano para rechazarles, los chicos realizan un gesto de desaprobación, a lo que él pudo ver con el rabillo del ojo, él toma rumbo al espejo del baño, allí observa su cara demacrada y con aquellas grandes ojeras marcadas debajo de su parpado, la música magulla aquellos tímpanos como jamás en la vida, su corazón palpita muy fuerte, entonces lo supo, ya se ha pasado de tono, en su cerebro rebotan las palabras de Chester, él le echa una mirada al lavamanos, nota que se encuentra un poco sucio, le da un poco de asco, sin embargo, abre el chorro y del agua que brota se la impregna en el rostro para lavarse su talante, lo realiza un par de veces y de nuevo se mira el rostro frente al espejo, sintió frescor por todo su semblante, así que, salió del lavado, de nuevo se incorpora al festejo, pero en este punto siente agotado, así que, busca a Chester con la mirada, al no encontrarlo, entonces, dedujo que se había ido sin él, se fue directo hasta la salida de la discoteca, y al encontrarse fuera del lugar, se dirigió hacia la esquina del cruce Kennedy, en esa esquina se detiene a observar en todas direcciones y las calles se encuentran desiertas, sigue caminando y al fondo de una vereda, observa una puerta de vidrio que se ilumina tenuemente a través de aquel rojizo destellante y macilento de ese vidrio translúcido, [usted1] concentra la mirada en sobre ese punto y nota que la puerta se encuentra entreabierta, decide acercarse al sitio con suma cautela, desde las rendijas de la puerta brota una pequeña capa de humo albo.

 

Echa un vistazo a ambos lados de la calle para advertir si no hay nadie, naturalmente, no se encuentra ni una sola alma, excepto la de él, observa de nuevo el lugar y simplemente sin pensar mucho el asunto, entra, al entrar solo exclama.

—. ¡HOLA! —Nadie le responde—. ¡HOOLA! —Insiste nuevamente—.

 

En el lugar aparentemente no hay nadie. La curiosidad le invade, comienza a registrar el lugar, en cada uno de los rincones se encuentran diversos objetos, relojes, cadenas, gemas, él considera que el lugar es una especie de joyería, y se pone a pensar, Son las tres de la mañana, ¿Qué clase de joyería se encuentra abierta a esta hora? ¡Carajos! ¡A quién le importa eso!”, pensó.

 

Luego decide husmear un poco más, dentro del lugar exactamente en una esquina se encuentra un pedestal, con una pequeña caja de vidrio y dentro de esta, se halla solitariamente un reloj de pulsera, él se acerca al pedestal y observa que hay un escrito que reza:

 

Solucionarlo en conjunto,

Consecuencias,

Individual,

Cinco ciclos,

Último no habrá corrección,

Mejores decisiones

 

Este frunce el entrecejo, porque no entiende exactamente el escrito, es confuso, entonces, echa otro vistazo al reloj desde el vidrio que los separa, por alguna extraña razón, ese artefacto emite un leve resplandor blanquecino, ladea la cabeza para aclarar su visión y parpadea un par de veces, para cerciorarse que no se encuentra pasado de alcohol, sin embargo, ese pequeño brillo no cesa, deja de observarlo y se dirige hasta otra sección y algo de la nada aparece, una sombra, esta se encuentra tenuemente a unos metros de él, abre los ojos como vajillas, sin pensar comenta medio nervioso.



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En el texto hay: aventura, aventura relatos muy cortos

Editado: 25.02.2024

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