Había un asesino en serie que estaba sembrando el terror en la ciudad. Había matado a tres personas en menos de una semana y la policía no tenía ninguna pista sobre su identidad. El modus operandi del asesino era siempre el mismo: pintaba un cuadro en la escena del crimen.
La última víctima fue una joven prometedora en el mundo del arte. La encontraron en su estudio, con un cuadro recién pintado a su lado. La policía no encontró ninguna huella dactilar ni ningún tipo de ADN en la escena del crimen. Parecía que el asesino era muy cuidadoso y conocía bien las técnicas para no dejar rastro.
El detective encargado del caso, el inspector García, este se encontraba desesperado. Había revisado todas las pistas y no había encontrado nada que pudiera llevarle hasta el asesino. Sin embargo, una noche recibió una llamada anónima que le dio una nueva pista.
La voz del otro lado del teléfono le dijo que fuera a una galería de arte en el centro de la ciudad. Allí encontraría una pista que lo llevaría hasta el asesino. García se dirigió hacia la galería, sin saber qué esperar. Cuando llegó, encontró un cuadro colgado en la pared que le llamó la atención. Era una obra maestra, con una técnica impecable y una gran sensibilidad en la composición.
De repente, se dio cuenta de algo extraño. Algo que sólo un detective experimentado podría ver. El cuadro tenía un pequeño detalle que no estaba en los demás. Un detalle que sólo podía ser visto con una lupa. Un pequeño punto que formaba una X.
García estaba seguro de que esa X era una pista del asesino. Se dirigió hacia el dueño de la galería y le preguntó quién había pintado ese cuadro. El dueño le dijo que era un artista desconocido que había aparecido por allí unas semanas antes. Le dio la dirección del lugar donde vivía el artista y García se dirigió hacia allí.
Cuando llegó, encontró al artista en su estudio, pintando un cuadro. Era un hombre alto y delgado, con una mirada fría y calculadora. García lo detuvo y llevó el cuadro que había encontrado en la galería. Le preguntó qué significaba la X que había pintado en el cuadro.
El artista sonrió y le dijo que era su firma. Que siempre pintaba una X en sus cuadros para demostrar que eran suyos. García no le creyó y le llevó a la comisaría para interrogarlo. Allí, el artista confesó que era el asesino del pincel. Que mató a las tres personas para demostrar que él era el mejor artista de la ciudad.
García había resuelto el caso gracias a su astucia y a su habilidad para ver las pistas que los demás no veían. El asesino del pincel fue condenado a cadena perpetua y la ciudad volvió a ser un lugar seguro.
Pero la historia no terminó ahí. Unos meses después, el inspector García recibió una carta anónima en su casa. La carta estaba escrita en letra cursiva, con tinta negra y olía a perfume de lavanda. García abrió la carta con curiosidad y leyó su contenido con asombro.
"Querido inspector García,
Espero que esta carta lo encuentre bien.
Quería agradecerle por haberme atrapado.
Fue una experiencia emocionante para mí.
Pero quería que supiera que hay otros como yo, otros artistas que matan por la belleza.
Y quería que supiera que el próximo será aún mejor que yo.
Lo llamaré el Asesino del Pincel.
Atentamente,
Un admirador"
García quedó paralizado por la carta. Sabía que había atrapado a un asesino, pero no podía creer que hubiera más como él. ¿Cómo podía enfrentarse a algo así? ¿Cómo podía detener al Asesino del Pincel?
Los días pasaron y García no pudo quitarse la carta de la cabeza. Cada vez que veía un cuadro, se preguntaba si habría sido pintado por un asesino. Cada vez que recibía una llamada anónima, se preguntaba si sería el Asesino del Pincel.
Un día, mientras caminaba por el parque, vio a un hombre sentado en un banco, pintando un cuadro. Se acercó a él y le preguntó si era un artista. El hombre le respondió que sí, que estaba pintando su obra maestra. García se fijó en el detalle de la X que siempre buscaba en los cuadros, pero no la encontró.
De repente, se dio cuenta de algo. Algo que sólo un detective experimentado podría ver. El cuadro tenía un pequeño detalle que no estaba en los demás. Un detalle que sólo podía ser visto con una lupa. Un pequeño punto que formaba una X.
García se dio cuenta de que el Asesino del Pincel estaba justo delante de él. Intentó detenerlo, pero el hombre sacó un cuchillo y lo apuñaló. García cayó al suelo, herido de gravedad.
El Asesino del Pincel miró a García con una sonrisa y le dijo: "Tu error fue pensar que sólo hay un asesino como yo. Pero somos muchos, inspector. Y nunca serás capaz de atraparnos a todos."