Mi hijo desapareció hace dos semanas. Como un buen padre, avisé a la policía de ello. Participé en los esfuerzos de búsqueda y mi corazón se partió cuando no pudieron encontrar ningún rastro de él. Me dí por vencido. Le pedí a la policia que se rindiera tambien.
- "Me di por vencido" - dije. No se dieron por vencidos.
Hace una semana, dos de los oficiales aparecieron en mi puerta. Una sonrisa triunfante en sus rostros. Y de pie delante de ellos, estaba mi hijo. Dijeron que lo encontraron vagando por el bosque mas allá del limite de la ciudad. Parecía derrotado por el cansancio, pero por lo demás ileso. Lo dejaron conmigo y volvieron a la comisaria, pero... ¡Él no es mi hijo! Se parecía a mi hijo, hablaba como mi hijo, e incluso se comportaba como mi hijo. Se instaló conmigo. Pero por favor, créeme, ¡Él no es mi hijo!
Cada noche desde ese día, me he despertado en medio de la noche con un sudor frío. Siempre lo veo en la puerta de mi habitación. Su cuerpo siluetado por la luz de la noche detrás de él. Siempre huye cuando me levanto.
Por favor, tienes que confiar en mi. Sea lo que sea, ¡Él no es mi hijo! ¿Y por qué estoy tan seguro de ello? Porque maté a mi hijo hace dos semanas. Y lo enterré en lo mas profundo del bosque.