Este capitulo no es un sueño que tuve, solo una idea, pero estoy tan feliz con el resultado que decidí publicarlo aquí
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Recuerdo como te conocí, estabas tirado en una vereda, tenías un par de heridas que no eran graves pero parecían nunca dejar de sangrar, tus ojos estaban cerrados y aun así se veían muy hinchados por las que supongo fueron lágrimas que salieron de estos anteriormente, tus labios estaban rojos dado a que estos poseían heridas como el resto de su cuerpo…y quizás al igual que tu alma.
Recuerdo cuando llegamos a mi casa por primera vez, estabas un tanto desconfiado pero aceptaste mi ayuda, cure tus heridas, te diste un baño y terminaste usando mi ropa, te veías tan diminuto y frágil en mis ropas que sentí la necesidad de cuidar de ti.
Recuerdo como revísate si estaba dormido para luego salir de debajo de las sabanas e ir al baño, aun desde esa distancia pude escuchar tus sollozos. Y lo siento, siento no haber podido salvarte antes de lo que sea que tuviste que pasar.
Recuerdo lo mucho que me sorprendí cuando me dijiste tu edad, tú creías ser un adulto solo porque es lo que la ley indica, cuando realmente solo eras un niño que tuvo que madurar antes para poder sobrevivir en este mundo tan cruel.
Recuerdo el bello accesorio para el cabello que hizo que tus ojos se iluminaran y como si no tuviera control sobre mi cuerpo te lo compré, estabas tan feliz que me diste las gracias muchas veces pero mi mente solo pensaba en lo hermosa que era tu sonrisa y más si era yo el causante de ella.
Recuerdo lo mucho que usabas ropa ancha, larga y cerrada, recuerdo la cara de disgusto que ponías cada vez que te mirabas al espejo, lo mucho que te tardabas en el baño y al salir tus ojos estaban hinchados, todas tus inseguridades y como creías que no merecías nada en lo más mínimo.
Recuerdo cuando tuviste tu primera pesadilla en mi compañía, temblabas y te removías entre las sabanas sollozando y suplicándole a lo que sea que te atormentara que te dejara en paz. Te abrace diciendo que todo estaría bien y que yo estaba allí contigo, eso pareció calmar tu llanto, pero seguías temblando y respirando agitadamente, esa noche no dormimos.
Recuerdo tu melodiosa risa que se presentaba cada vez que contaba el mismo viejo chiste, a veces llegaba gracias a los shows de los 70’s que veías en la televisión con sus horrorosos chistes que sigo sin entender y creo que jamás lo haré.
Recuerdo cuando llegaba a casa tarde y siempre me dejabas una carta junto a la comida para que no me sintiera solo. Esto es un poco vergonzoso de admitir pero guarde todas las cartas que me escribías en una caja de cartón en la parte más alta del closet, ya que sabía que no alcanzabas a llegar hasta allí.
Recuerdo como mi corazón se aceleraba por tu cercanía, como mis mejillas se calentaban por tu sonrisa, como no podía dejar de pensar en ti durante todo el día, como admiraba cada parte de ti con mi cara de imbécil, como mi corazón se llenaba de sentimientos cuando te acercabas un poco más de lo normal.
Recuerdo ese día en específico cuando dije que te amaba
-Tengo que decirte algo- dije con un tono nervioso que capto tu atención
-¿Si?- me preguntaste con curiosidad y una sonrisa en tu cara que pareció calmar todas mis preocupaciones
-Te amo, mucho, más de lo que me gustaría admitir-solté con mi cara de un color rojo intenso
-¿Por qué me amas?- dijiste de una forma tan extraña que no supe interpretar
-…Porque estas roto…y quiero ser la razón de que entiendas que puedes y mereces ser amado, que tú no eres el problema…eres perfecto tal y como eres- termine de decir poniendo una sonrisa en mi cara
-¿Algún día vas a dejarme?- dijiste mientras me abrazabas
-No…- respondí –tú vas a dejarme- pensé mientras sentía mi camisa humedecerse.
Y así fue, te fuiste y lo único que dejaste fueron recuerdos que ahora conservo como si fueran lo más preciado. Sabía que esto pasaría, pero no está preparado, no quería afrontar la realidad de que tú ibas a dejarme en cualquier momento, te extraño y hasta creo que aun te amo.