Historias del Cáncer

Los cinco pilares

Después de aceptar este nuevo desafío, tuve que entrevistarme con uno de los socios de mi jefe de guardias, pero aún no me voy a adelantar pues hoy les voy a presentar a mis jefecitos. No es uno, ni dos, ni tres, ni cuatro, sino cinco. Los cinco pilares de la estructura.

El pilar número uno

A este ya lo conocemos un poco, es el doctor Eduardo Balistrelli.

A primera vista es un hippie loco, bueno, con una sonrisa dulce. Muy divertido, aunque tiene un humor sumamente ácido que puede ser algo…exótico. A segunda vista, lo confirmamos.

Es un amoroso esposo, padre de cinco hijos. Tres mujeres y dos varones. El más pequeño ya tiene mi edad.

Su único deseo es convertirse en abuelo pronto.

Sus estudios los llevó a cabo en otra provincia y se especializó en cirugía en la capital de nuestro país, pero no la ejerce pues prefiere la clínica médica.

Todos sus pacientes lo aman y hasta ahora, no conozco a nadie que no le tenga aprecio, ya sean colegas, enfermeras, familiares y hasta la gente del aseo, pues es una gran persona con todo aquel que se le cruza.

Es algo desprolijo y desalineado, por lo cual muchas veces no parece un doctor, en el sentido estético que uno se lo imagina. Pero cuando creemos que no sabe nada, saca un as de la manga y te deja con la boca abierta por su vasto conocimiento y experiencia.

Él me llevó a las improvisadas oficinas de CIO, ya que aún no estaban listas en el lugar donde estaríamos instalados en forma permanente.

En dichas oficinas me entrevistó el doctor Jorge Villavicencio.

El pilar número dos

El doctor Villavicencio es el contrapunto en muchos aspectos al doctor Balistrelli. Es ordenado, pulcro, serio. Difícilmente hace bromas.

Casado infelizmente y padre de dos hijos a quienes ama profundamente.

Mi primera reacción fue de pavor. Aparentemente yo tampoco fui lo que él esperaba. Creo que buscaba a una señora enfermera con todas las letras y no a una cuasi adolescente que aún no estaba bien plantada en la vida.

Igualmente, detrás de esa fachada de imperturbable existía una persona sumamente cálida y humana. Sólo que hay que llegar poco a poco a él, atravesando capas y capas de dura corteza que protegen a un ser extraordinario, que además es el poseedor de un conocimiento asombroso.

Pasó alrededor de diez años en Europa trabajando en distintos hospitales. Y en una reconocida clínica oncológica en Francia fue donde perfeccionó aún más la especialidad. Y al volver al país trajo consigo las últimas tendencias en tratamientos del cáncer y en mejorar la vida y sobrevida de los pacientes. Hasta eligió los colores con que debían ser pintadas las paredes de la clínica para mayor beneficio de los pacientes. Finalmente fueron rosa y verde pastel. Y aunque pueda parecer raro se veían increíbles.

El pilar número tres

He aquí el doctor Alessandro Palermo, un hombre bello, con unos ojos azules penetrantes. Su forma de ser no es de mi agrado, aunque no sé muy bien el porqué. Poco muestra de su verdadero ser y poco me interesa conocerlo. Es agradable para charlas superficiales y una buena carta de presentación para el instituto médico. De ascendencia europea y a pesar de ser un hombre de familia, poco habla de ellos.

Él vivió casi toda su vida en la capital y se recibió allí cuando aún era muy joven. Después por cuestiones laborales vivió algunos años en Colombia cuando sus hijos eran aún muy pequeños. Hoy están en sus años adolescentes.

Se ha especializado en la clínica del cáncer y su aspecto agraciado hace que sea el rostro visible frente a los colegas, y también es el enlace con los laboratorios, hospitales y organizaciones de seguridad social.

Suele tener menos cantidad de pacientes, ya que sus actividades administrativas acostumbran a demandarle bastante tiempo.

El pilar número cuatro

El doctor Ángel Aguiar Pringles es un conocido cirujano oncológico. Es de una personalidad extrovertida, divertida y dominante. No se apega a las reglas y siempre avasalla a todos con s forma de ser y su carácter. Por lo general es de buen humor pero puede ser algo traicionero.

Es uno de los que más pacientes trae, pero por lo general no se compromete con sus seguimientos y los deriva a sus colegas del instituto. Su mayor compromiso es con el bisturí en el quirófano.

Su vida personal es algo… movida. Está casado en segundas nupcias con una bellísima mujer de casi 20 años menos que él, con quien tiene dos hijos pequeños y tiene dos hijos mayores de su primer matrimonio. Que esté casado no implica que no trate de conquistar a toda mujer que le interese. Su espíritu de cazador se manifiesta sin importar la presa. En más de una oportunidad quiso conquistarme, pero yo ya estoy más que curada de espanto de esa clase de hombres. Mejor que siga su camino.

El pilar número cinco

El último, pero no por eso menos importante es el doctor Eduardo Talles Medeiro, nacido en Brasil pero educado en nuestro país. Es la persona más amable que conocí en mi vida. Sus modales son perfectos. Jamás lo vi de mal humor o levantar la voz. Siempre condescendiente, tolerante, afable y bonachón.



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En el texto hay: esperanza, medicina, historiascortas

Editado: 10.04.2020

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