Noviembre, 2003
En una casa, a las afueras de la ciudad, fueron encontrados los cuerpos sin vida de un joven de 16 años, una mujer de 32 y un hombre de 38. En la habitación al lado de los cuerpos se encontró a una niña de 6 años, herida y temblorosa. Las autoridades revisaron la escena múltiples veces en busca de pistas del culpable de tal masacre.
El oficial Sheppard fue el encargado del caso. Según sus propias palabras, en sus 25 años de carrera, nunca había visto una escena como esta. Al entrar a la casa, el oficial fue recibido por el hedor de la muerte que apuntaba al joven, sentado sin vida al lado de un mueble viejo y gastado que sostenía una televisión. En el suelo, se veía un rastro de sangre que conducía a la cocina, donde se encontraba el hombre (Aparentemente, el padre de familia), tumbado en el suelo con el cuello roto, le faltaba el pulgar de la mano derecha y tanto el meñique como el dedo anular de la mano izquierda. Los moretones desfiguraron levemente su rostro y su ropa estaba desgarrada. La señora de la casa fue hallada frente a la habitación en la que se encontraba la niña, tumbada en la puerta, tenía fracturas en ambos tobillos y el estómago abierto. Sus ojos no estaban cerrados cuando las autoridades la encontraron. La mujer mantenía las pupilas muy poco dilatadas, los ojos bien abiertos, su cabello cubría parte de su rostro, su ceño hacía parecer como si hubiera visto la escena más atemorizante antes de morir, esto se reforzaba con el hecho de que los dedos de sus manos estaban entumecidos como en forma de garra y trataban de cubrir su rostro. Parecía atrapada eternamente en el momento previo a su muerte.
En el cuarto de la niña, las cosas parecían estar en orden. La sangre era poca y se comprobó que era por la pequeña herida en la infante. Cual fue la sorpresa para el oficial Sheppard cuando, al volver a la sala de estar, encontró algo que le llamó la atención: Un oso de peluche escondido detrás de la puerta, empapado en sangre y cargando un cartel de madera con la palabra "Miedo" tallada en el frente.
Al hacer exámenes de sangre, se encontró que la sangre, efectivamente, era del padre. La policía trató de interrogar a la pequeña, pero hasta el día de hoy, no ha podido hablar acerca del incidente. Cuando hablaron con los vecinos, estos afirmaron que escucharon gritos la noche anterior al incidente, pero no pudieron determinar su había una voz distinta a los miembros de la familia.
Una de las hipótesis más apoyadas en el momento fue la posibilidad de haber sido atacados por un animal salvaje, pero no encontraron ningún rastro de pelo, huellas o saliva distinta a la humana. No se encontró ningún arma cerca de la escena, no se encontraron a más familiares vivos o cercanos a ellos, no se pudo determinar la causa de muerte del joven, no se tiene idea de como el padre perdió los dedos o qué le provocó el corte en el estómago a la madre, no se pudo determinar a quien le pertenecía la letra en el cartel de madera que cargaba el pequeño oso de peluche. Lo que sí se pudo determinar es el miedo que la niña le tiene a los juguetes, en especial a los peluches de felpa. Ningún animal en particular, solo basta con ser suave, pequeño y relleno de felpa.
Este es el único caso sin resolver en la carrera del oficial Sheppard, quien pidió autorización para poder cuidar de la pequeña quien ahora está contando esta historia, basándose en los archivos oficiales y sin poder recordar nada antes de los 10 años, excepto el susurro lento de una voz aguda y rechinante diciendo "Miedo" cada vez que me voy a dormir.
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Editado: 06.12.2023