Beso

La mujer se le hizo presente, interrumpiendo la melodía alegre del flautín. No era una ilusión provocada por el horrible frío de la montaña, la mente del chico se tornó confusa, aquella figura era totalmente de carne y hueso...

—¿Qué noche tan hermosa, ¿no crees? — la mujer cerró sus cristales, suspiró y de forma refinada, tomó asiento a lado del joven.

— No has venido a verme solo para hablar de la noche, ¿hasta cuándo dejaras de seguirme? — Fémina de vestido sucio grisáceo, rasgado del vientre hasta la pierna izquierda. Con firmeza, el fenómeno tomó la mano juvenil. Él sintió intriga, pues la palma delgada le transmitió dolor y pesar, y la miró molesto.

—Si eres cruel conmigo, no te lo diré, no soy como los tuyos— Contestó la mujer. Luego se metamorfoseo: le salieron alas de ángel, negras al igual que sus cuernos de bestia, mirada penetrante color lila. El de clises melancólicos se alzó y apartó de la dama sin dudar. Aquella le cogió y soltó un apasionado beso; gélido, doloroso y punzante beso, como si mil agujas le pincharan en los labios a aquel chico, un beso que liberó su veneno en la sangre tibia del individuo, y aunque trató de apartarla no lo consiguió.

La dama se desintegró de pies a cabeza, lentamente en cenizas, mismas que entraron por la boca y orificios nasales. Él se ahogó en pavesas, sus lágrimas corrían por su piel, sin poder dar su último respiro, su interior ardió hasta que se consumió, quedando únicamente su corazón.