Él sueña siempre conmigo, tanto que en momentos puedo sentir que soy real, creer que soy de carne y hueso, y así sentir su cuerpo. Pero él no puede sentir mi piel, se queda triste; mi corazón palpita al verlo de esa manera; y cuando él duerme, me recuesto a su lado, él se gira y abrazo su espalda.
Cuando tocan a su puerta, su bonita invitada le da unas pequeñas píldoras. La cabeza empieza a dolerme, mi piel se torna blanca, y aquel lindo chico se queda en su cuarto, llorando por mí, pues ya no me puede ver. ¡¿Qué haré?! Me siento triste y vacía.
Sentada y frente a una ventana, las horas y los minutos pasan, mis lágrimas son frías. Una mano atraviesa mi pecho, y de nuevo estamos juntos.