1. La casa en Córdoba
Llegué a esa vieja casa buscando paz. El trabajo me había dejado agotado y necesitaba desconectar. El casero me advirtió de ruidos extraños por las noches, pero no hice caso. La primera noche, sentí pasos en el techo. Me dije que era el viento, pero esos pasos bajaban lentamente hasta mi habitación. A las tres de la madrugada, el sonido de la puerta abriéndose me despertó. Abrí los ojos, pero no había nadie. Cerré la puerta con llave, pero cada noche se repetía. La última vez, vi una sombra parada frente a mi cama, inmóvil. La casa estaba helada, pero yo sudaba frío. No aguanté más. Huí al amanecer, dejando mis pertenencias atrás.
2. El hospital abandonado en Buenos Aires
Mis amigos y yo decidimos entrar a ese hospital. Era una especie de reto. Todos decían que la gente escuchaba gritos desde adentro, pero no creíamos en esas cosas. El lugar estaba en ruinas. Caminamos por los pasillos, pero de repente, empecé a escuchar voces. Al principio pensé que eran mis amigos, pero estaban lejos. Escuché una respiración pesada detrás de mí, y cuando me giré, vi una figura vestida con bata blanca. Parecía una enfermera, pero su rostro estaba borroso, como si estuviera cubierto por una niebla espesa. Quise gritar, pero no pude. Corrimos hasta salir del lugar. Desde entonces, cada vez que paso cerca, siento esa misma presencia detrás de mí.
3. La ruta maldita en Salta
Eran las tres de la madrugada, manejando solo por una carretera desolada. Apenas había luz y la neblina envolvía todo. Sentí una presión en el pecho, como si algo estuviera conmigo en el auto. Vi por el retrovisor y, sentado en el asiento trasero, estaba un hombre con la cara ensangrentada. No pude moverme. Quise frenar, pero el auto no respondía. De repente, el hombre comenzó a hablarme, pero sus palabras eran un murmullo inentendible. Al llegar a una curva, desapareció. No volví a manejar de noche por esa ruta.
4. La fábrica en Entre Ríos
Me contrataron para hacer una reparación en una vieja fábrica. Estaba cerrada hacía años, pero necesitaban acondicionarla. El lugar estaba desierto, o eso pensé. Mientras revisaba los generadores, empecé a escuchar martillazos. Pensé que era otro trabajador, pero estaba solo. Subí al segundo piso, y lo vi. Un hombre vestido con ropa sucia, golpeando una pared con un martillo oxidado. Cuando me acerqué, se dio la vuelta, y vi que no tenía rostro, solo una mancha oscura. Grité, pero el sonido rebotó en el vacío de la fábrica. Al volver a bajar, me di cuenta de que la puerta estaba cerrada por fuera.
5. La escuela en Mendoza
Era conserje en una escuela vieja. Cada noche, después de las clases, tenía que hacer mi ronda de limpieza. Una noche, escuché risas en el pasillo del segundo piso. Subí a ver qué pasaba, pensando que algún alumno se había quedado encerrado. Al llegar, vi a una niña jugando con una pelota. Me acerqué para preguntarle qué hacía allí, pero la pelota pasó por mis pies y la niña desapareció en el aire. Desde entonces, cada vez que entro al pasillo, escucho el eco de sus risas.
6. La cabaña en Neuquén
Era invierno y decidí pasar unos días en una cabaña en la montaña. El lugar estaba rodeado de nieve y parecía sacado de una postal. La primera noche fue tranquila, pero al segundo día, empecé a notar huellas alrededor de la cabaña. Eran huellas humanas, pero no había nadie más en kilómetros a la redonda. Al caer la noche, esas huellas empezaron a aparecer cerca de las ventanas. Sentía que algo me observaba desde fuera, pero no me atrevía a mirar. Finalmente, me armé de valor y abrí la puerta. Las huellas terminaban justo en el umbral, pero no había nadie.
7. El cementerio en Santa Fe
Siempre me gustaron las historias de terror, pero nunca creí en ellas hasta que trabajé como vigilante nocturno en un cementerio. Era tranquilo, hasta que una noche vi una luz en una de las tumbas más antiguas. Me acerqué y escuché susurros. Creí que era el viento, pero esas voces decían mi nombre. Sentí un escalofrío, pero decidí seguir caminando. Entonces, vi una figura oscura, sentada sobre una lápida. Parecía estar llorando, pero cuando intenté hablarle, se desvaneció en el aire. Desde esa noche, cada vez que paso por ese lugar, escucho esos mismos susurros llamándome.
8. La estancia en La Pampa
Fui contratado para trabajar en una estancia, cuidando el ganado. El lugar era tranquilo, pero los lugareños hablaban de "La Dama Blanca", una mujer que se aparecía en las noches de luna llena. No les hice caso, hasta que una madrugada la vi. Estaba parada al borde de la cerca, vestida de blanco, con el pelo largo cubriéndole el rostro. Cuando me acerqué, desapareció en un instante. A partir de esa noche, cada luna llena escuchaba pasos fuera de mi cabaña y susurros en el viento, como si ella estuviera cerca, observándome.
9. La casa antigua en San Juan
Herede una casa antigua, en las afueras. Era grande, pero estaba en mal estado. Me mudé con la idea de renovarla, pero desde el primer día, algo no se sentía bien. Las puertas se cerraban solas, y a menudo escuchaba pasos en el piso de arriba, aunque sabía que estaba solo. Una noche, vi a un niño parado en la escalera. Estaba sucio, con la ropa rota. Pensé que era una alucinación, pero entonces me habló. "No deberías estar aquí", dijo, antes de desaparecer. Dejé la casa esa misma semana.
10. El parque en Misiones
Siempre me gustó correr por las mañanas en un parque cercano a mi casa. Un día, decidí ir más temprano de lo habitual, cuando todavía estaba oscuro. Mientras corría, vi a una mujer sentada en un banco. Estaba vestida de negro, con el cabello cubriéndole el rostro. Al pasar junto a ella, escuché un sollozo. Me detuve y me acerqué. Al tocarle el hombro, su cabeza giró hacia mí de una forma antinatural, con una sonrisa macabra que me heló la sangre. Desde entonces, nunca más volví a ese parque.
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Editado: 20.09.2024