**Título: Sombras de la Infección**
**Prólogo**
Era un día normal, y la vida seguía su curso en la tranquila ciudad de *Barrapampa*, un pequeño pueblo argentino rodeado de montañas y ríos. Los niños jugaban en la calle, las mujeres compartían risas en la plaza, y los hombres trabajaban en el campo. Sin embargo, un oscuro presagio se cernía sobre la ciudad, un secreto que pronto se manifestaría en horror. La historia que estás a punto de leer te llevará a un mundo donde lo desconocido se cierne sobre cada rincón, donde la vida y la muerte se entrelazan en una danza macabra.
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**Capítulo 1: La Última Fiesta**
La noche anterior al comienzo del caos, la ciudad celebraba la Fiesta de la Cosecha. Música, baile y risas llenaban el aire mientras los lugareños se reunían para festejar. Indio Morales, un enfermero del hospital local, disfrutaba del ambiente festivo junto a su amiga Graciela, una alegra peluquera que siempre iluminaba el lugar con su risa contagiosa.
“¿Sabías que la última vez que tuvimos un evento así, llovió durante semanas?”, dijo Graciela al recibir su bebida. “Espero que esta vez no pase algo raro”.
Los amigos rieron y continuaron disfrutando del baile, sin darse cuenta de que, en las sombras, algo se gestaba, algo que pronto desataría el infierno. Una figura oscura los observaba, su presencia invisible para la multitud, pero inquebrantable.
**Capítulo 2: El Primer Susurro**
A la mañana siguiente, Indio despertó a un mensaje en su celular: una noticia que abalanzaba el terror sobre el pequeño pueblo. Un extraño brote de una enfermedad desconocida se había reportado en la ciudad vecina. Los síntomas eran inquietantes: fiebre alta, delirio y un comportamiento extremadamente agresivo.
Mientras preparaba su camino al hospital, la preocupación llenó su pecho. ¿Podría ese brote hacer su camino hacia Barrapampa? Al llegar al hospital, encontró una atmósfera tensa. Los rumores eran inevitables y el comportamiento inusual de algunos pacientes causó un verdadero pánico.
Fue entonces que un hombre fue llevado a urgencias, con laceraciones en los brazos y un estado casi catatónico. El resplandor en sus ojos no era humano. Indio, sintiendo el sudor en su frente, supo que debía hacer algo.
**Capítulo 3: La Infección se Propaga**
Los días pasaron, y la enfermedad se extendió rápidamente. Los reportes sobre incidentes violentos llegaron de todos lados. Indio comenzó a notar patrones: la gente se contagiaba al estar cerca de personas afectadas. Algunos comenzaron a visitar la ciudad por curiosidad, trayendo consigo el horror.
Graciela, preocupada por su familia, se acercó a Indio. “No podemos quedarnos parados mientras esto crece”, le dijo. “Debemos ayudar a la gente a entender lo que está pasando”. Sin embargo, en las calles, la realidad era más aterradora de lo que imaginaban.
Mientras el pueblo se dividía entre quienes querían cerrar filas y quienes negaban la gravedad de la situación, la tensión se multiplicó. Aquella misma noche, mientras Indio revisaba informes en el hospital, el hombre que había atendido comenzó a convulsionar. Sus gritos resonaron en los pasillos, y las luces titilaron cuando se levantó con una ferocidad inimaginable.
**Capítulo 4: La Noche del Horror**
Con el primer ataque en el hospital, el caos estalló. Los gritos resonaban mientras los pacientes se convertían en lo que no eran: seres sin control, desprovistos de su humanidad. Inmediatamente, se organizó la evacuación, y los primeros enfrentamientos tuvieron lugar en la entrada del hospital. Indio y Graciela, intentando proteger a los heridos, vieron cómo la verdad se revelaba ante ellos.
Los zombies, ahora en las calles, atacaban sin piedad a quienes se cruzaban en su camino. La ciudad, que antes era hogar, ahora era un campo de batalla. En su lucha por recordar lo que era, una llamada al deber hizo que se uniera a un grupo de supervivientes.
**Capítulo 5: La Fuga y la Resistencia**
Con un plan en marcha, Indio, Graciela y un grupo de valientes decidieron retirarse al campo en busca de refugio. Sin embargo, al avanzar, nuevos peligros acechaban. Los zombies estaban en todas partes, y la lucha por mantenerse con vida se volvió más feroz. La naturaleza, que solía ser su amiga, ahora parecía estar en su contra.
Sin embargo, en medio del caos, la esperanza brillaba. Graciela se convirtió en el corazón del grupo, organizando estrategias y manteniendo la moral alta. Indio, aprendiendo más sobre su deber como enfermero, trató de ayudar a quienes sufrieron heridas, pero la infección ganaba terreno y cada vez había más bocanadas de horror.
La resistencia se concentró en el viejo molino, un lugar donde podrían protegerse por un tiempo, pero sabían que el tiempo corría en su contra. Mientras esperaban en la oscuridad, las pesadillas del pasado regresaban, mostrando sus vívidas imágenes, susurrando promesas de que la vida podría cambiar de repente.
**Capítulo 6: La Batalla Final**
Mientras la ciudad caía en el anarquismo, un plan se formó: ir hacia el laboratorio donde se había desarrollado el virus. En esa maquinación oscura, según leyendas y voces entre las sombras, podrían encontrar respuestas y un posible antídoto.
El grupo decidido se adentró en la noche, enfrentando hordas de criaturas que una vez conocieron. En el camino, se unieron a otros sobrevivientes, que se había agrupado en una zona segura. Al llegar al laboratorio, se enfrentaron a una resistencia feroz, pero la valentía en cada uno de ellos iluminaba la oscuridad.
Fue una lucha épica, donde el miedo se transformó en determinación. Indio, quirúrgico en sus movimientos, salvó a Graciela de un ataque, sintiendo la conexión que se había forjado entre ellos a través del rechazo y la pérdida.
En medio de la lucha, descubrieron un laboratorio oculto en la parte trasera, donde los científicos habían estado trabajando frenéticamente. Encontraron documentos que hablaban del antídoto, pero también de experimentos fallidos que llevaron a la catástrofe.
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Editado: 20.09.2024