12 de junio 2018
Jerry, hoy fui otra vez a la cafetería y los cruasanes estaban más ricos que ayer. Creo que voy a tomar el hábito de llegar al menos media hora más temprano, lo hice esta mañana y me senté un rato en el sillón de la esquina y solo miré a las personas.
Fue divertido. Bueno, entretenido, en realidad. ¿Crees que es raro, Jerry?
¿Sabes, Jerry? También había un chico… Bueno, no un chico, un hombre. Un tipo. Creo que ya lo había visto antes, no sé. Pero hoy lo noté porque dentro de la cafetería nueva con sus asientos floreados y sus luces colgantes en el techo el tipo se veía demasiado fuera de lugar.
Creo que pidió un té, no sé. Era muy alto, eso sí y luego lo vi cruzar la calle y entrar al edificio del lado, creo que se trata de una agencia publicitaria, pero tampoco conozco a nadie de ahí dentro.
Da igual, te lo cuento porque espiar fue lo único interesante que me pasó hoy. En la floristería no se vendió ni una margarita, nada de clientas molestas, pero no pude jugar Candy crush porque Ivy andaba de aquí para allá, creo que se peleó con el esposo.
Mamá anda poniendo incienso por toda la casa y apesta, creo que por eso estoy tan dispuesta a escribir cosas hoy. Ivy me contó que a mi edad ya se había mudado sola, pero yo no puedo hacer eso porque no puedo vivir sin mamá. Literalmente me moriría de hambre y de frío en menos de una semana. Con el sueldo que me paga no puedo hacer mucho.
Supongo que no te importan mis problemas financieros, Jerry, pero eres un cuaderno así que te aguantas. Te juro que no te lo cuento para que me hagas un préstamo.
Aunque tampoco me quejaría si los números de la lotería aparecen escritos en ti por arte de magia. Solo digo.
Editado: 18.04.2022