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14 de Junio 2018

Jerry, sé que me indicaste que debía escribir a diario, pero ya te dije que no siempre me pasan cosas que merezca la pena contar. ¿Acaso no puedo hacerte un resumen semanal, como en el noticiario? Te preguntaría si no estuviera segura de que vas a decir que no.

¡Qué pesado, Jerry, en serio!

He pasado los últimos dos días como siempre. Yendo al trabajo, dejando que Ivy me atormente un poco; ya entendí que es como su rutina de ejercicio y la verdad es que ya casi ni me importa, finjo para que molestarme siga pareciéndole interesante y no salte a otro nivel de tortura.

Ayer en la cafetería volví a ver al hombre del que te conté, ¿Puedo decir que te conté? En fin, si pide té y la verdad es que siento pena por él. Yo solo elegiría té verde por sobre el chocolate o el café si alguien me apuntara con una pistola, pero a él no lo apuntaba nadie. A menos que no fuera alguien usando la capa de invisibilidad de Harry Potter. Estoy divagando, Jerry. Lo sé.

Y bueno, hoy descubrí que se llama Omar, porque escuché cuando lo llamaron para entregarle su té. Omar. Creo que le queda, le queda incluso mejor que el ridículo vasito de té humeante en sus manos. Cuando sale del local lo observo discretamente (o eso me gusta pensar) mientras cruza la calle y se mete en el edificio en el que trabaja, justo al lado de la floristería. Ahí, cruzando las puertas dobles de cristal, no luce tan fuera de lugar como en la cafetería. Ahí se ve perfecto.

¿Crees que estoy loca, Jerry? ¿O que estoy realmente enferma? Tú, en tu forma de cuaderno eres la única persona con la que puedo hablar esto, porque si le cuento a mamá sería capaz de internarme en un loquero, sobre todo después de ver esa serie del loco acosador. Ahora siempre cree que alguien puede estar espiándola, yo creo que ella es quien debería ir a tus consultas, pero no se lo digo porque quiero que me siga preparando panqueques de vez en cuando.

Hasta mañana Jerry o hasta que vuelva a tener cosas que contarte.