Hola extraño: me gustas.

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6 de julio 2018

 

¡Oh por Dios, Jerry! ¡Oh, por Dios!

Ojalá pudieras verme, vengo corriendo del trabajo, mamá debe de pensar que estoy loca, o bueno… debe haber confirmado sus sospechas, pero lo cierto es que ahora tampoco importa mucho.

Si te cuento lo que me pasó no vas a creerlo.

Sucede, que esta mañana llegué tarde al trabajo, en consecuencia no pude ir por mis cruasanes hoy. Obviamente no vi a Omar y eso me hizo molestarme un poco. Luego me molesté un poco más, esta vez conmigo misma, por haberme enojado por no ver a Omar. ¿Ves, Jerry?

El punto es que como llegué tarde, Ivy me hizo reponer mis diez minutos, los convirtió en treinta minutos de tortura en los que, como siempre, no fue nadie. Y estaba mucho más molesta cuando salía de la floristería, así que crucé a la cafetería porque no quería llegar molesta a casa porque no quería haber sobre Ivy con mamá…

La cuestión es que me dije: ¿Por qué no? No tienes nada que hacer, nadie te espera. Entonces me fui a la cafetería ¿Y a que no sabes? Cuando estaba llegando a la puerta de repente apareció una mano, seguida de un cuerpo. Sí, Jerry, ERA ÉL. Y abrió la puerta. Y después me miró y-son-rió y me indicó que pasara anqué estaba como a quince pasos de distancia.

No sé cómo no me había fijado que estaba tan cerca, caminando a pocos metros por delante de mí; aunque en mi defensa debo decir que no lo tenía justo en frente, pero estaba ahí y no lo vi.

Y ni siquiera pude responderle con una sonrisa decente, Jerry, me espanté como una idiota y sólo pude asentir y pasar junto a él.

Esa habría sido la oportunidad perfecta para sonreírle, para que intercambiáramos al menos un “Hola” casual, pero yo no hice nada, soy una idiota. Y soy más idiota por sentirme feliz de que al menos me notara.

Por primera vez se quedó en la cafetería, pero no pude ver qué hacía, porque se sentó en una mesa algo oculta y estaba fuera de mi campo de visión, hubiera fingido que había una molesta corriente de aire para moverme de asiento, pero el lugar suele estar más lleno en las tarde de lo que está en mañana. Supongo que por gente como Omar, que a esas horas si prefieren quedarse.

Igual tuve que marcharme poco después porque recibí una llamada de mamá que me pedía pasar por queso para la cena. Él todavía seguía allí cuando me fui.

Estoy flotando, Jerry.

Tal vez desde ahora comience a sentarme en la otra esquina, desde donde sí puedo ver todo el local sin comprarme una tortícolis.



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En el texto hay: obsesion, diario, psicologo

Editado: 18.04.2022

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