14 junio 2018
Jerry, hoy mi corazón, que se crió viendo Disney todo el día en el viejo reproductor VHS de mamá, se ha sentido en una nube el día de hoy. ¿Como es posible que me sienta patética y feliz al mismo tiempo? Tal vez porque salté de la ansiedad a otros trastornos y tú estás demasiado concentrado en preguntarme disparates y obligarme a escribir en esta cosa como para notarlo.
Te lo dejaré pasar, Jerry, solo porque hoy estoy de buen humor.
Te cuento que hoy, mientras daba los últimos tragos a mi chocolate caliente, Omar entró en la cafetería como cada mañana, siempre puntual (me encargaré de poner eso en la lista de cosas que sé de él). El punto es que, como siempre, saludó a todos; ese "saludo" general que suele soltar nada más entrar,con esa voz áspera que a veces me hace pensar que es mucho mayor de lo que aparenta.
Hubo un "saludo" general para todos, menos para mi; porque cuando llegó hasta la camarera, antes de pedir su té, se giró hacia mi esquina y me sonrió. Sonrió y asintió hacia mí. Al menos esta vez al menos pude responderle la sonrisa sin sentirme demasiado estúpida.
Y cuando le entregaron lo que había pedido, se acercó hacia mí. Saludó otra vez y me dio las gracias por la recomendación de los cruasanes y luego, para mi más absoluta sorpresa, dijo que algún día me invitaría a uno para agradecerme en circunstancias. ¿Has leído eso, Jerry? ¿Aplica como cita?
Tal vez debí aceptar a Paul Norton cuando íbamos a la escuela, aunque fuera feo, porque así al menos tendría un poco más de experiencia y no estaría pintándome cosas en la cabeza que de seguro nada tienen que ver.
Editado: 18.04.2022