Abril era una chica curiosa. Me refiero a que me causa curiosidad su forma de ser.
Lo primero que vi al entrar al aula, conocedor de que ella ya estaba adentro, fue a ella, golpeándose la frente y diciendo palabritas lo suficiente bajo como para que ni yo pudiera escucharla.
—Pareces enojada. —Saltó en la silla, dejando caer su mano, esa con la que se había pegado, a la mesa. Volvió a gruñir palabras incomprensibles antes de morderse los labios.
De nuevo, por primera vez sentí envidia de unos dientes.
No me respondió.
A pesar de su malhumor, ella se veía… bien. Sus ojos estaban un tanto más abiertos, no se veía tan cansada, aunque seguía notándose fatigada.
—Sí, estás muy enojada y supongo que no me querrás decir el por qué, ¿verdad?
—No —gruñí, su vista hacia la ventana.
Tomé asiento a su lado, preocupado.
¿Qué le había molestado? ¿Era algo independiente de mí o tenía relación conmigo?
—Hey, mírame —susurré, tomando entre mis dedos su rostro para que me miraba. Entrecerró sus ojos hacia mí, amenazante, pero es que su rostro era tan tierno que solo logró derretirme un poquito por dentro—. Ya sabes lo que dicen: la ira envenena la sangre.
—Solo… déjame en paz. —Se deshizo de mi agarre, pero no se alejó ni dejó de mirarme.
Su respuesta, debo admitirlo, me había molestado.
Hacia solo unas horas me pedía que no dejara su casa, habíamos hablado como dos personas civilizadas, sin rencores, sin miedos presentes, pero ahí estaba, intentando de nuevo alejarme.
—Estás encadenada a mí por unos meses, Abril, te recuerdo que compartimos este escritorio durante cinco días a la semana, toda una hora.
Resopló, pero se quedó en silencio. No sabía cuántas veces me había asesinado ya en su mente, suponía que muchas si me guiaba por su ceño fruncido y labios haciendo una mueca.
Me fue inevitable sonreír.
Las horas transcurrieron sin mayor inconveniente más que mi deseo de saber por qué Abril estaba molesta en la mañana. También debía agregarle que había sido emparejado, a petición de ella, a Amber en el trabajo de biología.
En mi defensa debo decir que solo la conocía medianamente a ella en esa clase, no podía darme el lujo de despreciarla, además de que en ese instante no sabía de la rivalidad entre ella y Abril, de lo contrario, sí que hubiera rechazado todo intento de acercarse a mí.
A la hora del receso me encontré con mi hermano para comer juntos. En realidad, lo que yo estaba esperando era que se fuese a la mesa de Alicia y Abril para yo seguirlo y poder tener un momento con mi chica… Bien, no era mi chica, pero lo sería, el destino así lo quería.
Quizá la mayor razón por la que no me rendía con ella era que en esos pequeños momentos en los que dejaba su imaginación de lado, sus miedos, podía ver que se sentía cómoda conmigo, se divertía, la hacía reír. Solo debía sobrepasar esos temores para poder llegar a ella de la manera que quería.
Alicia se tiró a Abril para abrazarla cuando cogimos nuestra comida. La cara de incomodidad de Abril mientras le palmeaba la espalda a su amiga me dio risa.
Mi hermano llegó poniendo su bandeja. Yo lo imité.
Aun con Alicia abrazándola, Abril nos dio una mirada.
—Creo que hemos llegado en un momento muy especial de amigas.
Alicia se recompuso de inmediato al escuchar la voz de Trevor. Se sonrieron, pero me interesó muy poco la conversación que comenzaron. Por otro lado, sí que me concentré en la castaña sentada a mi lado, quien al verme se pegó en su frente, asustándome. La iba a interrogar sobre lo que pasaba, otra persona, para nada deseada, llegó a la mesa.
Ya había tenido otro encuentro con Matthew Stevenson luego de la fiesta. Ese chico me recordaba a Kirian, guardándome rencor por algo que ni siquiera había hecho. Existía ese momento en la fiesta, cuando la tomó contra mí por un empujón que ni siquiera yo le había dado, luego había intentado buscar pleito al encontrarme sacando mis textos en mi casillero.
En los entrenamientos me habían preparado para ese tipo de personas: las que tienen una autoestima tan baja que buscan por cualquier miedo un aliciente. Para Matthew, había comprendido, ese incentivo era ganarle a cualquier persona con la que quisiera pelear, siendo tan desgraciado de no encontrar eso en mí, aunque ese día estuve a poco de darle lo que quería y permitirle conocer mis puños.
—Hola a todos. Hola, Abril. —No pude evitar tensionarme cuando él la saludó y ella le devolvió el saludo por medio de una sonrisa.
No comprendí la razón por la que Stevenson estaba ahí, salvo hacerme amarga la mañana.
Creo que en el instituto se había convertido en un rumor que yo andaba detrás de la atención de Abril. No era tanto un rumor, si nos apegábamos a los hechos, así que ahí estaba ese chico, intentando ir detrás de la misma que yo.
—Hola, Matt ¿Qué te trae por acá? —Alicia hizo la pregunta que yo tanto quería formular.
—Vengo a hablar con Abril. —La nombrada frunció el ceño, confusa. De manera instintiva me acerqué a ella, marcando un poco mi territorio, aunque sonara feo— ¿Quisieras ir hoy a la fiesta que organizan los chicos del equipo al iniciar clases?
No supo que decir. Boqueó un par de veces, buscando una respuesta.
Terminó pro aclarar su garganta y su cabeza, negando.
—Lo siento, Matt, tengo muchas cosas que hacer hoy. —Me alegró la negativa. Le sonreí a Stevenson con burla, aunque comprendía muy bien que ella había dicho que no podía, no que no quería. Aun así, sus palabras sonaban a excusa: en realidad ella no quería salir con él.
—Oh, bueno, otro día será.
No pude hacer más que apretar mis puños al acercarse a ella. No podía hacer nada, no podía meterme en un problema. No sabía qué tipo de relación ellos llevaban o si Abril lo quería. Le robó un beso, pero cuando pensé que me iba a tirar sobre él para separarlo, ella fue más rápida que yo.
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Editado: 15.01.2022