Me encuentro en la azotea de uno de los edificios. Nadie sube aquí a menos que sea empleado especial, así que es el lugar perfecto para relajarme; puedo ver el cielo y mi rostro corta el viento.
No dejo de pensar en lo que dijo Josh: «No todos son malos. Hay muchas personas que están dispuestas a ayudar». Ya estoy harto de esperar algo de los demás, la mayoría sólo es gente interesada y vil. No es tan fácil abrirse o al menos para mí ya no lo es como antes...
—Diablos —gesticulé dolor al llevarme una mano a la cabeza, duele de nuevo.
Me senté en el suelo para descansar, siento que tengo fiebre. «Pienso que te vendría muy bien una compañera o una amiga». ¿Por qué pienso en eso ahora? ¿Por qué alguien estaría interesado en mí? No le encuentro sentido, qué fastidio.
Me recargué en el muro detrás de mí; mis párpados pesan, los cerré lento al no poder resistir más el agotamiento. Sólo quise descansar un poco la vista, pero sin darme cuenta me quedé dormido en esta posición. Fue extraño en demasía, lo sentí como un parpadeo... aunque, no me puedo quejar. Ya no siento tanta pesadez en el cuerpo, al fin puedo respirar con un sentimiento de alivio.
Miré al cielo y el sol ya lo había pintado con tonos de naranja y rosa; tengo que irme, es tarde. Bajé del edificio sin toparme con nadie y me dirigí a la salida mientras me coloco mis audífonos. La sensación de soledad en la escuela no me desagrada, me brinda paz, el silencio me da tranquilidad.
Estaba a unos cuantos metros de abandonar la escuela, pero el dolor de cabeza volvió repentinamente, ¿ahora por qué? Antes de poder quejarme en silencio, alguien me tocó la espalda, ¿aún hay gente aquí? Me volteé para atender el llamado tras quitarme los audífonos y vi a una chica detrás de mí.
—¿Sí?
—Ah... ah… ah. Hola —tartamudeó.
—¿Qué quieres?
—Ah, pues... yo... —su tonto silencio me dio la oportunidad de analizar su rostro y encontré similitudes de él en mi memoria. Es la chica del otro día, sólo que con otro peinado. ¿Qué diablos hace aquí? ¿Me está siguiendo?
—Un momento, eres la chica de la otra vez.
—Ah sí, soy… yo.
—La chismosa —sí, definitivamente es ella, cómo olvidar su irritante balbuceo. Creí habérmela quitado de encima, qué equivocado estaba. —¿Qué quieres ahora? ¿Eres de esos chicos fastidiosos de servicio? Porque si es así, no estoy interesado —me di la vuelta y avancé.
Tiene que ser eso, sino, ¿por qué está aquí tan tarde? Es la única explicación que encuentro.
—¡No! —tiró de mi sudadera y me detuvo, ¿qué diablos le pasa?
—¡No jales mi ropa! —alejé su mano de mí sin pensarlo dos veces.
—Lo siento, pero no me estás dejando hablar.
—Sólo balbuceas y no dices nada.
Su mirada y actitud nerviosa me hizo sentir un poco de culpa. Tal vez fui muy grosero con eso último, pero no puedo dar lo mejor de mí con este dolor que quiere hacer explotar mi cabeza. Igual y un poco de tolerancia la aleje de mí de una vez por todas.
—¿Qué quieres? —reiteré sin poder esconder mi fastidio. Es la primera vez en mucho que alguien logra sacarme de mis casillas tan rápido.
—Ayer... me diste tu libro y quiero regresártelo.
—Te lo di para que no me molestaras de nuevo, pero veo que resultó lo contrario.
—A mí no me sirve de nada y creo que a ti te gusta, por eso te lo quiero devolver.
Ve lo positivo, ve lo positivo. Si lo tengo de vuelta podré terminarlo y por otro lado, esta chica dejará de seguirme; no quiero tener que cuidarme de una acosadora con las hormonas desatadas. Le extendí la mano tras aceptar con palabras su petición, pero por motivos que desconozco me dio su mano como si yo la hubiera pedido en primer lugar. ¿Qué cree que es esto? ¿Un baile real? ¿Qué diablos pasa con esta chica?
—¿Qué haces? —pregunté.
—¿Eh?
—El libro —no hablar con descortesía es difícil si se trata de esta chica.
—Ah, es cierto.
Dios, qué fastidio. Valdrá la pena, tendré mi libro de vuelta y todo acabará en un abrir y cerrar de ojos. Buscó en su mochila con perseverancia, pero en un momento se detuvo en seco.
—¿Y?
—Esto... creo que lo olvidé en mi casa.
—¿Qué? —perfecto, ya me quedó claro que no puedo esperar nada de alguien más, qué buena lección para el día.
—Lo siento, estaba segura de que lo había echado en mi mochila —insistió en buscar lo que obvio no tiene.
Su cara se sonrojó de nuevo y mi cabeza duele con más intensidad, no pude evitar suspirar y llevarme la mano a los ojos:
—Disfrutas hacerme perder el tiempo, ¿verdad?
—No, no es eso, te prometo que mañana te lo doy, sin falta.
¡¿Qué?! ¿Pasar por esto de nuevo? No, es mejor perder el libro.
—Quédatelo, prefiero eso a que me estés siguiendo —no aguanto la cabeza. Me puse los audífonos, quiero irme ya de este lugar.
—¡Espera! —¿por qué tiene que gritar?—. Por lo menos dime tu nombre.
—¿Para qué quieres saberlo?
—¡Quiero ser tu amiga!
Un espasmo recorrió todo mi cuerpo junto con un escalofrío que atormenta mi espalda. «Amiga», es lo que dijo Josh en la mañana. Una pequeña parte de mí (que creí muerta) quiere darle paso a esta tonta experiencia, pero no, no debo dejarme llevar por el sentir. Tengo que mantenerme firme y concentrarme en lo que realmente importa.
—Pues pierdes tu tiempo —decidí avanzar y dejarla atrás.
—Ah sí... pues… ¡si no me dices tu nombre, no dejaré de molestarte!
Me detuve en seco cuando escuché su amenaza, ¿por qué me dolió? ¿Por qué? ¿Por qué no simplemente se fue cuando me mostré venenoso? ¿Por qué no se rinde de una buena vez? «Sólo es cuestión de que los dejes entrar. No te encierres, por favor.» ¿Qué hago? Mi mente es un completo caos ahora; qué ironía tan vergonzosa es perder la cabeza por una chica. No... no puedo ceder, intentaré parar esto aquí o mejor dicho, debo hacerlo.
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Editado: 26.07.2024