La reina Lesya está feliz por que por fin se escapa de la guerra contra el ejército de Viyna. La sobrina, a la que tanto odia se encargará de todas las consecuencias que ella ha creado. La semana que viene, al casarse su sobrina, Lesya abdica, y recibe el nombre de Reina Lesya I de Krassa, la fundadora. Con ello, se escapará del castillo a vivir en el lujoso castillo antiguo del pueblo Dyvo, de los padres de Oxana y con una gran cantidad de monedas de oro sumamente importante, tanto que tiene la vida resuelta.
Mientras Lera y Andryi pasan todo el día juntos, felices cuando se encuentran por el largo pasillo, sin parar de mirarse, con la mirada se lo dicen todo, sus ojos quedan pausados, sin palabras pero el brillo de sus ojos lo explicaba todo, "te elijo, te eligiria una y otra vez, sin dudar y cuando cierre mis ojos y vuelva a abrirlos, seguiré eligiéndote". En ese momento los dos se dan cuenta de que no necesitan nada más, ni el lujo, ni las comodidades, ni el grande castillo, ni la herencias, ni sea por la clase alta, ni media ni baja, ni por las monedas de oro o grandes tierras de alrededor del castillo. Ambos han encontrado todo lo más importante que se puede tener más importante. AMOR en mayúsculas. La unión de dos personas que se aman, que se ayudan mutuamente, dónde hay fidelidad, amabilidad, bondad, generosidad, humildad, obediencia, trabajo duro en equipo y nobleza. Todo lo que en esta época no puede tener una reina, este matrimonio lo cambia, esta conociendo lo que nunca ha tenido en su vida, lo que nadie le ha dado y lo que jamás ha esperado, para ella solo es una imaginación viviente, estaba soñando que pudiera tener todo ese cariño y esa libertad que tanto añoraba.
Pasada la semana el príncipe de elegido viene a la ciudad, Andryi y Lera se cogen de la mano y se dirigen al gran salón principal. Nerviosos, entran por la puerta. Lesya los mira con cara extraña.
_Lera, querida sobrina. No hace falta que le cojas la mano al capitán. Puedes soltarla por favor, tengo que presentarte a tu futuro marido......... .
_Señora Lesya, no. Lera es mi esposa.
_¿Cómo?
_Como lo escucha. Lera es mi esposa y no se puede casar con otro hombre.
Lesya pone sus manos en la cabeza, tiembla y mira a su sobrina con rabia. No tiene otra opción que acabar con ese matrimonio, si no, la guerra contra el reinado de Viyna, acabaría con el suyo.
_Voy a llamar a mis guardianes. Lera, sabes que tienes un compromiso muy fuerte con tu familia, el que no puedes romper. ¿Cómo has sido capaz de abandonarme en estos duros momentos y casarte con alguien que no es de clase alta?
_¿Cómo dice? Según ya me informe, que usted, mandó a mi madre a una cárcel, con la desfachatez de que muriera de hambre y sed. También me informe de que este reino no hacía las crueldaes que vosotros habeís impuesto. ¿Se supone que debo de hacer caso de usted, señora Lesya?
_No sé de que me hablas, niña. Tu ahora mismo te vas a casar con el principe de Elegido_dice con un nudo en la garganta.
_No, señora Lesya. Mi madre me dejo una nota en la que dice que me puedo casar con el hombre que yo quiera. Tengo pruebas. La verdadera descendecia soy yo, así que usted no manda en este lugar.
_Ja ja ja ja ja ja ja...Los guardias están de camino y pronto, se llevarán a tu marido de camino al patio de armas, para apresarlo y llevarle a la habitación de torturas. Aún sigo siendo reina, Lera, no se te olvide. Yo tengo la autoridad ahora mismo.
_De aquí no se lleva a nadie, señora Lesya. Yo tengo el mando por la orden de mi madre, que es la verdadera reina de este castillo, y ahora lo soy yo. Tú no pintas nada aquí. Los guardias me harán caso a mí, conforme a las leyes, yo soy ahora la reina y mando yo.
_Bueno, eso si no mato a tu marido ahora mismo. Todos los guardias no te van hacer caso, mocosa, hay gente que está a mi favor y este marido que te has encontrado, morirá. Sola no puedes llevar el reino que quieres y a la fuerza te tienes que casar con el príncipe de Elegido. A si que no te escaparás de las leyes que yo he puesto.
De pronto medio ejército de guardias vienen de inmediato a arrestar al capitán Andryi. Por más que Lera reclame que ahora es la reina, medio ejército no le hace caso y se llevan al capitán Andryi a la habitación de torturas.
_Ja ja ja...¿Te crees que puedes vencer?
_Si, señora Lesya. Aunque me haga sufrir hasta lo más hondo, le digo a usted que sus normas ya no valen de nada y quién me desobedezca pagará por ello.
_¿Sin marido?
_Espero un hijo de él. Hay descendecia y con eso, ya no puede luchar. Ningún príncipe puede casarse conmigo, mi descendecia es fruto de la relación de una reina de clase alta con un capitán de clase media. Eso no lo puede cambiar nadie. Sus normas se han ido al traste. Ya puede soltar a Andryi porque no le va hacer falta matar a mi marido para seguir con sus espantosas normas en esta ciudad.
Lesya queda asombrada, no sabe que táctica usar, se queda en blanco. Lera llama al todo el personal, a los soldados que no hacen caso a Lesya._Si es tan amable soldado, acompañe a esta mujer a las cárceles de este castillo, por faltar el respeto a mis padres, por imponer leyes dónde no las había, por hacer injurias e injusticias a todos los ciudadanos de esta ciudad, y por supuesto, por matar a su propio marido y por querer escapar de una guerra provocada por las consecuencias de sus propias leyes. ¡Pueden llevársela!
Lera sale corriendo a la habitación de la tortura y se encuentra a Andryi atado al potro, sus manos y pies están atadas a aquella máquina que al girar el torno, sus extremidades se estiran cada vez más. Cuando Lera entra en la habitación, grita a los soldados y son retenidos por los soldados que apoyan a Lera.
Lera llora angustiosamente al ver a su marido desmayado con las muñecas dislocadas. Pronto le da agua y parece depertar. Los soldados lo cogen y lo llevan al dormitorio del castillo