Horizonte

La Playa

Memoria de siglos, reposados en lunas eternas, soles infinitos, cambios repletos de muerte y de falta de ella. Lo que una vez hubo aquí nadie lo vio, no había vida en ella, sólo moribundos sueños desolados de un Dios aprendiendo a caminar. Siglos y siglos y más siglos pasaron, eones sacrificados en su nombre para que conozca el calor de una huella. Huellas, cada vez más quedaron, cada vez más perecieron en su arena. Así llega el tiempo en el que contempla las palabras, aquellas que un día escuchó, pensamientos atrapados en sus olas acariciando la costa que le da su existir.

     Uno de sus días recibió la visita de ellos, el joven sin esperanzas y la joven rebosante de ellas, desesperada. Sólo ella conoce su historia, su trama, sabe mejor que nadie que el destino es inmutable, pero a la vez es tan maleable como la voluntad misma. Acaricia los pies de aquella joven débil de cuerpo y fuerte de espíritu, desesperada por encaminar su alma, disponerla, entregarla en una simple mirada que llene el resto de su vida. Así sigue buscando cómo encaminarse hacia sus sentimientos, volverlos cuerpo y alma. El solo busca crecer, crear, trascender, soñar. Elige la playa como tantas veces en su niñez, anhelando ver hacia el horizonte y saber que hay algo allí, esperándolo sonriendo para él, llamándolo.

     Y así llega ese tan esperado y hermoso momento en que el destino juega con sus almas. Pero el destino es cruel y solitario y agresor, se divierte en los conflictos, ponerlos tan lejos uno del otro y a la vez hacerlos quedarse tan cerca que el mismo los ayuda en su deseo. Aquellas almas perdidas se encuentran en aquel horizonte sin saber que los dos se han convertido en aquel punto lejano donde se cruzan sus miradas.

     Memoria de siglos, de eones que llegaron al punto esperado dentro de la eternidad. La creación en su máxima gloria, su forma más pura, su inimaginable grandeza, el nacer del sentimiento.

     "Los he visto siempre sobre mí, anhelándose, siempre cruzando sus miradas, aunque no siempre presentes, aún se observan, desean fervientemente caminar lado a lado acariciando mi arena con sus pies, recostándose sobre mí, inventando el amor en mis noches y madrugadas. Pero ella me asusta, ella solo fue capaz de hacerlo, su destino tiene la fuerza y voluntad necesaria de cambiar el mío y el de ese joven que sólo aprendió a amar sin fronteras ni paredes, un amor que desnuda el corazón dejando más que sentimientos, deja devoción y deja pureza tal como otra alma sumisa apegada a él, el "dos almas".

     Llena mis ocasos de horizonte, de búsqueda, pero también de desgracia, mancha mi arena de desilusión y tristeza... ¿Qué será de ellos si el destino de la joven insensata de destino es también la que lo cambia? Sólo soy espectadora, llevo sus miradas a través de mis olas, sus manuscritos que soy incapaz de entender, ese mensaje que me esforcé en entregar... no dejen de visitarme, pues sólo yo sé de su amor, "sólo yo estoy de su lado" – si la playa hablara...




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