Como ya les había comentado, mis cirugías comenzaron a los dos meses, ya a los seis años tenía total conocimiento de lo que estaba ocurriendo, recuerdo esperar en la cama de hospital junto con mi madre la hora de ingresar a la sala de cirugía, en uno de los tantos procedimientos que tuve, asistió una amiga de mi madre, su nombre es Sandra, ella siempre decía que yo era muy valiente, era muy buena conmigo, ese día ya con mi bata de cirugía puesta y una jirafa de peluche en mano, el médico me puso en una silla de ruedas, recuerdo que Sandra lloraba, y mi madre se resistía a hacerlo por mí, ya me estaba entrando la nostalgia a mí también... Entonces hice lo que siempre hacia, me despedí con una sonrisa, y cuando me llevaban en aquella silla por varios pasillos, pensaba en ellos, en mi familia en mi madre, mi padre y mi hermana, quienes me estaban esperando, quienes esperaban que yo saliera de allí, por quinta o décima vez, no me importaba. Mientras me colocaban en la cama y me suministraban la anestesia, poco a poco mientas me quedaba dormida pensaba, en cuanto amaba a mi familia, y aunque ellos no lloraran yo sabía que se estaban muriendo del susto, y aunque con el tiempo yo tampoco lo hiciera, yo también moría de miedo. Pero sabía que ellos eran mi polo a tierra, y aun lo son, y pensando en eso, me quede dormida derramando la única lagrima de cobardía aquel día. Horas después había despertado, sintiendo mis ojos pesados, mucha sed, Y dolor. Pero cuando abrí los ojos, sonreí y pensé “lo logre, lo logre otra vez, y mi premio eran ellos, mi familia”.