La señora Francine, dulce y adorada por todo el barrio, venerada por algunos, y deseada por otros, no esperaba el suceso que está a punto de pasar:
Como era de costumbre, Francine siempre veía recetas en la televisión, era criticada por sus hijos porque le decían que la tele ya estaba obsoleta, pero Francine no los escuchaba. Francine seguía viendo sus novelas, sus recetas y otro contenido no apto que no se puede mencionar aquí.
Dulce e inocente, Francine les comentó a sus hijos que había visto una receta interesante en la televisión y que parecía un pastel delicioso, tan delicioso que tan solo con verlo en la pantalla ya sentía ese olor chocolatoso. Abnegada como siempre, consiguió los ingredientes lo más pronto posible para hacerles ese pastel a sus hijos, ella sabe que a veces pueden ser un dolor en el cu erpo, pero aún así los ama.
Los ingredientes no eran nada imposible de conseguir, no eran esa receta que parece que te hacen el favor dándotela pero para conseguir los ingredientes hay que subir a una montaña en Indonesia. Si es que hay montañas en Indonesia.
- ¡Apestosamente mal Francine! - exclamó la mayor de esas criaturas malagradecidas.
- Toda la casa quedó impregnada con ese olor asqueroso
- ¿En qué programa viste eso?
Francine no le respondió y continuó sollozando por su desprecio.
- ¿En qué programa?
- No me acuerdo hija
- Me va a dar una infección y ni siquiera voy a poder calificarles mal su página.
Francine se quedó pensativa por unos minutos, ya no estaba llorando.
- Lo vi empezado, no era un programa, era una película
- ¿Te dieron la receta en la película?
- Algo así
- ¡Cómo que algo así!
- Era una torta que le hizo de regalo a una mujer que odiaba...
- ¿Le pusiste caca a la torta mamá?
Francine volvió a llorar.
- Sí hija
- Bueno madre, dicen que al buen hambre no hay pan duro - respondió su otro hijo, que estaba saboreando la torta
Asqueroso dirán algunos, cómo una madre puede hacerle eso a sus hijos, cómo los hijos no olieron la torta antes de darle un bocado, cmo el hijo la siguió comiendo luego de saber qué era, pero nadie se pregunta cómo está Francine.
Francine está en la cárcel.
Se preguntarán por qué, pero así como hay gente que roba los cadáveres de los cementerios, Francine hacía eso con las heces fecales, se iba a la casa de sus vecinos para ofrecerles destapar sus cañerías, pero nadie sabía cómo lo hacía, nadie pensó que Francine se robara esa asquerosidad, pero quiénes somos nosotros para juzgar a la pobre. Una dulce señora incomprendida que tan solo tenía buenas intenciones con sus hijos, pero nunca podía sacar esa extraña obsesión de su mente. Caca, pura caca.