Toca la dulce sinfonía. La delicada melodía que trae nostalgia recuerdos y desesperanzas. Toca, laméntate y así de fácil el sonido te indicara tristeza. La música depresiva que con tanto ánimo tocan mis manos. Me lacera los oídos el sonido agonizante que producen mis dedos sobre el piano. Ellos tocan sin parar como un corazón que no deja de latir (aunque el mío ya no lo haga) pocos entenderán que el dolor a veces no sale con llanto, a veces se desvanece con el humo.
Que el dolor es tan espeso que te ahoga y que el amor dura menos que un cigarrillo. . . pues de dolor y humo esta hecho mi cuerpo y ahora te digo que tocar no es fácil y relatarte esto menos, pero tenía que sacarlo fuera porque teniendo estos sentimientos ya no tengo espacio para otros, pues de dolor y humo es mi cuerpo.
El humo me nubla la vista y es tan gris que no veo lo que me molesta. El humo a mí alrededor me inmuta de lo que dices. Me aísla de lo que piensan de mí.
Mi fiel acompañante a donde quiera que vaya aunque este solo, el no interrumpe mientras hablo, no, el no juzga, ni critica. Un pase tras bastidores en primera estancia para observar como estoy convertido en nada, estando entre muertos fingiendo estar vivos observando como algunos se disfrazan, como algunos cambian de traje, viendo como aplican su libertad falsa me hacen pensar lo jodido que esta el mundo, y lo está.
Ya es la cuarta taza de café que me acabo mientras termino con las páginas de esta libreta; azul, azul como el cielo que acompaña a las personas felices. Iluminando todo. Toda mi habitación se ve invadida por este intruso. La luz de sol me hace correr como un roedor en busca de sombra y humedad. Pero no puedo moverme me mantengo estático y me desvanezco como el propio humo. Me consumo entre cigarros, pensamientos bajos y malas ideas. Renazco con unas cuantas malas palabras y algunas cuantas que considero buenas.
Me hundo en el inevitable estrés de subsistir, de estar vivo. De dolor y humo esta hecho mi cuerpo, sin remedio alguno podre mejorar, más que seguir fumando u tratando de olvidar mi perdida de voz. Debo seguir fumando hasta que mi cuerpo ya no sea mío, ya no padezca de dolor, que tan solo me quede decirte adiós. Que al respirar el aire exhale humo y que la vida asquerosa impropia y yo, nos volvamos uno.