Hoy, rebuscando en lo más recóndito de mi móvil, encontré tu número.
No sé que hacía allí, porque lo había eliminado el mismo día en el, en un acto de valentía, agarraste mi teléfono y lo guardaste en la memoria.
Me pareciste tan estúpida que lo único que pude hacer fue reír y negar con la cabeza.
Recuerdo tus mensajes, tus llamadas. Esa voz de niña inocente que tenías.
Recuerdo las fotos y las risas con mis amigos.
Recuerdo cuando mi móvil se encendía encima de mi mesilla de noche con tu nombre mientras otra chica decía el mío.
¿Recuerdas la fiesta en la playa?
Me mirabas como yo fuera el maldito que ponía las estrellas en el cielo con sus manos.
Sabía que querías que me acercara a ti, que te invitara a bailar para luego terminar por besarte.
Dios, como se leía en tu mirada las ganas que tenías de besarme.
Y como se leía en la mía, lo mucho que me divertía jugar contigo.