Hurricane

Capítulo XXVI

Michael y Ashton ya se encontraban dentro de la casa funeraria, ambos con los brazos cruzados y sin mirar al otro.

Australia era un país metódico, y tratándose de un homicidio hacían un sin fin de pruebas, estudios e investigaciones. Era por eso que el cuerpo de Leyla Giggins aún no se encontraba en la funeraria y aquello se trataba de un funeral simbólico organizado por sus amigos cercanos y sus familiares; Los padres de la difunta habían expresado que querían un funeral y entierro privado cuando el cuerpo de su hija les fuera entregado.

Ninguno de los presentes en el lugar lloraba, o se le veía triste; tal vez era que, simplemente se encontraban sorprendidos de lo que acababa de ocurrir.

Toda la escuela estaba ahí, incluso los menos pensados. No se podía esperar menos, cuando Leyla era tan conocida por el cuerpo estudiantil.

Con la entrada de los padres de la fallecida envueltos en sollozos, toda la estancia pareció estremecerse. Las miradas de Irwin y Clifford se alzaron instintivamente. Uno de ellos decidió hablar.

—Heather no necesitaba que la fueras a rescatar, ¿sabes? —fue Michael quien hablo con un tono ahogado, no podías adivinar si quería llorar o iba a explotar de rabia.

Sin decir nada, Ashton salió del lugar, seguido de Michael quien estaba ansioso por una respuesta.

—¿Puedes dejar tu malditos celos a un lado? —habló alzando una ceja una vez que estuvieron lo bastante lejos de la multitud.— Sabemos que solo estás molesto porque no fuiste TÚ quien estuvo con Heath en el que pudo ser el peor momento de su vida.

—Así es, debí ser YO quien estuviera con Heather. No tú, que le has hecho tanto daño. —escupió molesto.

—Pues a ella no parece importarle, después de todo creo que aún sigue teniendo sentimientos por mí. Como en los viejos tiempos.—respondió maliciosamente esperando ver como Michael explotaba.

—¿Qué dijiste? ¿Sentimientos por ti?—preguntó incrédulo. — Eso no, ¡deja de mentir, imbécil!

—¿Acaso no puedes creer que antes de ti hubieron otros? ¿Por qué no le preguntas tú mismo? Ahí viene.

Ambos se giraron a mirar a la acera, donde estaba Heather, saliendo del flamante auto negro de los padres de Phoebe. Esta sonó la alarma del volkswagen y cerró la puerta con un firme golpe.

—Lindo auto, Phoeb. —alagó Ashton fingiendo que aquella pelea no había ocurrido hace 5 segundos. Pero Michael no lo dejaría pasar:

—Heather, ¿es cierto? —el chico de cabello salvaje preguntó algo confuso.

—¿Es cierto... Qué? —la interpelada respondió con una sonrisa amarga.

—¿Ashton y tú estuvieron juntos en el pasado?

Heather me lanzó una mirada molesta a su ex mejor amigo, tomó una bocanada de aire y respondió.

—Ashton, no tenías porque hablarle de esto; menos en estos momentos.

Ashton permaneció callado mirando a todos los involucrados en la conversación.

—Eso es un sí, ¿verdad? —insistió Michael.

—SÍ, —admitió la pelinegra alzando el tono.—Sí, Mike. Tuvimos algo. Phoeb, Ashton; Por favor ¿Nos pueden dejar un momento solos? —pidió mirándolos.

Astrof tomó el hombro de su amiga y lo sobó en forma de apoyo despareciendo de la escena acompañada del otro chico mencionado.

—Mike, no entiendo porque te molesta tanto; fue antes de conocerte. Y que yo recuerde tú y yo no somos más que amigos. —mencionó cruzándose de brazos.

—¿Amigos? ¿En serio crees que le contaría mi secreto a una persona que no es más que mi amiga?

La respiración del muchacho con ojos color aceituna comenzaba a agitarse y no era conveniente para nadie que tuviera un ataque.

—Ey, eschucha: Significas mucho para mí, —la chica tomó le el rostro entre sus manos.—y que seamos solo amigos no significa que tu secreto no esté a salvo conmigo.

—Hablaremos de esto luego. —respondió seco quitando las manos de Heather; desviando la mirada.

Para ese punto parecía que estuviesen en cualquier lado menos en un funeral. Alguien debía detenerlos.

—Chicos, deberían entrar. Esto está poniéndose extraño. —advirtió Phoebe con una mueca.

A pesar de que Michael estaba molesta con ella, Heather quiso saber que el chico la apoyaba; que no iban a mandar todo a la basura.

Era común ese sentimiento en ella, sentir que cualquier error podría destruir a Michael, destruir su relación, destruirla a ella misma.

La pelinegra entrelazó sus dedos con los del muchacho, sorpresivamente él no la rechazó sino, se aferró a ella. Su tacto era cálido y suave, le recordaba a su infancia en el que una eternidad parecía efímera junto a las caricias de su madre.

(...)

—Señorita Jefferson —se acercó a esta el director de la escuela—, ciertamente no esperaba verla aquí.

El director Jacobson usaba su usual traje negro acompañado de una corbata del mismo oscuro debido a la ocasión. Antes de que el mundo de Heather se pusiera de cabeza, ambos se veían con mucha frecuencia por las faltas que la chica cometía; mismas que el director dejaba pasar después de un buen sermón.

—Leyla no fue mi mejor amiga pero... de hecho —Heather se interrumpió—, no fue ni mi amiga. Aún así, quise venir dar mis condolencias.

—Ya lo creo, a pesar de como haya sido, ningún padre merece perder a un hijo. —coincidió, hablando con un tono santurrón.

Heather miró hacia la salida, estando ya harta de esa conversación que no la estaba llevando a ningún lado. Pudiendo así observar a una patrulla con dos oficiales que la miraban con cautela, no sería fácil para ella olvidar esas horas que pasó tras las rejas.

Jacobson aclaró su garganta y su rostro se puso serio al decir lo siguiente:

—Tu padre me pidió que te consiguiera una cita con la Universidad de Sydney —comenzó—, está programada para el lunes que viene; espero no desaproveches la oportunidad.

—En realidad ya no esperaba nada de su parte, pero desde que le mencioné que mis notas mejoraron no deja de molestarme con mi futuro. —respondió la joven soltando una bocanada de aire.




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