Capítulo 7

La semana pasó volando mientras la chica ignoraba a TaeYang durante sus prácticas y él parecía hacer lo mismo. En ningún momento le dirigió la palabra o la mirada y casi lo agradecía. 

Jeong había estado mucho más tiempo sentado en la carpa con la chica que en su puesto y el cantante intentaba disimular los celos que el acercamiento de ese hombre le provocaba. 

El día anterior su mánager les había dicho que tendrían que grabar algunas secuencias para el reality en la playa, así que, se prepararon para ir hacia la localización. Por suerte para el chico, era sábado y la jugadora no trabajaba los fines de semana.

Se relajó al sentir la arena en sus pies y se sentó en la carpa dispuesta para ellos en la playa privada que habían alquilado para que los seguidores del grupo los dejaran trabajar con tranquilidad. 

—TaeYang, ve a la caravana de vestuario —le ordenó el mánager al acercarse a él. 

El aludido se levantó de la silla, caminó con rapidez hacia la caravana dispuesta en el aparcamiento, a unos metros más arriba de la playa, se puso las bermudas que le entregaron con la camiseta de flores y un traje de submarinista debajo, salió de la pequeña estancia y respiró hondo mirando a su alrededor con una sonrisa en los labios. 

Vio a varios jóvenes jugando al voleibol en la playa de al lado, justo en el límite de la privada, muy cerca de la carpa, y entrecerró los ojos cuando reconoció a una de las personas que estaban jugando. 

“¿En serio?”, se preguntó dando un paso hacia allí para comprobar que estaba equivocado. Pero no lo estaba. Hyacinth estaba allí, jugando con su compañero Paul y más gente que no había visto antes. 

La chica saltó para recibir el remate y estampar la pelota en el campo del contrario. Se llevó el punto y saltó a los brazos de su amigo rodeando con sus piernas la cintura del chico. 

TaeYang reprimió un gruñido, bajó hasta la arena y corrió hacia el agua para calmar sus ganas de matar a alguien. 

El director dio unas pautas al grupo para empezar con la grabación y todos los integrantes se dieron cuenta de la desconcentración de su compañero. ¿Dónde tenía la cabeza ese chico? 

Dae-Hyun se acercó a él, lo alejó un poco de las cámaras con los demás haciendo una barrera para que nadie viera nada, y le preguntó:

—¿Qué te pasa? ¿Por qué no estás concentrado en la grabación? 

—No es nada —contestó el joven con el rostro serio y el ceño fruncido al ver que la chica volvía a saltar encima de su compañero de clase al marcar otro punto. 

Eun-Ji miró hacia donde se habían quedado clavados los ojos de su amigo y vio a su cuñada jugando al voleibol con unos amigos y ese tal Paul con el que se hizo la foto. 

—TaeYang, céntrate. Después podrás hablar con ella —le dijo dando un paso para tapar la visión de su amigo. 

—Chicos, debemos aprovechar las horas de luz —les advirtió el director desde unos metros más atrás. 

El grupo se dispuso a empezar y las cámaras los enfocaron mientras jugaban en el agua, en la arena o, simplemente, disfrutaban de estar en la playa. 

TaeYang estaba intentando ignorar a la joven. Estaba sentado en la arena, haciendo un castillo junto a Kwan y Seung cuando su paciencia, su autocontrol y su sentido común colapsaron al escuchar un grito femenino de felicidad por ganar el partido y varios besos.

El cantante giró la cabeza y se levantó de un salto al ver que la jugadora estaba besando a su compañero de clase demasiado cerca de la boca, agarrada de nuevo a la cintura masculina con sus piernas. 

Caminó hacia ella a grandes zancadas, la cogió de la mano sin decir ni una palabra y tiró de ella hacia la caravana de vestuario. Cerró la puerta detrás de él, puso el pestillo y la besó con la pasión que había estado reprimiendo todos aquellos meses. 

Hyacinth se había quedado petrificada, congelada en el sitio al sentir los labios de él en los suyos con furia y pasión. Cuando él bajó la intensidad del beso, la chica aprovechó para alejarlo y dejarle una bofetada en la cara. 

—Te has pasado con la broma —le advirtió antes de salir de la caravana llena de rabia y controlando las lágrimas que se habían almacenado en sus ojos con intención de avergonzarla delante de tanta gente. 

El chico se llevó la mano a la mejilla caliente y dolorida por la bofetada, se echó un poco de agua en la frente y en la nuca para calmarse, y salió de la caravana con cara de pocos amigos. 

Al llegar junto a sus compañeros, Eun-Ji observó la marca roja de la mano de su cuñada en la mejilla de su amigo, negó con la cabeza resoplando y se acercó a su novia, sentada en la carpa, al lado del mánager. 

—Ven un momento, amor —le pidió alargando la mano para guiarla a varios metros de todos los presentes—. Tenemos que hacer algo. 

—¿Con qué? —quiso saber ella confundida y preocupada a partes iguales.

—Con la terca de tu hermana y el cabezón de TaeYang.

—¿Qué ha ocurrido ahora? 

—Él la ha besado y ella le ha dejado la mano marcada en la cara. Ha supuesto que era una de sus bromas. 

—Vaya. Está bien. ¿Qué hacemos? 

Su novio se inclinó hacia su oído y le contó su plan. Ella asintió para confirmar que estaba de acuerdo y se pusieron en marcha. 

Eun-Ji cogió a TaeYang de la mano y tiró de él hacia la caravana mientras Faith lo imitaba con su hermana. Los cuatro entraron en el minúsculo cubículo y el mayor del grupo les advirtió:

—No vais a salir de aquí hasta que aclaréis las cosas. TaeYang, ella no estaba bromeando cuando se confesó en el baño. Hyacinth, él tampoco está bromeando cuando te ha besado hace unos minutos. Dejad de evitaros e ignoraros de una vez y salir juntos, por favor. Mi cabeza ya no soporta más dolor. 

Los aludidos se miraron asombrados durante varios minutos, entrelazaron sus manos y se besaron, esta vez despacio, saboreando cada recoveco de sus bocas.