El mes se acababa y con él las prácticas de la chica y las grabaciones de los chicos. Durante esas dos semanas, Hyacinth había podido alejarse del director cada vez que él se dirigía hacia la carpa para beber, comer o preguntarle alguna cosa al mánager, y también había tenido las miradas de los integrantes del grupo clavadas en ella cuando TaeYang estaba ocupado y no podía vigilarla.
Estaban grabando el último juego cuando una maquilladora se acercó a la carpa, cogió un café y se puso al lado de la jugadora para ver a los integrantes de la banda con mayor claridad. Miraban hacia los chicos riendo a carcajadas por las locuras de todos ellos cuando la mujer dejó caer la bebida caliente encima de la chica.
—Lo siento mucho. No me he dado cuenta al reírme —se disculpó la maquilladora cogiendo servilletas de papel para secarla.
—No te preocupes. Iré a por unos pantalones a la caravana de vestuario —le dijo la muchacha alejando la tela de su parte íntima, ardiendo por el líquido negro.
Hyacinth entró en la caravana desabrochando el botón del pantalón vaquero, se lo quitó y buscó uno entre las perchas dispuestas por todo el cubículo. Se atavió con unas mallas negras cuando alguien entró en la estancia y la agarró con fuerza, cayendo en el suelo con el cuerpo de Jeong encima de ella.
—¿Qué estás haciendo, imbécil? —le preguntó la joven esquivando los labios del hombre cada vez que él intentaba dejarle un beso en la boca.
—Hacerte mía por las malas. He soñado con este momento desde que te conocí —le respondió pasando la palma de su mano por la pierna de ella.
—Ni lo sueñes, baboso.
Al pronunciar la última palabra, la rodilla de ella subió hasta la entrepierna del hombre con fuerza y éste rodó hacia un lado dejándola libre por el dolor. La chica salió de la caravana intentando calmarse mientras caminaba hacia TaeYang, pero no pudo. En cuanto los ojos del chico se clavaron en ella sonriéndole, una opresión se instaló en su pecho y las lágrimas resbalaron por sus mejillas.
El cantante la interceptó en la carpa para ocultarse de las cámaras, seguido de sus compañeros Eun-Ji y Seung, y la abrazó preocupado.
—¿Qué te ocurre? —quiso saber él acariciando con suavidad el pelo dorado de ella.
La chica negó con la cabeza enterrada en su cuello, sin poder articular palabra alguna después de lo que había estado a punto de experimentar.
La puerta de la caravana se abrió dejando paso al director con la mano en su entrepierna y una mueca de dolor en su rostro. Seung lo observó durante unos segundos con los ojos entrecerrados y adivinó lo que había ocurrido. Un aterrador gruñido salió de su garganta y corrió a gran velocidad, como una mancha borrosa, hacia el director. Lo agarró del cuello con fuerza, alzándolo del suelo, y lo metió en el habitáculo dejando su puño impreso en la cara del hombre.
Eun-Ji y TaeYang lo siguieron para detenerlo y hacer que se calmara, aunque ellos también estaban deseando matar a ese desgraciado. Mientras ellos tres se ocupaban del hombre, Dae-Hyun y los demás se dedicaron a mantener ocupados a los del equipo de la productora y a las chicas. El líder inutilizó los dispositivos digitales de inmediato y se acercó a las hermanas que continuaban bajo la carpa con el mánager.
Seung estaba encima del director, dejándole un puñetazo tras otro en el rostro, cuando sus compañeros lo separaron de él y lo agarraron para que lo dejara en paz.
—Contrólate, compañero —le dijo TaeYang deteniéndolo mientras el mayor del grupo se acercó al hombre para ayudarlo a levantarse.
Su amigo, ahora también cuñado, pensó que le borraría la memoria y lo dejaría libre, pero estaba equivocado. Su compañero lo agarró del cuello despegando sus pies del suelo, se acercó a su oído y le susurró con una voz grave e intimidante que, incluso a él, le puso los vellos de la nuca de punta:
—No te quiero ver en lo que te quede de vida o te aseguro que a mí no me podrán detener. ¿Te ha quedado claro?
Jeong asintió como pudo, agarrando la mano del cantante con el rostro morado por la falta de aire y los golpes del anterior miembro del grupo.
Eun-Ji lo soltó y el director salió de la caravana a todo lo que sus piernas le daban, después de aquel miedo que recorría su cuerpo al ver la mirada asesina de aquellos tres hombres.
***
Joon se había ocupado de todo el equipo detrás de cámaras y los mandó a casa terminando la primera y última temporada del reality.
Las chicas se sentaron en el sofá de la casa donde descansaban los integrantes del grupo y vieron llegar a los chicos con los rostros serios.
Hyacinth se levantó de un salto y corrió hacia su novio para abrazarlo con fuerza.
—¿Qué ha pasado? —se interesó la muchacha con el rostro enterrado en el cuello de él.
—Ya está todo aclarado —fue la única respuesta por parte de ellos.
—Afortunadamente, las grabaciones ya han acabado y nos iremos de vacaciones —opinó Faith viendo cómo su novio se acercaba a ella y se sentaba en sus piernas, aplastándolas contra el suelo.
—Cierto. Volveremos a dormir juntos —el chico le guiñó un ojo con una sonrisa pícara en los labios.
—Yo no tengo vacaciones. Mañana empiezo a entrenar para mi primer partido dentro de tres semanas —apuntó la jugadora sin dejar de abrazar a su novio y apoyando la cabeza en su hombro.
—Recuperaremos esas vacaciones a final de año e iremos a verte al partido para darte ánimos, ¿verdad, chicos? —preguntó TaeYang mientras el más joven metía sus manos en los bolsillos del pantalón para que no vera sus nudillos en carne viva por los golpes contra la cara del hombre.
—Por supuesto. No nos lo perderíamos por nada —contestaron al unísono.
Min Ki decidió hacer la cena para todos y comieron mientras conversaban sobre las anécdotas que les habían ocurrido en las firmas de discos, en los conciertos, en el aeropuerto e, incluso, en las habitaciones de los hoteles.