Ya que el grupo estaba de vacaciones, Horace y Seena los invitaron a que se quedaran durante todo el tiempo que duraran sus días libres y, así, de camino, conocían un poco más a sus yernos y a los compañeros de estos.
Los siete integrantes no dudaron en aceptar con gusto aquella nueva invitación por parte de la pareja.
Era lunes por la mañana y Hyacinth se marchó para dejar primero a Summer en el instituto y, más tarde, poner rumbo a la universidad con su hermana Maedow que estaba en tercero de la carrera de medicina, especializada, por fin, en traumatología.
Las jóvenes entraron en sus respectivos edificios para comenzar las clases y saludaron a sus compañeros.
La jugadora de voleibol estaba sentada en la cafetería, desayunando con Paul, cuando el chico alzó la mirada sorprendida hacia ella y se puso recto en la silla, incómodo ante lo que iba a vivir.
—¿Qué te ocurre? —quiso saber ella confundida por su comportamiento.
—¿Tienes novio? —preguntó él tragando el bocado de tostada que tenía en la boca.
—¿A qué viene eso?
—¿Sí o no?
—Sí. No entiendo a dónde quieres llegar.
El chico tragó el sorbo de café para bajar el trozo de pan que se le había quedado atascado en la garganta, carraspeó y le dio la vuelta al móvil para que viera el artículo que salía en una revista sensacionalista.
La joven lo leyó con atención al ver varias fotos de ella con TaeYang, besándolo y abrazándolo. Al lado de la última foto había una del director como testigo de la relación y dando algunas declaraciones sobre ella que no tenían nada que ver con lo que había pasado.
—¿Dónde te has metido, Hyacinth? —se preocupó su amigo.
—No es verdad. Bueno, mi relación con TaeYang sí, pero no lo que dice ese cretino. Intentó abusar de mí —respondió con los dientes apretados y los ojos vidriosos, conteniendo las ganas de llorar—. Mándame el artículo al móvil —le dijo antes de coger su mochila y correr hacia el aparcamiento para entrar en el coche.
Frenó delante de la puerta de su casa, se apeó del vehículo y entró en la vivienda como un huracán, buscando a su novio con impaciencia.
—¡TaeYang! —lo llamó desde el salón para escuchar la voz de él en el jardín.
El joven estaba con Eun-Ji y Horace limpiando la piscina y arreglando el césped que había crecido demasiado. Escuchó la voz de su novia y miró el reloj unos segundos antes de contestar:
—En el jardín —se acercó a la puerta para recibirla con una sonrisa, pero se le borró cuando vio que tenía los ojos rojos de haber llorado.
La abrazó con fuerza al llegar a ella y le acarició el cabello mientras la muchacha intentaba tranquilizarse.
—¿Qué ocurre? ¿Por qué estás así? —se interesó su cuñado caminando con rapidez hacia ellos.
La chica se alejó unos centímetros del cuerpo de su novio para coger su móvil y abrir el artículo que su amigo le había enseñado hacía unos minutos.
La pantalla se rellenó con las fotos de la pareja y la del delator, con una declaración nefasta sobre ella.
TaeYang, Eun-Ji y Horace lo leyeron con atención y comenzaron a maldecir.
—¿Qué ha pasado con ese tipo para que quiera haceros daño? —quiso saber el padre sin poder dejar de insultar al desgraciado.
—Intentó abusar de ella hace unas semanas atrás. Está resentido porque no la consiguió y, además, hice que lo despidieran —contestó su segundo yerno con los dientes apretados y cogiendo su teléfono para mandar un mensaje urgente a su mánager.
—Hijo de… —el hombre interrumpió el insulto para abrazar a su hija en el lugar de su yerno que entró en el salón para hablar con su representante cuando éste le llamó.
—No te preocupes, mocosa. Arreglaremos esto y acabaremos con ese hombre de una vez por todas —le aseguró su cuñado antes de dar un pequeño silbido como si de un ave rapaz se tratara.
No había pasado ni medio segundo cuando todos los integrantes del grupo aparecieron en el jardín con los rostros preocupados.
—¿Por qué has hecho la señal? —inquirió Dae-Hyun con el rostro serio.
—Mirad —Eun-Ji cogió el móvil de su cuñada y les enseñó el artículo.
Los ojos de todos ellos se fueron agrandando conforme iba leyendo y viendo las fotos adjuntas. Controlaron el gruñido que quería salir de sus gargantas, dieron media vuelta y subieron a la habitación para cambiarse de ropa.
TaeYang regresó, cogió la mano de la chica y la llevó al dormitorio. Rebuscó por su armario para encontrar una ropa más acorde a la situación y cogió un traje negro con camisa blanca y corbata de su maleta.
—¿Qué haces? —lo interrogó ella viendo que empezaba a desnudarse con las manos temblando.
—Vamos a aclararlo todo. Vístete y haz lo que yo te diga.
—¿A dónde vamos? ¿Cómo lo vas a aclarar?
—De la única manera que se puede aclarar. Después me ocuparé de ese malnacido —murmuró con una mirada que no presagiaba nada bueno.
La chica obedeció cuando él la apremió y bajaron hasta el salón para encontrarse con Seena y Faith que llegaban de hacer la compra semanal en el supermercado.
Ambas se quedaron petrificadas al verlos tan bien vestidos y pasaron sus miradas celestes por todos ellos, expectantes a que alguno se dignara a comunicarles lo que pasaba.
—Id delante. Faith y yo nos uniremos en un momento —les dijo Eun-Ji a sus compañeros que salieron de la casa y se metieron en la furgoneta negra—. Cámbiate, tenemos que irnos con urgencia.
—¿A dónde? —quiso saber la chica dejando las bolsas de la compra en el suelo y se encaminó hacia las escaleras seguida de su novio.
—Han publicado un artículo de tu hermana nada favorable. Vamos a hacer una rueda de prensa y quiero que estés allí para que la apoyes —le explicó él observando cómo se cambiaba de ropa con rapidez.
—¿Qué dice ese artículo?