I am mutant

Capítulo 1. Encuentro

Me muevo incómoda en mi cama al escuchar mi alarma sonar por todo el cuarto, aunque debía levantarme para ir a trabajar, sentía como si el lazo rojo del destino me atara a la cama y no me permitiera levantarme, no obstante, abrí los ojos lentamente y tomé el celular apagando el irritante sonido llamado alarma.

Hice mi mayor esfuerzo para llegar al baño, me miré en el espejo y era el mismo aspecto mañanero que solíamos tener las chicas, ciertamente lucía como la novia de frankenstein recién salida de una guerra, así que no me sorprendí.

 

Luego de una larga ducha tibia, salí del baño dirigiéndome a mi enorme armario lleno de ropa que no eran más que faldas de tubo que llegan hasta tapar mis rodillas, blusas formales sin escote y tacones altos, ése es el tipo de ropa que utilizo normalmente, por alguna extraña razón siempre he preferido ocultar la más cantidad de piel posible, así que escogí una blusa beige de manga larga, una falda negra lisa y unos tacones beige no muy altos.

 

Ya vestida, acomodé mi largo cabello color caramelo rojizo en un perfecto moño, apliqué un poco de brillo labial roza pálido a mis labios y aplicaba algo de rimell negro a mis pestañas dando así un color más intenso a mis ojos color azul zafiro.

Tomé mi celular y lo encendí viendo la hora 7:43AM, rápidamente agarré una cartera beige con bordes negros y bajé las escaleras de mi gran casa, conciente de que me quedaban sólo 1minutos para llegar al trabjo a tiempo, me dirigí a la cocina tomando una manzana y casi corriendo llegué a la salida de mi casa, cerré bien con llave y me dirigí a mi auto. Al llegar estacioné en el parqueo privado del edificio y llegué como pude a los ascensores.

—Buenos días—saludé a dos hombres que se encontraban a mi lado.

—Buenos días señorita Isabella— responden amablemente.

En cuanto el ascensor marcó el piso 5, salí rápidamente de él hacia mi consultorio, estaba asustada de habe hecho esperar mucho a mis pacientes, la verdad sus situaciones eran algo delicadas.

Me faltaban solo unos pasillos para llegar cuando de repente un hombre, se para justo enfrente de mi, me lo observé detenidamente, era bastante apuesto, pero tenía algunas heridas en su brazo y su camisa blanca teñida de sangre en la parte derecha de su abdomen, me extrañaba un poco, pero abajo lo ayudarían, iba a pasar por su lado pero me lo impidió.

—Disculpe—le dije lo más sutil que pude— neceito pasar.

—Eso no me importa— sólo responde con arrogancia, me mira de arriba a abajo con detenimiento.

—Señor, no quiero ser grosera con usted, por favor déjeme pasar, estoy tarde para mi trabajo.— me sorprendía mi paciencia, era una dama ante los demás, pero sabía bien que tenía otro yo oculto por ahí.

—No me importa, necesito un favor tuyo— me habla como se me conociera, no puedo creer esto, la verdad es que ya me estoy irritando, hay personas que necesitan de mí ahora, no puedo perder el tiempo con esta persona.

—Le importa deharme pasar?!!— grité frustrada, hace como cinco minutos que este irritante y sexy hombre se ha cruzado en mi camino y ya tengo ganas de darle un puñetazo.

—NO— responde como si le valiera tres pepinos que yo esté tarde para trabajar.

—Pero ¿Qué es lo que le sucede?— grité de nuevo ahora alzando la voz más de lo normal. Al instante me arrepentí, sabía bien la actitud que debía tener en este trabajo, aunque no era mi personalidad, debía adaptarme a las normas, pensando que mejor intentaba con algo de paciencia, la poca que me quedaba.—Le suplico que me deje avanzar, ya es tardísimo.

Puse la cara mas tierna que pude, sun embargo una sonora carcajada salió de sus hermosos labios.

—Escucha preciosa, es sencillo lo que debes hacer para que te deje pasar— responde cambiando su expresión de burla por una un poco mas seria, pero igual sexy. Suspiré, debo tener paciencia, igual ya estaba tarde.

—Entonces dígame, no puedo seguir perdiendo el tiempo con usted— no es que me molestara, en realidad es bastante apuesto, pocas veces me encontraba semejante tentación andante, pero no puedo hacer esperar a mis pacientes.

—Gime para mi— espectó con descaro, en seguida mis ojos casi se salen de su lugar.

—Pero ¿Cómo se atreve a pedirme eso con tanto descaro?— es cierto que necesitaba llegar, ya que en mi trabajo era importante estar a tiempo, pero eso no significa que iba a gemir ante un desconocido, a ningún hombre en realidad.

— Entonces, ¿Debo pedírtelo con menos descaro?— preguntó con expresión seductora, ¡Esto es el colmo!, que descarada y sexy criatura.

No iba a complacerlo bajo ninguna circunstancia, así que sólo intenté pasar por su lado varias veces pero me fue imposible pasar.

—No me hagas obligarte— palidecí al instante— no te asustes, no necesito tocarte para que gimas, puedo hacerte sentir placer sin siquiera estar cerca tuyo, créeme.— eso era nuevo, imposible diría yo, así que pensé en lo obvio, el hombre era un paciente que tenía algunos signos de delirio, eso explica las heridas, porque analizando la situación, una persona en sus cinco sentidos no se te iba a aparecer de la nada a pedirte que gimas y menos a decirte que puede causarte placer sin tocarte.




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