I hate you

Capítulo 9: Regreso

Cualquier magia que pudo tener la lluvia en el pasado para él cuando no podía sentirla se había ido al caño ahora que era humano, pues la muy condenada era mucho más fría de lo que podría haber imaginado, los dramas habían mentido, nunca mencionaron que podría hacerlo sentir que se le congelaban los huesos.

María…tengo frío.

Llevo al pingüino a su pecho y lo abrazó con fuerza.

Nuevamente había terminado deambulando por el lugar, sin tener idea alguna de dónde se encontraba en realidad.

Detuvo sus pasos y suspiró, no podía seguir así.

-No tengo el cuaderno de la muerte, tampoco a donde ir, y estoy seguro de que me perdí-murmuró para así, frotando como podía sus brazos en busca de un calor que definitivamente no obtendría.

Sus cabellos negros como la misma noche acabaron frente a sus ojos dificultando su visión, y su ropa, terminó tan mojada que se había pegado a su cuerpo.

Ni el pobre pingüino se había salvado de la crueldad de la helada agua.

- ¿Moriré mientras vivo la vida de un humano? ¿Por una simple lluvia? - preguntó viendo al cielo con genuina indignación- Incluso un humano atropellado tiene más estilo.

¿Cómo podría regresar?

Jimin ni siquiera había encontrado una solución para su problema, y veía bastante difícil poder regresar por sí solo, no sabía cómo arreglar lo sucedido. Además, de tener en cuenta que el culpable le había abandonado cual perro callejero.

Fue ahí cuando un destello de luz le iluminó.

Quería volver, y no importaba como fuese que lo hiciese. No tenía nada que perder, allí nadie iba a extrañarlo.

-Quiero regresar… ¡Voy a regresar!

A pesar del miedo de no saber cual sería el desenlace de su decisión, se atrevió a ponerse en el camino de un camión que venía justamente pasando.

El pobre hombre con costo podía mantener sus ojos abiertos, le había tocado una semana entera de turnos en la noche, y cuando por fin llegaba a dormir a casa su esposa le armaba un escandalo por la hora en que volvía, asumiendo que en vez de trabajar lo que hacía era acostarse con la primera mujer que se pusiera en su camino. Y para su pesar, su hijo menor -de dos años en realidad- se le había ocurrido la grandiosa idea de ponerse a “cantar” a todo pulmón cuando finalmente creía que descansaría. Solo quería dormir, por ello no pudo evitar cerrar los ojos y no ver al joven que se interponía en su trayectoria.

El pelinegro abrazó con todas sus fuerzas al pingüino y cerró sus ojos, abandonándose a la suerte que tendría su cuerpo humano.

¿Dolerá mucho?

Podía ver como las luces comenzaban a acercarse más y como el chillido del claxon se hacía más potente.

Su respiración se aceleró, podía sentir el aire faltarle y un desesperante dolor en el pecho debido a lo rápido que iban los latidos de su corazón.

Tenía miedo, por primera vez.

No estaba listo, pero aún así esperaba su final, no obstante, sintió una pequeña mano tomar su brazo y jalarle, alejándole del camino y haciéndole perder el equilibrio. Ambos, él y su posible salvador o salvadora cayeron al suelo en un golpe sordo, causando que soltara su querido nuevo amigo, el cual cayó junto a sus pies.

Solo cuando sintió que no había peligro, se atrevió a abrir los ojos.

No había muerto, lo sabía bien, pues en ese momento no había ningún ángel pidiéndole seguirlo.

Cuando finalmente reacciono, buscó con la mirada a aquel ser que le había salvado la vida, topándose de esa manera con una temblorosa morena que le veía con furia ciega.

- ¡¿Estás loco?! ¡¿Intentabas matarte?!

Bajó la mirada y sonrió de forma cínica.

-Estoy condenado…

- ¿Qué has dicho? - preguntó la pelinegra, que para ese momento estaba igual o peor de mojada que él, a unos cuantos metros yacía la sombrilla que le fue prestada, la cual en su desesperación arrojó sin dudar.

- ¡Te estoy diciendo que estoy condenado ha vivir de esta forma por tu culpa!

La morena se sobresaltó, era la primera vez que le oía gritar, y más con esa potencia, se escuchaba tan molesto, que por un momento sintió su cuerpo estremecerse ante una oleada de miedo. Así, lucía un tanto aterrador.

-Primero me dejas, luego me dices que no te siga. ¡Me abandonaste!

-Vámonos- murmuró en respuesta.

El pelinegro volvió a verla incrédulo. ¿Había escuchado bien?

- ¿Por qué no caminas? – se volteó a verlo, el pelinegro sonrió leve, y luego intentó fingir tristeza.

-Dijiste que no puedo seguirte.

Soltó un gruñido antes de volver sobres sus pasos y colocarse tras el más alto, con un poco de esfuerzo le empujó para hacerlo caminar, tuvo que hacerlo al menos unas cuatro veces antes de que caminara por su cuenta.

¿Esa era una venganza? Si que era infantil.



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En el texto hay: primeramor, angel, bts

Editado: 17.06.2020

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