I hate you

Capítulo 11: Uniforme

Tal y como lo había planeado, ese día o más bien noche, se encargaría de pegarle el susto más grande que alguien jamás le hubiese pegado.

Una sonrisa maliciosa se formo en sus labios ante la sola idea.

¿Qué cara haría cuando eso pasara? ¿Gritaría?

De cierta forma infantil se sentía cada vez más emocionada, como si lo que iba a hacer fuera la cosa más asombrosa jamás realizada.

Camino con cuidado, intentando no hacer ruido alguno, pues deseaba hacer que su actuación causara el efecto que había planeado.

Levantó con cuidado su bata, procurando no pisarla y caer en el proceso, tal hecho no haría más que provocar ruido, y, por ende, el pelinegro sería despertado antes de tiempo.

Cuando finalmente estuvo frente a su puerta, echo su pelo hacia el frente, y se encorvó un poco. Lentamente giró el pomo de la puerta y se adentró en la habitación.

Allí yacía dormitando un pelinegro, con sus cabellos enmarañados y bastante cómodo -a decir verdad, pues estaba con sus brazos ocupando todo el lugar y sus piernas bien abiertas, como si intentase evitar que alguien se acueste a su lado-, casi le dio lastima arrancarle las cálidas cobijas celestes de su cuerpo. Pero aun así lo hizo.

Le escuchó gruñir y buscarla con su mano a tientas.

Casi se ríe, pero mordió sus labios y lo evitó.

-Jimin…mi cobija, dámela…-le escuchó decir entre quejidos. Pero, cuando vio que su querida cobija no volvía, abrió finalmente sus ojos, entreabriéndolos de forma leve. Le vio parpadear un par de veces, como si se esforzara en adaptar sus ojos a la oscuridad presente, estuvo así un rato antes de dirigirle la mirada, le vio primero confuso. Luego grito.

Quiso reír y festejar por su triunfo, lo cual, lastimosamente no pudo hacer por mucho tiempo. Pues el pelinegro antes de que pudiese abrir la boca para soltar una burla, este le lanzó la almohada, esta, le cayó en la cara y luego de esto, la cobija y una cajita pequeña en la cual Liz tenía un collar.

- ¡Espera! ¡Soy María!

El pelinegro le vio con incertidumbre, con la pequeña lampara que reposaba en la mesita de noche entre sus manos dispuesto para lanzarla.

- ¿María? ¿No eres un espíritu maligno? - preguntó todavía con la duda impresa en su voz.

La pelinegra negó con la cabeza una y otra vez.

-No lo soy, baja eso que a como lo quiebres Liz se enojará, y te aseguro que no te gustará escucharlo.

Con duda este se atrevió a dejar esta en su lugar, fue hasta en ese momento que descubrió que la sola idea de hacerle una broma de esas era completamente descabellada.

***

Luego de ese incidente había decidido irse a dormir, había tenido un buen sueño, a decir verdad, pero todo lo bueno debe terminar y por ello lamentablemente tuvo que despertar y levantarse de su cómoda cama.

Lo primero que vio al despertar fue al pelinegro con el abrigo que usaba en su antiguo colegio, este parecía bastante contento con la idea de traerlo puesto, como si no sospechara para nada que tales ropas iban destinadas para el uso de una mujer.

- ¿Pero por qué diablos te has puesto eso?

A su lado estaba Liz, quien con dificultad reprimía una risa, al parecer le parecía chistoso ver a tal chico con un abrigo tan pequeño y tan…femenino. Porque sí, aunque ese no fuera el estilo de la pelinegra, no le quedaba de otra más que seguir las normas de la institución.

-Ven aquí, dame eso- casi exigió la pelinegro, reacción la cual causo que el pelinegro corriera a refugiarse tras la castaña, que, a decir verdad, no sería de mucha ayuda.

-Es bonito, además es cansado vestir siempre la misma ropa.

Tal respuesta le exaspero un poco. ¿Realmente estaba pidiéndole gustos?

-Que lindo…-escuchó a la castaña susurrar de una forma no muy disimulada.

-Pero eso es de mujer, y, además, ni siquiera te has puesto los botones bien. Ven aquí, lo arreglaré.

- ¿En serio?

Asintió, por ello el pelinegro se acercó, bastante confianzudo, a decir verdad. Y tal y como lo había dicho, le ayudo a colocar las cosas de la forma correcta.

Aunque…no se había definido por cuanto tiempo sería amable.

Sin darle tiempo a escapar le realizó una llave, y le hizo girar una y otra vez.

- ¡Quítatelo!

¡No quiero! ¡Estaba en la basura! ¡Es mío!

Tan terco…

-Ya cálmense los dos, el desayuno está listo, apresúrense que debemos ir a buscar nuevos uniformes.

- ¿Nuevos uniformes?

-Sí, con lo que he ganado este mes, nos alcanza al menos para dos pares para cada uno.

-Cuando dices cada uno… ¿te refieres a nosotras? -pregunto con cierta desconfianza.

-No, ahora también tenemos que contar a Yoongi. Solo míralo, también merece estudiar.

La pelinegra hizo una mueca.

Tenían demasiados gastos, tantos uniformes no harían más que hacer que el pago de alquiler se atrasara un poco más.

-Liz, definitivamente eres una buena mujer humana.

- ¿Liz? -. frunció levemente el ceño. ¿Desde cuándo eran tan cercanos?



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En el texto hay: primeramor, angel, bts

Editado: 17.06.2020

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